A veces pensamos que somos personas organizadas, pero, en realidad, no lo somos tanto. O al revés, somos mucho más organizadas de lo que creemos. ¿Qué es ser organizado entonces? ¿Por qué el orden físico ayuda a tener orden mental? Como nos explica el psicólogo José Martín del Pliego, "es la capacidad de hacer un buen uso de nuestro neocórtex, es decir, de nuestra parte 'de pensar'. Esto permite controlar los impulsos que nos envía nuestro sistema límbico, la parte emocional inconsciente, poder planificar de manera más efectiva y, por lo tanto, autocontrolar mejor nuestra conducta para poder hacer aquello que nos proponemos a corto, medio y largo plazo".
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El experto en psicología añade que las personas organizadas suelen ser trabajadoras, con mayores posibilidades de éxito profesional y tienden al orden en muchas áreas vitales. Antes de saber por qué unas personas son organizadas y otras no, así como aprender a ser más organizada, te animamos a que respondas a estas preguntas.
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Test de personalidad
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Las personas organizadas, ¿nacen o se hacen?
Como en casi todo lo humano, todos venimos con ciertas tendencias que tienen que ver con rasgos bastante estables de personalidad, pero está muy claro que la organización es algo muy entrenable. "Se trata de una característica que va mejorando con la edad y con el autocontrol, pero se puede mejorar mucho más si se van generando nuevos hábitos que se vayan estabilizando en el tiempo, hasta que se conviertan en formas naturales automatizadas de funcionar", sostiene.
Para las personas con déficit en el control de impulsos, esto se hace más difícil, porque nuestro neocórtex, no es capaz de hacer de freno de mano para el impulso y, así, la organización es mucho más difícil, con una mayor tendencia al abandono de cualquier actividad que requiera un poco de esfuerzo. "Esto es mucho más habitual de lo que pudiera parecer", afirma.
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¿Cuáles son los beneficios de ser una persona organizada?
Hay muchas ventajas en la organización, asegura este experto.
- Hay una mayor autoeficacia percibida. La persona siente que alcanza sus objetivos y se siente bien consigo mismo por ello, por lo que ayuda a mantener una buena autoestima.
- Mayor tendencia a hacer lo que la persona debe. Cumple sus propias metas y expectativas porque genera herramientas que le van acercando a sus objetivos, de tal manera que le resulta más fácil al tener automatizada una forma diaria de funcionar.
- Mayor sensación de control en muchas áreas vitales. Eso hace que sea más fácil que hagamos cosas para cuidarnos, actividad física o una alimentación adecuada.
- Como tenemos sensación de alcanzar lo que nos proponemos, es más fácil llegar al éxito en lo personal y lo profesional porque detrás hay una planificación que nos ayuda a conseguir lo que queremos, sin dejar las cosas a medias, un problema para mucha gente.
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¿Cómo afecta a la mente ser desorganizado?
Es más fácil dejarnos llevar por el impulso y esto nos lleva a satisfacer lo que tiene que ver con el alivio a corto plazo, no con metas alejadas en el tiempo. "Esto nos puede conducir a conductas evitativas relacionadas con el esfuerzo, postergando trabajos o actividades desagradables o que simplemente requieren cierta energía. Es lo que llamamos procrastinación, dejarlo para luego, por así decir", indica José Martín del Pliego.
Si la desorganización se convierte en un problema más importante, la persona "carece de herramientas básicas para manejar su conducta y orientar de forma hábil su vida, con lo que sería frecuente que la persona se sienta inestable y poco segura, porque sus impulsos marcan sus tiempos".
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La desorganización, ¿podría deberse a algún problema de salud?
El especialista en psicología nos explica que la organización requiere orden y control. Casi todos los problemas de salud, sobre todo los de salud mental, pueden hacer tambalear esa percepción de sentirme regulado y afecta, por lo tanto, a mi capacidad organizativa. Nuestra parte de pensar puede verse inundada por la parte emocional, mucho más potente, e inhibir nuestra capacidad de organización.
"Los derivados de ansiedad con sus síntomas de alerta, la congelación que nos aparece en los estados depresivos, muchos trastornos de conducta, el trastorno por déficit de atención, por no hablar de los trastornos mentales de origen más neurológico, conllevan falta de autocontrol", añade.
Por ejemplo, en el conocido síndrome de Diógenes, la necesidad de acumulación es llevada en muchos casos al extremo, generando la desorganización más absoluta.
¿Se puede aprender a ser organizado aunque se tengan 50 años?
Como decíamos, si no hay un problema importante en el control de impulsos, esta habilidad se adquiere entrenándola. De hecho, "seguro que es más fácil que en otros periodos vitales más tempranos", asevera. Podemos empezar con un área en concreto, generar un hábito y lograr que se convierta en un repertorio de conducta habitual. Y nos propone un ejemplo.
"Sería interesante empezar con un área de dificultad media, por ejemplo, puede ser organizar la ropa de manera adecuada, guardándola ordenadamente en el lugar que le corresponde y separándola según la época del año. Una vez que se tenga dominado y ya se convierta en algo que se haga con naturalidad se puede empezar con otra área que se quiera mejorar".
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Consejos para ser más organizado
Además, el psicólogo José Martín del Pliego nos da otras claves para volvernos poco a poco más organizados.
- Generar autoconfianza. Es decir, creer que somos capaces de lograr aquello que nos proponemos, conociendo nuestras limitaciones y puntos fuertes. Podemos tener una autoimagen de desorganizados que se ha ido fraguando con los años y pensar que no podemos cambiar y esto es falso. Aprender a organizarte te va a hacer sentir mejor contigo mismo.
- Afrontar el fracaso si no cumplo con mis objetivos. Esto es relativamente habitual porque no hemos generado aún ese hábito que hace que la conducta nos salga de manera automática. Volvemos a intentarlo una y otra vez.
- Autocontrol. Se trata de dominar la emoción y el impulso para que no interfieran en nuestro objetivo de organizarnos, ya que esto requiere un esfuerzo y nuestra parte límbica nos va a pedir que abandonemos.
- Empatía. Darnos cuenta de lo que para los que nos rodean puede significar nuestra incapacidad organizativa. Cosas sin hacer, desorden, mala imagen o dificultad para hacer bien el trabajo… requiriendo en cualquier caso más esfuerzo final. A nuestro entorno personal o profesional puede afectarles nuestra dificultad.
- Gestión del tiempo. Es básico para un desempeño más productivo de la actividad y se refiere a la capacidad para sacar del tiempo el máximo provecho, invirtiendo el necesario a cada cosa que hacemos. Aquí es importante el termino, “ladrones de tiempo” como aquellas actividades o acciones que nos sacan de nuestros objetivos. La persona con falta de organización sabe de qué le hablo.
- Solución de problemas. Entrenar en aquello que tengo que hacer para alcanzar mis objetivos. Conlleva analizar la situación de partida, buscar la mejor alternativa para solucionarla y llevar a cabo un plan de acción. Todo esto evidentemente requiere organización.