Quien más quien menos ha vivido un desamor. Tras esa etapa de enamoramiento, de cosquilleos en el estómago, de vivencias compartidas, hay ocasiones en las que aparece lo que conocemos como mal de amores. “Es una situación de malestar y/o sufrimiento que experimenta una persona ante la ausencia o dificultad de vivir junto con su pareja diferentes situaciones o bien porque no se cumplan algunas características que la propia persona considera que son necesarias en una relación”, nos anticipa el psicólogo Moisés Suárez, de Mundopsicologos.com.
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¿Cómo podemos identificarlo?
Hay, tal y como nos confirma el psicólogo, algunos sentimientos que pueden alertarnos de que nos encontramos ante un mal de amores: aparecen tristeza, ansiedad, desesperanza, duda y sentimientos como la culpa o incluso, en algunos casos, la ira. Todo ello nos cuenta que puede derivar en aislamiento, deterioro de las relaciones sociales, falta de concentración e, incluso, síntomas de depresión. “También es posible ir al extremo opuesto con mayor actividad social, búsqueda constante de actividad sexual, ansiedad y nerviosismo”, nos explica.
El experto cuenta, además, que esta sensación de malestar puede tener diferentes orígenes: puede surgir del rechazo al amor, donde nunca ha habido una correspondencia sentimental del otro, pero también cuando, a pesar de que el otro es compatible, la relación es imposible. Por último, hay casos en los que ha habido una relación pero, por distintos motivos, ha llegado a su fin.
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Las emociones se viven con intensidad
Nos planteamos por qué las emociones relacionadas con el amor se intensifican, tanto las buenas como las malas. “En las diferentes áreas del cerebro, con el amor, se produce el neurotransmisor llamado dopamina, que se encuentra estrechamente relacionado con la motivación y el sistema de recompensa cerebral, por lo que cuando a una persona le parece atractiva otra, las rutas dopaminérgicas se activan con mayor intensidad que cuando la persona no tiene ningún tipo de atracción o amor por la otra. La serotonina, la noradrenalina, el cortisol y la oxitocina también se encuentran bastante presentes en las relaciones de amor y el exceso o defecto de las mismas produce diferentes cambios hormonales que puede hacer a la persona actuar de una manera u otra en función a lo que perciba”, cuenta el experto, ahondando en la razón por la que, debido a la activación de estos y otros neurotransmisores, las emociones relacionadas con el amor se suelen identificar más que con otras personas y/o tipos de relación que existen.
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¿A quién afecta?
¿Qué rasgos se podría decir que tiene una persona que sufre lo que llamamos mal de amores? El psicólogo nos aclara que puede presentarse "no solo en personas con relaciones equilibradas y positivas, sino también en relaciones con poderes desequilibrados y en situaciones de maltrato físico y emocional, al menos inicialmente".
“Normalmente, quien sufre mal de amores no suele tener una idea realista de la relación como tal, sino que se basan mucho en lo que fue, lo que es y lo que podría haber sido, tanto en la relación de pareja como consigo misma. Una de las principales características del mal de amores son las expectativas que la persona se genera de sí misma, de la otra persona y de la relación. Por lo que el mal de amores es una respuesta común a la decepción de no haberse cumplido las expectativas que no se cumplen”, detalla.
Sufrir por amor
Y nos encontramos incluso, aunque pueda parecer una paradoja, con casos en los que se sufre por amor. “Normalmente, se sufre por amor porque en la etapa de enamoramiento se empieza a generar un sentido de propiedad sobre la otra persona que crea el miedo a perder a la pareja. Esta es una creencia muy irracional, pero está estrechamente relacionada con el romance, la química y la emoción durante esta etapa”, explica.
“Pero el sufrimiento por amor también está relacionado con un conjunto de defectos personales que se encuentran inmersos en la cultura e inculca una incomprensión del amor. Por ejemplo, la creencia de que si no sufren por nosotros es que no nos aman, que el amor nos hace perfectos como personas, o que no podemos vivir sin la otra persona. Todos estos valores sociales conducen a la dependencia emocional, que también es responsable de un gran sufrimiento. Esto realmente no es amor, estaría más relacionado con ‘intoxicación’ afectiva”, considera el psicólogo.
Y explica que lo que hay que hacer es no meterse en tal situación, hay que tener presente el triángulo del amor para conseguir un equilibrio interno y, en la pareja, este estaría compuesto por la intimidad, la pasión y el compromiso. “Si la relación se reduce a guiarse por sentimientos, el éxito de la relación ya no va a depender de nosotros mismos, simplemente porque los sentimientos cambian, algunos días quieres más, otros días quieres menos, y depender solo de eso aumenta los sentimientos de ansiedad y dependencia, lo que va a desencadenar en la persona un mayor sufrimiento”, nos cuenta.
