La depresión es una de las enfermedades peor comprendidas por la sociedad. Además del estigma, muchos asociamos este problema de salud mental con la tristeza. Y aunque las personas deprimidas sí pueden estar tristes, hay otras manifestaciones como la pérdida de interés por aquellas cosas que antes gustaban, la apatía, las alteraciones en la libido o, incluso, la irritabilidad. Asimismo, hay síntomas físicos que pueden pasar por alto. Por ejemplo, el vientre hinchado, los problemas de tránsito intestinal u otros pueden ser señales de depresión, una enfermedad que afecta doblemente a las mujeres que a los hombres y que ha aumentado un 28% afectando a personas cada vez más jóvenes debido a la pandemia.
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¿Por qué aparece la depresión?
Tal como señalaron los expertos reunidos en el XX Seminario Lundbeck, existen factores biológicos que provocan esta diferencia de género. Por ejemplo, el cerebro de la mujer es más vulnerable al estrés. “A nivel biológico, parece que las estructuras cerebrales de la mujer se ven más afectadas por la exposición al estrés y las fluctuaciones de los niveles hormonales van a condicionar la presentación de la depresión. De hecho, los episodios depresivos empiezan con la aparición de la menstruación y los momentos de mayor riesgo son el postparto, la gestación y la perimenopausia”, explica la presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, la Dra. Marina Marsá, que además es Jefe de Sección de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos.
Las hormonas también son las responsables de estas diferencias. "Estas influyen en la transmisión de las sinapsis de las neuronas", indica la experta. De hecho, las fluctuaciones hormonales durante la etapa fértil de la mujer influyen en la serotonina, la dopamina y todo ello condiciona la calidad del sueño, el aprendizaje, el estado de ánimo y la vulnerabilidad al estrés. Otros factores que influyen son el entorno, la presión social, ser o no ser madre, el nido vacío, la violencia de género, los abusos sexuales, problemas de pareja, abortos, etc. "La suma de todos estos factores aumenta el riesgo de depresión", asegura Marsá.
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¿Podemos tener depresión y no saberlo?
La respuesta es sí, asegura la Dra. Verónica Olmo Dorado, médico de atención primaria en el Centro de Salud Torreblanca (Sevilla) y miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental SEMERGEN. De hecho, "hay un tipo de depresión que denominamos depresión enmascarada que cursa con síntomas atípicos, que se expresan sobre todo a nivel corporal, quedando en un segundo plano los síntomas psicológicos de la depresión. Este tipo de depresión se da con más frecuencia entre los 25 y los 40 años y predomina en el sexo femenino".
Es un problema muy común y suele presentarse con manifestaciones leves o moderadas de los trastornos depresivos, aunque a veces, si se mantienen en el tiempo, pueden agravarse.
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El dolor, vientre hinchado, dermatitis, síntomas de depresión
Dentro del grupo de síntomas relacionados con el dolor como forma de presentación de la depresión, las cefaleas o dolores de cabeza son uno de los síntomas más frecuentes. Generalmente, "son cefaleas de carácter tensional, es decir, difusas con sensación de opresión en la cabeza y en región cervical-occipital y de una intensidad leve moderada", indica la especialista en atención primaria.
Otros dolores que podrían estar asociados a esta patología son el dolor pélvico crónico, la fibromialgia, el dolor torácico atípico, dolores articulares, dolores de piernas o el dolor lumbar crónico.
Los problemas digestivos también puede ser una señal no conocida de depresión. "Encontramos náuseas, diarreas, estreñimiento, distensión abdominal y gases, dolor abdominal inespecífico o lo que se denomina colon irritable".
La depresión también se manifiesta en la piel. También es posible encontrar síntomas que se expresan en la piel en una depresión enmascarada. Por ejemplo, el prurito (picor), el eccema y la alopecia podrían estar relacionadas con esta enfermedad.
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¿Qué otros síntomas podrían alertarnos?
Los mareos o los vértigos son otras manifestaciones que pueden ser señales de depresión y que quizá no lo asociemos con esta enfermedad. "A pesar de que se dan con más frecuencia en el trastorno de ansiedad, también pueden manifestarse en la depresión. De hecho, en la mayoría de las ocasiones el trastorno depresivo suele estar asociado al trastorno de ansiedad, solapándose síntomas de ambas enfermedades", indica la Dra. Olmo.
La experta apunta a otros síntomas físicos que también enmascaran una depresión. Es el caso de la debilidad, la fatiga, el insomnio, la falta de atención, las pérdidas de memoria, la pérdida de peso, la inquietud, el pensamiento enlentecido y las palpitaciones.
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Busca ayuda si sospechas que tienes depresión
"En la depresión estás más cerca de la muerte que de la vida", asegura la escultora e ilustradora Meritxell Durán, que ha escrito el libro ilustrado ‘Depresión o Victoria. Crónica de una batalla’. Esta paciente ha vivido de los 35 a los 50 años un infierno y pide que la sociedad tolere mejor esta enfermedad que puede sufrir cualquier persona.
Durán recuerda que evitar vivir siempre proyectados en algo mejor mientras la vida pasa y tener mucho respeto por lo que nos decimos a nosotros mismos. "Hay que buscar siempre la calidad de nuestros pensamientos". Y, por supuesto, pedir ayuda para que un médico nos dé el tratamiento más adecuado. Los fármacos, combinados con psicoterapia, terapias de grupo, así como tratar de mantener una vida más saludable, comiendo bien, haciendo ejercicio, evitando los tóxicos y acudiendo a técnicas de relajación como la meditación, pueden salvarte la vida.
Esta creativa también insiste en que el apoyo del entorno es fundamental y que las personas que conviven con un paciente depresivo deben saber cómo darle la ayuda que necesitan, sin palabras huecas. Por ejemplo, los expertos reunidos en el Seminario Lunbeck sobre la depresión sostienen que hay que entender su sufrimiento. Además, nos dan los siguientes consejos para una mejor convivencia y apoyo:
- No se les puede decir que se levanten, porque no pueden.
- Hay que decirles que les acompañamos, aunque estén mal.
- Comprender que 'esa' no es 'la' persona, sino la enfermedad.
- También es recomendable protegerse a uno mismo.
- Y animar a acudir a terapia de grupo.