Verano y romance son dos palabras que parecen ir de la mano. Son los llamados amores de verano, intensos, apasionados, inolvidables… pero, cuando vivimos un romance en verano, ¿realmente nos enamoramos? “Los amores de verano suelen sobreestimarse cuando los vivimos, debido a su intensidad y a las circunstancias ideales que los rodean. Puede ocurrir, y muchas parejas se han conocido como ‘amores de verano’, pero lo normal es que pase a medida que volvemos a la rutina del día a día y se pierda el contacto con el otro progresivamente”, nos cuenta la psicóloga Laura Palomares, de Avance Psicólogos.
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Relaciones intensas
Una de las características que suele repetirse en estos romances estivales es la intensidad. “El contexto de vacaciones, relax, falta de obligaciones y muchos momentos de ocio y aire libre, predisponen a vivir cualquier experiencia de una manera más intensa. También estamos más receptivos a nuevas experiencias y a conocer a gente, lo que nos predispone a fijarnos en otras personas y dejarnos llevar”, nos cuenta sobre este aspecto la psicóloga.
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El relax del verano
Sin duda, influye el estado de relajación que vivimos en verano en estos romances veraniegos. “Poder disfrutar más del aquí y ahora, sin pensamientos de anticipación de lo que tenemos que hacer, poder disfrutar de un horario que no está regido por obligaciones…, conlleva un estado de relajación que nos ayuda a sentir las emociones con más intensidad y digamos que sin interferencias”, nos comenta la especialista.
El papel de las hormonas
Y también hace mención a otro aspecto importante: el hormonal. “También nuestras hormonas ayudan, ya que durante las vacaciones segregamos más dopamina y endorfinas, que nos predisponen a la actividad y el buen ánimo, gracias entre otras cosas, a que se reduce el estrés, realizamos más actividades físicas y a que hay más horas de luz”, cuenta.
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¿Tienen ‘fecha de caducidad’?
En ocasiones, van relacionados con pasiones efímeras que, en general, van unidas a una fecha de fin. “El estado de enamoramiento dura un tiempo y es finito, por lo que si mientras dura no se cuida o alimenta el vínculo, es difícil que la relación se mantenga.
A menudo el otro es de otra ciudad o país y la distancia física es uno de los factores que más influyen a la hora de impedir el vínculo. Además, la realidad se impone, y los horarios, rutinas y obligaciones pueden no permitir resonar con el otro en el mismo estado de calma que al conocerle, y dificultar que se cree el vínculo necesario que permita pasar de la fase de enamoramiento a la más estable del amor”, nos comenta Laura Palomares.
¿Qué nos aportan?
Le planteamos a la experta qué nos pueden aportar los amores de verano desde el punto de vista psicológico, de las emociones. “El estado de enamoramiento está repleto de emociones intensas y positivas, por lo general. En ocasiones, son las primeras experiencias amorosas durante la pubertad y la adolescencia, lo que enseña a conocerse en pareja y a experimentar para aprender a ser pareja. La ilusión, el divertimento, dejarse llevar y permitirse sentir siempre es positivo. Desconectar y descubrir aspectos de uno, que a veces no se conocen si no se viven experiencias intensas son aspectos positivos que nos llevamos de los amores de verano”, explica.
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Pros y contras de estas relaciones
Lo cierto es que, de la misma manera que los aspectos positivos de la relación se viven con demasiada intensidad, puede ocurrir lo mismo con los aspectos negativos y sentir en exceso los momentos menos positivos de la relación. “También podemos precipitarnos a la hora de tomar decisiones durante un amor de verano, precisamente porque lo idealizamos y sobre valoramos el nivel de compromiso que tanto el otro como nosotros pueda tener realmente”, nos cuenta la psicóloga.
Se prolongan en el tiempo
Lo cierto es que hay relaciones que empiezan con un amor de verano que sí que son duraderas, que van más allá de estos meses de verano. ¿Cuáles son las claves para que un amor de verano perdure en el tiempo? “La clave, conscientes de que la fase de enamoramiento pasa dando lugar a otra a la que llamamos amor, es cuidar que pueda favorecerse el vínculo manteniendo el contacto con el otro y buscando espacios comunes. No idealizar la fase de enamoramiento es muy importante para poder llegar a la siguiente, la fase amorosa, valorándola también en su justa medida y entendiendo que la pasión no puede mantenerse siempre en los mismos niveles”, cuenta la psicóloga.
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Cómo detectar que es solo un amor de verano
¿Tenemos pistas a nuestro alcance que nos pueden alertar de que es solo un amor de verano? “Cuando las emociones son muy intensas pero inconsistentes y no duran demasiado en el tiempo, nos pueden estar dando esa pista. Si nos escuchamos y vemos que nuestra atención hacia el otro es variable, nos fijamos en otras personas, y lo que hoy era vital a los días no lo es tanto, quizá nos esté indicando que se trata de una experiencia intensa y bonita, pero más transitoria de lo que nos pueda parecer”, concluye la experta.