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Superar el mal de amores
Tenemos claro cómo se manifiesta. Y toca la segunda parte: aunque quien lo padece puede llegar a dudarlo, ¿se puede superar el mal de amores de forma definitiva?
“El mal de amores no es fácil de superar. En general, lo primero que hay que recordar es que una persona debe aceptar su malestar en la situación en la que se encuentra como algo normal, y el proceso de superación del amor lleva su tiempo. La persona tiene que darse tiempo, pero no cualquier tiempo, sino el tiempo de cambio y aprendizaje, de todas las situaciones que se viven se aprenden cosas, pero normalmente en este tipo de situaciones se tiende a ir a las cosas negativas. Esto es un error si no se hace de una manera constructiva, ya que acabaría destruyendo a la persona y haciéndola entrar en un círculo vicioso del que le resultaría complicado salir”, afirma.
Pero detalla que hay estrategias que pueden ayudar en esta labor: "Si la persona trabaja en sí misma, en su autoconocimiento, hace una autoevaluación de lo sucedido, acepta las cosas buenas y malas que considere que ha hecho o que le hayan hecho, estaría trabajando en su autoestima, lo que le ayudaría a conocerse más a sí misma y superar con el paso del tiempo ese mal de amor que tuvo".
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¿Un proceso largo?
Los grandes amores no se olvidan de la noche a la mañana, ¿es un proceso que puede demorarse en el tiempo? “Está claro que un 'gran amor' no se olvida de la noche a la mañana, ya que esa persona ha sido muy importante en el periodo de tiempo en que haya durado la relación. Me atrevería a decir que un ‘gran amor’ nunca se olvida, por la simple razón de que, para darle ese término, se han tenido que vivir una gran cantidad de situaciones donde la pareja haya salido reconfortada, se hayan enfrentado a adversidades, se han tenido mutuamente y han contado con esa persona en los momentos más importantes que pasaron, le contaron cosas que puede ser que no compartiesen con nadie más, etc”, considera el especialista.
Así, se puede demorar en el tiempo en función de cada persona, y se ha de tener especial cuidado en cómo está sufriendo esta persona y cómo lo está gestionando, ya que si no es de una manera constructiva esa demora puede desencadenar efectos negativos.
“No existe una receta mágica para el mal de amores, pero recuerda que cuando estás pasando por esta difícil transición, lo mejor que puedes hacer es tratar de ser paciente contigo mismo, con el amante que ya no está y con la dinámica de luchar profundamente”, sugiere.
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¿Se necesita ayuda?
En ocasiones, se requiere de ayuda para superar un proceso doloroso tras un desengaño amoroso o una ruptura. “El duelo es el proceso de afrontamiento de la pérdida, que consiste en procesar y aceptar situaciones dolorosas para adaptarse a nuevas realidades tanto internas como externas. Normalmente el término duelo se entiende por llevar a cabo el proceso por la muerte de una persona cercana, pero también se utiliza para cualquier tipo de pérdida que sufra la persona”, comenta el psicólogo.
“Como todo proceso de duelo, se pasa y se experimentan diferentes fases, pudiendo también no pasar por todas o no en el orden que se suelen presentar. En lo que sí se coincide es que cada duelo y persona son únicos, por lo que cada persona va a llevar el proceso de la manera aprendida y que mejor crea. Esto no quiere decir que esté bien o mal, significa que la persona lucha por conseguir un bienestar, hay personas que lo consiguen y no necesitan ayuda de otras personas y hay otras que no, que se les hace más complicado porque no tienen o no han aprendido las estrategias que necesitan para superar el proceso, en este caso, sí que sería necesaria la ayuda profesional. En muchas ocasiones, la persona se anticipa y pide ayuda desde el principio para que le den estrategias que le ayuden a enfrentarse al proceso por el que va a pasar”, puntualiza.
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Consejos útiles
Por último, le preguntamos al psicólogo si nos puede resumir algunos consejos que pueden sernos útiles para superar ese dolor. Y los resume en los siguientes:
-Es importante no aislarse del entorno que rodea a la persona y pasar tiempo con otras personas a su alrededor.
-Expresarse y desahogarse también es importante. Y cada persona puede hacerlo de una manera. El psicólogo apunta que puedes hablar, pero también escribir, pintar, cantar...
-Se aconseja a las personas que no traten de evadirse y de buscar refugio en estímulos que como la comida, la bebida, las compras o, incluso, el sexo, pues solo evitan la angustia, pero pueden, en realidad, generat incomodidad y se puede incluso llegar a tener problemas de adicción.
-Cuando se trata de seres queridos, es recomendable, al menos inicialmente, procesar activamente la información y las emociones y no mantener un contacto constante para evitar sufrir molestias.
-Practicar actividad física también puede ser de gran beneficio.
-Finalmente, si es necesario, como decíamos en el punto anterior, también puede consultar a un experto en psicología para que lo ayude a abordar sus creencias disfuncionales.
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