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¿Has oído hablar sobre la afantasía, el problema que te impide imaginar?

Se trata de una incapacidad o alteración para visualizar en imágenes conceptos o recuerdos


Actualizado 30 de agosto de 2022 - 10:01 CEST

Si te decimos que imagines una escena de tu infancia, seguro que, casi de inmediato, te vienen a la mente imágenes que rememoran esos momentos, al igual que sucede con los vividos en un viaje hace años. O tal vez no… en el caso de que ocurra esta segunda opción, tal vez puedes padecer lo que los expertos denominan afantasía. “La afantasía es una condición que supone la imposibilidad para la representación visual interna voluntaria; es decir, la incapacidad para evocar a través de imágenes nuestros pensamientos. No se define en la actualidad como una enfermedad, sino como una alteración de la percepción, un patrón diferente de procesamiento cognitivo”, nos anticipa el doctor Javier Camina, neurólogo y vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), con quien hemos hablado sobre este trastorno.

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¿Podríamos decir que es algo así como tener una mente ciega para recordar, rememorar momentos, imaginar basándonos en imágenes?

Se trataría de una incapacidad o alteración para “visualizar” en imágenes conceptos o recuerdos, aunque sin alterar per se su capacidad de imaginación. Sería una imaginación “ciega”, o “sin imágenes”. A menudo estos pacientes también tienen una menor capacidad o una ausencia de evocación a través de otros dominios: olfato, tacto, movimiento, gusto, sensación corporal… y procesan de una manera más reducida la información sensorial de eventos complejos.

¿Es un trastorno que podemos calificar como poco habitual?

Es poco frecuente. Las estimaciones lo sitúan en torno al 1% de la población general. Un proceso relacionado y “opuesto”, la hiperfantasía -condición con una representación visual excesiva y muy vívida-, se estima en un 3% de la población.

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¿Cuáles son los síntomas que nos indican que un paciente puede padecer este problema?

Al tratarse de un proceso vinculado con la capacidad interior del procesamiento visual, es la propia paciente quien identifica su dificultad para imaginar “visualmente”. Tras la primera descripción en 2015 por Adam Zeman, su equipo recibió más de 14.000 emails de personas que se sentían identificadas con la descripción. Debería considerarse en aquellas personas que muestren dificultades para tareas como la memoria visual, el dibujo artístico, o la lectoescritura.

¿Es un trastorno de difícil diagnóstico?

Su caracterización es reciente, por lo que su correcta identificación presenta a menudo cierta incertidumbre. Su confirmación implica una correcta y exhaustiva evaluación visual y neuropsicológica, y a menudo deben descartarse enfermedades neurológicas que impliquen una alteración estructural cerebral con pruebas de imagen como una resonancia magnética.

¿Puede estar vinculado con otros problemas neurológicos?

Por el momento, parece haber una relación con otras entidades como la prosopagnosia (dificultad para el reconocimiento facial, la enfermedad que padece Brad Pitt) y con trastorno del espectro autista. Asimismo, parece vincularse con déficits en la memoria autobiográfica y episódica y en la capacidad de imaginación y planificación de tareas. A menudo, son personas más introvertidas, pero no se ha demostrado relación con enfermedades como la depresión. Por otro lado, debido a la menor “intensidad sensorial” con la que interaccionan con su entorno, podrían ver reducido el riesgo de experimentar nuevamente sensaciones en enfermedades como el trastorno por estrés postraumático.

¿Es un problema que puede afectar a la calidad de vida de la persona que lo padece?

Implica un funcionamiento diferente en el procesamiento visual del entorno y supone un patrón diferente a nivel cognitivo, con una menor capacidad de planificación o flexibilidad en la anticipación. No obstante, las personas con este trastorno son completamente funcionales. A menudo, su alteración en el procesamiento visual se ciñe más a los “objetos o elementos visuales”, conservando una percepción espacial correcta, incluso con un mejor rendimiento en tareas visuoespaciales, lo que le permite destacar en disciplinas técnicas, matemáticas o científicas.

¿Hay solución para este problema?

Simplemente debe interpretarse como un patrón cognitivo diferente, más guiado por un componente más semántico o factual de la información que por su vertiente sensorial -en especial, la visual-, por lo que no es necesario ningún tratamiento o terapia específicos.

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