Hay un buen número de trastornos y obsesiones relacionados con la manera en la que comemos y con la percepción que tenemos de cómo afecta a nuestro físico esa alimentación. Partimos de la idea clara de que las obsesiones no nos hacen bien. Tampoco una que nos lleva a obsesionarnos con la dieta, a contar de forma constante las calorías. Hablamos de la permarexia, una enfermedad que, tal y como nos cuentan los expertos de PsicoPartner, consiste en una obsesión por adelgazar (junto a otras obsesiones) y que se manifiesta por el excesivo celo a la hora de ingerir productos, leer sus etiquetas…
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Una obsesión que no es sana
Por su parte, para la psicóloga de Clínicas Origen, Pilar Conde, vivir contando calorías y/o subido a la báscula se ha convertido en algo más común de lo que sería deseable, ya que ha entrado en el terreno de las obsesiones y se puede llegar a relacionar con los trastornos ligados a la autoestima y a la imagen personal. “La preocupación excesiva por cómo nos vemos y por cómo nos ven los demás, se ha multiplicado en la última década, y uno de los factores que influye son los miles y hasta millones de ojos que observan a través de las redes sociales”, cuenta la experta.
No podemos perder de vista, por lo tanto, que los problemas relacionados con la imagen y con la alimentación van en aumento. “Vivimos en un mundo donde la imagen se sobrevalora, igual que ciertos cánones de belleza”, nos explican. Pero señalan algo importante en el otro extremo: por otra parte, estamos en un cambio a mejor en cuanto al peso que podríamos llamar ‘de moda’. “Ya no se lleva la delgadez de los noventa y de los 2000; el body positive, junto a la lucha y la información contra la anorexia y la bulimia, han hecho que nuestros jóvenes tengan más herramientas con las que defenderse de esta presión”, comenta.
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Así se manifiesta
¿Cuáles son los síntomas que nos pueden alertar de que estamos ante este problema de salud?
- Contar calorías.
- Leer etiquetas.
- Tendencia a la obsesión.
- Realizar más de dos o tres dietas distintas en pocas semanas.
- Restringir alimentos necesarios para la salud.
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Por qué llegamos a esta situación
Toca buscar, además, las causas que nos pueden llevar a padecer este problema. Los psicólogos hacen referencia a tres aspectos importantes, como son la baja autoestima, la inestabilidad emocional y la neurosis. “Las personas inestables necesitan controlar los aspectos físicos y formales del exterior, para sentir un poco de paz y confort en su interior”, explican, a la vez que añaden que se puede prevenir, utilizando la información y ayudando a elevar la autoestima de los más jóvenes, una población especialmente frágil ante estos problemas. Y es que no podemos olvidar que los trastornos de la conducta alimentaria acostumbran a aparecer en la etapa de la adolescencia, “con una mayor prevalencia en mujeres de entre los 12 y 18 años”.
Más habitual entre las mujeres
De nuevo, vemos que es un problema más habitual entre las mujeres y nos preguntamos los motivos. “Existen varios factores. El modelo imperante en general ensalza los valores estéticos de delgadez, como sinónimo de belleza. El machismo hace apología de la delgadez, pero solo en las mujeres. La publicidad sobre cómo perder peso va dirigida a mujeres. La sociedad envía a las mujeres constantemente este mensaje: “Adelgaza para estar más guapa”. Si a esto se le suman determinados rasgos de personalidad (inseguridad, perfeccionamiento, obsesividad, etc.) más frecuentes en mujeres…”, reflexionan los expertos.
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Una vez diagnosticado, ¿cuál es el tratamiento que se debería seguir?
Los profesionales nos cuentan que el caso de cada paciente es diferente, pero indican que, en general, se tienen que trabajar pensamientos que sean irracionales relacionados con el cuerpo, y con la obsesión de tener un cuerpo delgado para elevar la autoestima de la persona. “Otra de las estrategias es trabajar los rasgos obsesivos del paciente”, concluyen.
En estos entornos, Pilar Conde considera que se precisa de un doble apoyo para superar el problema: el del psicólogo y el de un nutricionista. Ambos se enfrentan al reto de hacer frente a esos hábitos inadecuados, tanto alimentarios y de deporte como emocionales. El apoyo de nuestros grupos sociales resultará también vital en este sentido, puesto que reforzará las nuevas rutinas de alimentación y ayudará a su cumplimiento.