Sensación de agotamiento extremo, pérdida de capacidad física que impide continuar con el ejercicio. Incluso puedes llegar a sentir que se te acelera la respiración, que tu corazón se desboca, te falla la coordinación y sientes que pierdes el equilibrio. ¿Qué te está pasando? Probablemente, se trate de fatiga muscular, un problema que aparece si has sometido a tu cuerpo a un esfuerzo muy intenso.
En deportistas profesionales también aparece la fatiga muscular
La fatiga muscular no es exclusiva de aquellas personas que no están acostumbradas a entrenar. También se da en profesionales del deporte cuando se someten a una intensidad mayor. Pero en los 'amateur' o principiantes suele darse cuando realizan actividades que requieren esfuerzo y para las que no estaban acostumbrados. También si están haciendo ejercicios de fuerza con cargas desmedidas.
¿Qué podemos hacer para prevenir la fatiga muscular?
Si somos principiantes o llevamos mucho tiempo sin hacer ejercicio, debemos empezar poco a poco y, lo mejor, hacerlo con la ayuda de un profesional del deporte para que nos oriente. Por otro lado, y según nos recomienda Anna Rovira, directora de Outback Nature’s Pharmacy (laboratorio propietario de la marca Kyrocream), podemos adoptar hábitos que nos facilitarán la recuperación y evitarán la fatiga. Estos son algunos de ellos:
Come bien
Hay que comer bien siempre, pero si vas a hacer un esfuerzo físico importante, todavía tienes que comer mejor para dar a tu organismo la energía que necesita. De esta manera, tu cuerpo no recurrirá a las reservas de glucosa, que es lo que puede llevarte a estar más fatigada. Como señala Anna Rovira, el consumo de hidratos de carbono, como por ejemplo un plato de pasta, siempre es una de las opciones más recurridas entre deportistas profesionales y amateurs.
Hidrátate mucho
La hidratación es básica. El almacenamiento de glucógeno va acompañado de agua y si no bebemos se puede reducir un 50% la síntesis de glucógeno muscular. De esta manera se favorece la fatiga muscular. La recomendación de los expertos es que no esperes a tener sed para hidratarte.
“La hidratación cobra una especial importancia en los meses de verano debido al calor. Hay que reponer líquidos constantemente, ya que con la actividad física se pierde aún más agua que en otras épocas del año a través del sudor. El agua, un aumento en el consumo de verduras y frutas y las bebidas isotónicas en ejercicio de larga duración o de alta intensidad no deben faltar”, añade Eva M Bautista nutricionista de BluaU.
Duerme las horas necesarias
Es fundamental dormir las horas adecuadas, sobre 7-8h en adultos de mediana edad. El descanso favorecerá a nuestro rendimiento deportivo, evitará la aparición de fatiga muscular, y nos permitirá afrontar con más energía la rutina laboral y el resto del día.
Entrena con cabeza
No te pases con los entrenamientos y escucha tu cuerpo. Es mejor avanzar poco a poco que ser demasiado exigente con tu cuerpo y que este se agote. Cuando lo sometes a un sobreesfuerzo, tu cuerpo se fatiga, por lo que debes adaptar tu entrenamiento a tu condición física. Si entrenas con cargas, auméntala poco a poco.
Calienta y estira
El calentamiento antes de empezar a entrenar y el estiramiento final son cruciales para aprovechar al máximo el ejercicio y no lesionarte. Además, mejorará tu rendimiento. Dedica entre cinco y diez minutos a cada parte. Si has ejercitado más una zona de tu cuerpo, sería ideal que hicieras ejercicios de estiramiento especifíco.
- Ejercicios de calentamiento que ayudan a preparar tu cuerpo
Aplícate una crema de recuperación muscular
Tras una sesión de ejercicio físico, siempre resulta beneficioso masajear la zona de tu cuerpo que has trabajado. De esta forma el músculo se relaja y se destensa y, a su vez, se combate la aparición de la fatiga muscular. ¿Cómo ponerlo en práctica? Mediante un ligero masaje con una crema específica para la recuperación muscular.
Cuidado con el calor
También es muy importante recordar que cuando se hace ejercicio en verano, el cuerpo sufre más. En concreto, los incrementos bruscos de la temperatura corporal unidos a la deshidratación generan una serie de cambios fisiológicos y problemas en el cuerpo.
Por ello, es importante prestar atención a los signos y conocer los síntomas que pueden ocasionar la subida de las temperaturas:
Entre estos se encuentran los calambres musculares, la fatiga, el dolor de cabeza, náuseas y vómitos, mareos o aturdimiento, presión arterial baja, aumento de la frecuencia cardíaca o problemas de visión.
Si notamos que aparecen estas señales, hay que parar de inmediato, beber agua, disminuir la temperatura corporal y, si lo estimamos conveniente, avisar a un compañero o a emergencias.
“Cuando el cuerpo se calienta demasiado puede sufrir problemas importantes. Para evitar que esto pase, el cuerpo envía más sangre para que circule por la piel y así facilitar la transferencia del exceso del calor al ambiente de diferentes formas. Si la humedad también es alta, el cuerpo se enfrenta a un estrés muy alto porque el sudor no se evapora fácilmente de la piel, lo que hace que se eleve aún más la temperatura corporal. En condiciones normales, la piel y los vasos sanguíneos se ajustarían al calor, pero si el cuerpo está expuesto a altas temperaturas durante mucho tiempo, estos sistemas de enfriamiento pueden fallar”, explica Jesús Hernández, entrenador de BluaU de Sanitas.
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