El efecto mariposa fue acuñado por el meteorólogo Edward Lorenz en los 60. Es la esencia de la teoría del caos, descrita por el científico James Yorke en 1975, y viene a recordarnos algo muy importante que tenemos que tener siempre presente: todo tiene una consecuencia, pero el mundo no siempre sigue un patrón predecible y es imposible anticiparnos a algunos eventos.
Aunque Yorke acuñó esta teoría relacionándolo con las matemáticas fundamentalmente, lo cierto es que tiene un gran impacto en el comportamiento humano. Es más, este científico ya afirmó que las personas que suelen tener más éxito son aquellas que siempre tienen un plan b. Y es que no todo puede salir como pensábamos y es indispensable tener tolerancia a la frustración y a la incertidumbre.
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El efecto mariposa y la teoría del caos
Esta teoría indica que todas las cosas están conectadas y que las cosas más pequeñas pueden provocar grandes impactos. Se ilustra con la imagen del aleteo de una mariposa en Brasil que podría provocar un tornado en Texas. Obviamente, esto no puede ocurrir, pero es una buena aproximación a la idea de los pequeños eventos pueden actuar como catalizadores de algo más grande.
Y esta es precisamente su aplicación en psicología. El efecto mariposa y la teoría del caos vienen a decir que cualquier cosa que hagamos, por insignificante que sea, podrá tener consecuencias en el futuro. Sin embargo, ese futuro es incierto, por lo que no debemos actuar pensando en las recompensas o fatalidades que podrían acarrear nuestras acciones, sino centrarnos en el presente con la mayor atención y tratar de hacer las cosas bien.
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Cómo aplicar estas teorías en nuestra vida cotidiana
Vivimos rodeados de caos. Afecta a la biología, a la meteorología, incluso, a la medicina, a la psiquiatría y a la psicología. Por tanto, debemos estar preparados para cualquier cosa que pueda pasar, sin estar obsesionados en los cambios que pueden suceder en nuestras vidas. Estas teorías también nos enseñan que las pequeñas cosas importan. Y debemos tener en cuenta que, hagamos lo que hagamos, sin importar lo trivial que sea, siempre tendrá alguna respuesta y afectará a algo o a alguien. Al igual que el momento actual que estamos viviendo es fruto de una acción anterior. Por tanto, hay que hacer pequeñas cosas cada día. Esa tarea que no te gusta, empezar el libro que siempre dices que quieres leer, hacer un favor a alguien o meditar bien lo que vas a decir.
El efecto mariposa y la teoría del caos también nos enseñan a ser constantes y persistentes. Toma la frase de Ovidio como ejemplo: 'El agua que gotea ahueca la piedra, no por su fuerza, sino por su persistencia'. Por tanto, cada día hay que esforzarse un poco más en conseguir aquello que nos hemos propuesto. Aunque se trate de un objetivo que apenas podamos tocar, con constancia y trabajo diario podemos llegar a lograrlo.
También tenemos que tener en cuenta que, debido a que la vida es tan impredecible, nunca podremos, como decíamos, saber qué sucederá en el futuro. Pero sí podemos hacer buenas acciones para que tengan un efecto positivo a largo plazo. Ocurre lo mismo con los pensamientos. Si poco a poco cambiamos los negativos por positivos, finalmente, lograremos un cambio en nuestra forma de ver la vida. Y nos ayudará a vencer el desasosiego que puede provocar enfrentarse a una adversidad.
Como señala el psicólogo clínico Jorge Cantero, autor del libro 'Nunca te rindas' (ed. Urano) "las crisis y las tragedias nos ocurren a todos, son inevitables, y luego, aunque sea tanto o más doloroso que la causa misma que nos llevó hasta ellas, hay que recoger los pedazos y seguir adelante. Cuando las cosas van bien, cuando todo fluye y el viento sopla a nuestro favor, vivir parece una tarea sencilla. Sin embargo, tan pronto como aparece la adversidad, el mundo parece desmoronarse alrededor y nuestro espacio interior se desordena. Es entonces cuando debemos trabajar para sacar la mejor versión de nosotros mismos".
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