Te fascinan las sandalias, estás deseando mostrar tu flamante pedicura, pero, en ocasiones, aparecen compañeras inesperadas, muy unidas al calzado de verano en estos meses de calor: ampollas y rozaduras. Sin duda, los daños colaterales de no utilizar medias o calcetines. “En verano es más habitual que salgan ampollas y rozaduras, ya que estas ocurren por fricción y, además, la piel está más húmeda. La forma de evitarlo, en el caso del calzado, es elegir un número adecuado a tu talla, ni demasiado ancho ni estrecho; habituarse al calzado nuevo de forma paulatina, para que la piel se vaya acostumbrando a él; utilizar calzado específico, por ejemplo, en el caso del deporte; uso de apósitos para evitar que haya fricción y se forme la ampolla; uso de calcetines cuando sea posible”, nos cuenta Belén Acero, farmacéutica titular de Farmacia Avenida de América, quien también hace mención a la posible aparición de ampollas en las manos, menos frecuente, pero que también conviene tener en cuenta. En ese caso sugiere el uso de guantes a la hora de hacer algún deporte o utilizar alguna herramienta para evitarlas.
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¿Por qué aparecen las ampollas?
Le preguntamos a la experta por qué salen ampollas en los pies de forma frecuente en estos meses de calor. “En verano no usamos calcetín, cambiamos de calzado, además, las ampollas se producen de forma más habitual cuando la piel está húmeda (en verano por la sudoración es normal). Son estos los factores”, nos dice. Y nos avisa de un dato que tal vez no tenemos en cuenta en ocasiones: “Con las altas temperaturas, el pie, a lo largo del día, por la retención de líquidos, aumenta de tamaño, así que un calzado que por la mañana no ejercer roce, por la tarde/noche sí puede rozar”.
¿Hay personas más propensas a padecerlas? La farmacéutica nos aclara que es más fácil que se produzcan ampollas si la piel de la persona está deshidratada, por lo que recomendaría mantener una piel lo más hidratada y elástica posible, mediante el uso de cremas.
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Aliviar el dolor
Pese a que tratemos de evitarlas, en ocasiones aparecen. Una vez que lo hacen, ¿cómo podemos intentar aliviar el dolor? “Lo primero es mantener la ampolla limpia (lavarla con agua y jabón), y cubrirla, bien con un calcetín, o bien con una gasa o apósito siliconado, para que no haya fricción contra el zapato que la empeore”, nos explica la farmacéutica.
¿Cuáles son los pasos para conseguir que se cure la rozadura? Belén Acero nos cuenta que hay que mantenerla limpia (agua y jabón o con un antiséptico tipo clorhexidina) y luego cubrirla con venda, apósito… para evitar que se produzca la fricción. “En el caso de que duela mucho, se puede drenar, pero siempre intentando proteger la piel, porque es una entrada para patógenos, bacterias... que pueden provocar una infección y que vaya a peor. Un apósito hidrocoloide es ideal para acelerar la cicatrización de heridas húmedas, gracias a su doble función. Por una parte, aísla la zona de suciedad y bacterias y, por otra, aumenta la regeneración celular y, por tanto, hace que la herida se cure más rápido”, apunta.
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¿Es malo explotar las ampollas?
Una de las preguntas que se hacen muchas personas es si deben o no deben explotarse las ampollas. “Lo ideal es no explotarlas, ya que podría darse una infección. Solo en el caso de que la ampolla sea muy grande o duela, podríamos drenarla, que no explotarla. Esto lo ideal es que lo haga el médico, pero si lo vamos a hacer nosotros, debemos mantener unas condiciones de asepsia para que la herida no se infecte. Nos lavaremos las manos con agua y jabón, desinfectaremos la herida con clorhexidina o povidona iodada, y procederemos a pinchar la ampolla con una aguja estéril por el borde y sin manipular la piel, para que el líquido salga solo, en la medida de lo posible”, cuenta la farmacéutica, que nos explica que los días posteriores habrá que vigilar que no se produzcan signos de infección como enrojecimiento, hinchazón o calor en la zona, y seguir manteniendo unas condiciones exhaustivas de higiene.
Le planteamos, por último, si hay remedios caseros que nos pueden ayudar a minimizar el daño. “El único remedio casero que recomendaría sería lavar muy bien la zona con agua y jabón, lo demás podría no tener las condiciones de asepsia necesarias y acabar creando una infección”, concluye.