Objetivo: ser más felices. Sin duda, un buen propósito para estas primeras semanas tras las vacaciones. “Cualquier objetivo que nos planteemos relacionado con nuestro bienestar es positivo, siempre y cuando no idealicemos ser feliz como un estado permanente que hay que alcanzar en todo momento, o nos dejemos llevar por eslóganes de positividad que en el fondo encierran exigencias y que conllevan no asumir o negar emociones, sentimientos o hechos que es bueno afrontar desde un punto de vista realista y constructivo”, nos comenta la psicóloga Laura Palomares, de Avance Psicólogos.
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Combatir el bajón tras los días de descanso
Sin embargo, la vuelta de vacaciones suele coincidir con una etapa en la que nos invade el desánimo, lo que se engloba dentro de la depresión postvacacional, ¿cómo debemos afrontar esta situación? “Entendiendo que siempre necesitamos un periodo de adaptación tras la vuelta y normalizando ese estado a sabiendas de que es transitorio y natural. Que estemos más decaídos al volver de vacaciones no significa que estemos mal o hayamos perdido la alegría. Puede ayudarnos ir recuperando los horarios de sueño habituales poco a poco y unos días antes, no volver a nuestra residencia con el tiempo demasiado apretado, sin que podamos adaptarnos al cambio, y algo muy positivo es planear escapadas para los siguientes fines de semana o guardar si se puede algún día para tener un fin de semana más largo. Esto nos motivará durante la semana que nos readáptanos al trabajo”, sugiere la experta.
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Claves para conseguir ser más felices
Volvamos al propósito: si queremos intentar ser más felices, vivir la vida con más optimismo en este comienzo de curso, ¿cómo podemos conseguirlo, cuáles son las claves para lograrlo? “No hay recetas mágicas, pero algo clave es alcanzar una coherencia entre la vida que hago y los objetivos, necesidades y valores que son importantes para nosotros y dan un sentido a lo que hacemos. Cuánto más consecuentes seamos con ese propósito, acercando nuestros objetivos al modelo o forma de vida que para nosotros es importante tener, más momentos de satisfacción y bienestar sentiremos en nuestro día a día”, recomienda la psicóloga.
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Te puede ser útil
¿Qué nos puede ayudar, desde el punto de vista de la psicología, a ser más felices?
-Momentos de conexión y relación con nuestros seres queridos, de auténtica atención y presencia. Sabemos que cuidar los vínculos es una de las mejores maneras de sentirnos bien y es un potente “antidepresivo”.
-Por supuesto, buscar también momentos de soledad u ocio propio, en el que desarrollar nuestras inquietudes.
-Enfocar los acontecimientos del día a día de forma realista y constructiva, no ideal o “de color de rosa”, pero sí atendiendo al vaso medio lleno. Esto nos ayudará a relativizar. Cómo percibimos e interpretamos lo que nos rodea influye directamente en cómo nos sentimos, y si fijamos nuestra atención solo en lo negativo, bajará nuestro ánimo y motivación.
-Aprender a relacionarnos y comunicarnos desde la asertividad, también va a generar sentimientos de autoconfianza y autoestima muy necesarios para nuestro bienestar.
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Pequeños cambios
Una de las dudas que nos surge es si se puede llegar a ser feliz cambiando solo pequeñas cosas. “A menudo, cambiar pequeños detalles que nos pueden estar estresando, entorpeciendo o generando ansiedad, puede ayudarnos. Desde cambios en los horarios a costumbres para mejorar la calidad de nuestro sueño, a introducir pequeños espacios de ocio durante la semana, sin tener que condensarlo todo en el fin de semana, etc”, comenta.
Y es que detalla que ser feliz es un estado general, en el que también es normal que pueda haber momentos malos o regulares, pero con una buena sensación general o interna relacionada con nuestra calidad de vida y la satisfacción de nuestras inquietudes. “Hay cierta presión social con ser feliz, como si fuera un estado de nirvana al que si no llegamos es porque no hacemos las cosas bien, y eso culpabiliza innecesariamente. Ser feliz o estar bien conlleva un día a día coherente con nuestras necesidades, al menos las alcanzables, y con nuestros valores, en el que caben momentos menos ideales pero que son parte de la vida, como equivocarnos, la incertidumbre o la frustración…”, cuenta Laura Palomares.
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Huir de objetivos ambiciosos
¿Está la clave, tal vez, en conseguir la felicidad en el día a día, sin marcarse objetivos demasiado ambiciosos? “Yo creo que sí. A menudo son las pequeñas cosas las que mayores satisfacciones pueden darnos, si sabemos valorarlas. Si nos entrenamos a través de la meditación o técnicas de mindfulness a estar presentes, en el aquí y ahora, esos pequeños detalles son los ‘pequeños’ refuerzos del día a día que pueden darnos aire y prevenir el estrés. Ser realistas con las expectativas, sin centrarnos todo el tiempo en el rendimiento y alternarlo con disfrute, nos ayudará a sentirnos bien y conservar nuestra calidad de vida”, cuenta.
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¿Qué nos impide alcanzar la felicidad?
Tenemos claro el objetivo, pero no siempre es fácil conseguirlo. Hay que pararse a buscar cuáles son los factores que nos pueden estar impidiendo alcanzar dicha felicidad. Algunas de las actitudes que nos impiden sentirnos bien son las siguientes:
-El exceso de autoexigencia, donde nunca es suficiente.
-Anticiparnos al futuro, de modo que apenas podamos disfrutar el presente.
-Tratar de tenerlo todo controlado, por miedo a la incertidumbre.
-Comparar nuestras vidas con las de los otros sin valorar lo que tenemos.
-Centrarnos solo en los aspectos negativos, sin relativizar o priorizar, son algunas de las actitudes que nos impiden sentirnos bien.
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Ser felices y no darnos cuenta
¿Puede ser que en ocasiones seamos felices, pero realmente no nos demos cuenta? “Muchas veces no valoramos situaciones, momentos, sensaciones, etc., que verdaderamente están siendo momentos de felicidad. Tomar conciencia de ellos es parte importante del aprendizaje en nuestro autocuidado y para desarrollar un apego seguro con quienes nos rodean”, nos cuenta.
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Capacidad de adaptación
Es importante, además, tener capacidad de adaptación a las situaciones que se nos presentan para tratar de ser más felices. “Adaptarse implica asumir un cambio, aceptarlo y modificar actitudes y comportamientos para sobrellevar mejor los obstáculos, frustraciones, incertidumbres, etc. Desarrollar esta capacidad es muy positivo en nuestro día a día y nos hace más resilientes”, comenta la psicóloga, que considera que hay que añadir a todo esto el sentido del humor, saber reírnos de nosotros mismos, desdramatizar y relativizar nuestros errores, o los obstáculos o problemas cotidianos que no revisten gravedad, es otro punto importante que nos hará sentir mejor.
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