Hay ocasiones en las que, durante el sueño, realizamos movimientos involuntarios. Tal vez no nos damos cuenta nosotros, pero sí quienes están cerca de nosotros mientras dormimos. Movemos las piernas, apretamos la zona de la mandíbula y la boca… Para conocer mejor estos trastornos de movimiento durante el sueño, hemos hablado con las doctoras . Josefina Ruiz García, especialista en neurofisiología de Vithas Granada, y María José Aróstegui Ruiz, psicóloga de Vithas Granada especializada en trastornos del sueño.
¿Cuáles son los trastornos más habituales del movimiento durante el sueño?
Los trastornos más habituales del movimiento durante el sueño son el síndrome de piernas inquietas y movimientos periódicos de piernas, movimientos rítmicos relacionados con el sueño (más frecuentes en niños), calambres nocturnos, bruxismo, mioclono benigno de la infancia, además de otros relacionados con enfermedades tales como la epilepsia, o con fármacos u otras sustancias. También hay que tener en cuenta los trastornos por alteraciones de la conducta durante el sueño, que engloban patologías tales como el trastorno de conducta en sueño REM, pesadillas, terrores nocturnos, sonambulismo o despertares confusos.
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¿Por qué se producen los movimientos anormales?
Las causas de los movimientos anormales son muy variadas, depende de cada trastorno. Puede existir una predisposición genética, déficit de hierro, estrés, alteraciones debidas a otras enfermedades (diabetes, enfermedades renales, neurológicas, neuromusculares…).
¿Cómo se llega al diagnóstico de este problema de salud?
Habitualmente, el paciente no es consciente de los síntomas nocturnos, sino que son referidos por otra persona que observa estos movimientos. El paciente puede referir otros síntomas, a menudo diurnos, como somnolencia o cansancio durante el día, sensación de sueño no reparador… derivados de las alteraciones que estas patologías producen en el sueño. Se llega al diagnóstico mediante una correcta evaluación de los síntomas por parte del médico especialista en sueño, que tendrá que obtener la información del paciente y del acompañante (siempre que sea posible), además de pruebas complementarias, dependiendo de la patología que se sospeche, entre ellos el polisomnograma nocturno, que aporta una valiosa información para un correcto diagnóstico y para diferenciarlo de otros trastornos.
¿Pueden tener un impacto en la calidad del sueño del paciente y afectar luego a su día a día?
Sin duda, los movimientos durante el sueño a menudo se acompañan de despertares, en ocasiones tan breves que no son percibidos por el paciente. Estos despertares provocan alteraciones en la estructura de sueño, impidiendo un sueño reparador, que implica somnolencia diurna, cansancio, cefaleas, dificultad de concentración, irritabilidad…, con el consiguiente efecto negativo a nivel laboral, escolar, accidentes de tráfico, etc.
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¿Es, tal vez, el más conocido el síndrome de piernas inquietas?
El síndrome de piernas inquietas es uno de los más conocidos; aunque hay que puntualizar que dicho síndrome tiene síntomas diurnos de malestar en las piernas, con necesidad de moverlas para aliviar los síntomas, más intensos durante la tarde/noche y en periodos de inactividad. En un alto porcentaje, se asocia a movimientos periódicos de piernas durante el sueño (movimientos repetitivos, que en ocasiones también implica a otras partes del cuerpo).
Una vez que se es consciente de que se tiene este problema, ¿cuál es el tratamiento que se debe seguir?
Es el especialista en sueño el que debe instaurar el tratamiento adecuado, dependiendo del trastorno específico, su intensidad, las consecuencias sobre la calidad de sueño y sobre los síntomas durante el día. Así pues, el tratamiento puede englobar medidas higiénico-dietéticas, fármacos, corrección de otros trastornos médicos asociados y tratamiento psicológico.