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Conoce el Síndrome de Jerusalén que hace algunas personas se crean el Mesías

Ocurre en esta ciudad por sus características y la historia que rezuman sus paredes. Los que lo experimentan pueden sufrir brotes psicóticos que les llevan, incluso, a creer que tienen una misión divina


Actualizado 22 de mayo de 2023 - 21:04 CEST

El síndrome de Jerusalén se trata de un trastorno psicológico que afecta a los turistas que visitan por primera vez esta ciudad. Según nos explica la psicóloga Mariló Pérez, de GrupoLaberinto, es una alteración que se parece a la psicosis y en los casos más graves pueden darse hasta delirios y alucinaciones. Las personas que lo padecen se identifican con personajes bíblicos como Moisés o David, e imitan todo lo que de ellos conocen. Cuando se da en las mujeres, es frecuente que actúen como si fueran la Virgen María. Es más, como continúa la experta, estas personas "se meten tanto en el ambiente" que llegan a pensar que forman parte de un plan divino. Asimismo, comienzan a experimentar nerviosismo y ansiedad, se alejan de las personas con las que viajan, cambian sus ropas por prendas como túnicas e, incluso, se pueden poner a predicar.

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¿Me puede pasar a mí?

Como aclara la especialista en psicología, el síndrome de Jerusalén no le pasa a cualquiera. De hecho, se da en personas que ya tienen un problema psicológico de fondo. "Cuando llegan a este destino, se embriagan del ambiente y de la historia de este lugar y las experiencias que viven actúan como disparadores del trastorno".

Hay diferentes tipos de síndrome de Jerusalén:

Tipo 1: son personas que tienen un trastorno psicótico y van a Jerusalén porque piensan que tienen una misión. Son pacientes que se identifican con algún personaje bíblico, con alguna idea política o religiosa. O que viajar a esta ciudad les va a curar.

Tipo 2: en este caso, las personas que lo sufren tienen otro trastorno mental, ideas obsesivas, un trastorno obsesivo-compulsivo. Cuando llegan, se "obsesionan con toda la historia religiosa de esta ciudad, de tal manera que les conduce a lo psicótico".

Tipo 3: este es el más raro. Se da en personas que no tienen ningún trastorno mental de base, pero que, cuando llegan a la ciudad santa, se imbuyen tanto del sentimiento místico, que acaban sufriendo el síndrome de Jerusalén, aunque cuando se marchan, desaparece.

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¿Cuáles son los síntomas?

Se han descrito diferentes señales que pueden advertir de que una persona está sufriendo este problema, según nos explica Mariló Pérez:

  • Nerviosismo
  • Agitación
  • Ansiedad
  • Deseo de recorrer la ciudad a solas
  • Obsesión relacionada con la higiene
  • Preparación de una toga blanca, quizá con una sábana de hotel
  • Necesidad de gritar o cantar salmos bíblicos o himnos religiosos
  • Iniciación de una marcha o procesión a lugares santos
  • Intentar realizar un sermón público en un lugar sagrado

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¿Necesita tratamiento?

Todo depende de si la persona que lo padece sufre un trastorno mental de base. En concreto, el síndrome de Jerusalén suele ser de duración limitada y de recuperación espontánea. "En menos de una semana desaparecen los síntomas", señala la psicóloga.

Por tanto, el tratamiento consistiría en atención psicológica en el momento de la crisis. En consecuencia, si el afectado viaja con amigos o familiares, estos deben pedir asistencia médica urgente o acudir a un hospital cercano para que pueda ser atendido. "Al menos contenerlo, para evitar que la persona se haga daño".

Si tiene un nivel de ansiedad elevado, se pueden administrar ansiolíticos para ayudar a relajarle.

Por otro lado, cuando una persona tiene un brote psicótico, no hay que rebatirle ni discutir estas ideas, porque puede empeorar la situación. Lo que sí es conveniente hacer es distraerle de ese discurso, hablándoles de otras cosas. Y, sobre todo, indica Pérez, "acompañándoles, porque pueden llevar a cabo conductas extrañas que puedan poner en peligro su vida".

Aunque tenga una recuperación espontánea, es conveniente que la persona acuda después a un especialista para que pueda averiguar qué le ha podido desencadenar este síndrome.

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No es lo mismo que el síndrome del predicador

La psicóloga Mariló Pérez aclara que este síndrome no tiene nada que ver con los trastornos que hacen que las personas se pongan a predicar en otras ciudades. "El síndrome de Jerusalén ocurre en esta propia ciudad, por el contexto, por el ambiente que se percibe. Además, no todo el mundo que la visite va a sufrirlo ni todos aquellos que lo padezcan se van a poner a predicar".