¿Somos personas competitivas por naturaleza? ¿Nacemos así o se nos va formando un carácter competitivo a medida que crecemos e interactuamos con las personas de nuestro alrededor? ¿Es bueno o malo ser competitivo? ¿Nos puede traer problemas o, por el contrario, nos ayuda a superarnos? Desgranamos cuáles son los rasgos de las personas competitivas y resolvemos la duda de si es un aspecto positivo o para mejorar de nuestra personalidad.
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Nacemos o nos hacemos competitivos
Hay personas que son más competitivas que otras. Los deportistas, por ejemplo, compiten todo el tiempo. En el trabajo, seguro que conocemos a compañeros que lo son. Quizá nosotros mismos nos identifiquemos con esta característica de la personalidad. Pero, ¿cuáles son exactamente estos rasgos? Sobre todo, ¿nacemos o nos hacemos competitivos?
"Como en cualquier rasgo de la personalidad humana puede tener varios componentes. Uno genético que tiene que ver con rasgos que, seguramente, fueran adaptativos para mejorar nuestras posibilidades de luchar por los pocos recursos existentes y que forman parte de nuestra herencia biológica. Eso lo podemos ver en niños muy pequeños", nos explica el psicólogo José Martín del Pliego.
Otros factores son los educacionales, donde hay familias en las que se refuerza esa energía por luchar por los objetivos de forma muy intensa y que forma parte de un estilo, de una forma de ser aprendida en nuestro entorno.
Hay un tercer factor más personal que tiene que ver con la historia de cada persona. "En consulta nos podemos encontrar a personas con este rasgo, que tratan de esconder una parte del yo, en la que en su momento les hicieron sentir que no valían, que no eran suficiente. Para no conectar con ese dolor, de forma adaptativa aparece una parte protectora que trata de ser muy adecuada en todo lo que hace para no conectar con esa otra parte dañada, que suele ser infantil, de cuando somos pequeños; y, a veces, es totalmente inconsciente", añade.
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¿Es algo bueno o malo?
Ser competitivo no deja de ser energía que usamos para alcanzar nuestros objetivos. Sin embargo, esta forma de ser puede ser algo positivo o negativo, según hagamos uso de la competitividad. "Si nos sirve para crecer, para plantearnos nuevos retos en los que salimos de nuestra zona de seguridad y nos sirve para sentirnos motivados y conectados con la actividad objeto de esa competitividad, puede ser un rasgo positivo. Tenemos muchos ejemplos de esto en el mundo del deporte", afirma Martín del Pliego.
Sin embargo, si se convierte en algo obsesivo, que me hace descuidar el resto de las áreas de la vida, si genera problemas en mis relaciones interpersonales, con la pareja, familia o amigos, entonces podemos estar hablando de un problema. "También lo sería si, en la necesidad de competir, paso por encima de las personas con las que compito, poniendo el objetivo final por encima de todo", advierte el psicólogo.
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Rasgos positivos de ser competitivos
- Como rasgos positivos diríamos que son personas muy motivadas en alcanzar lo que desean y harán todo lo que esté en su mano para conseguirlo. Dedican más tiempo y más energía que los demás en aquello que buscan.
- Asimismo, les hace más poderosos, tener una buena resistencia a la frustración que les haga mantener la lucha pese a las dificultades. De lo contrario, pueden tener alteraciones en su estado de ánimo.
- Meten más tiempo en su área de actividad y están en una continua necesidad de crecimiento. Requieren de estímulos nuevos y potentes dentro de su actividad.
- No les importa, incluso lo prefieren, salir de su zona de seguridad, lo que les mantiene en un estado continuo de activación que ellos sienten como placentera.
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Cuando ser competitivo se convierte en un rasgo negativo
En algunos casos, hay personas en las que la competitividad se convierte en un problema.
- Estos individuos, como indica el experto en psicología, tienen características similares al resto de los competitivos, solo que pueden llegar a ser más hostiles y agresivos en las búsquedas de sus objetivos.
- No hay nada que se les ponga por delante y pueden resultar desde fuera muy intimidantes. Son, además, muy impacientes con todo, de tal manera que si trabajan con otros pueden hostigarles hasta conseguir lo que desean.
- Si son jefes, pueden causar muchas bajas laborales en su entorno. Pueden tener un tipo de comunicación verbal y no verbal agresivo y demandante.
- Están sobrecargados, ansiosos e irritables y les cuesta mucho desconectar.
- Todo gira en torno a sus necesidades y lo emocional y relacional lo pasan a un segundo plano. Son el tipo de personas que acaban con problemas de salud vascular a edad muy temprana.
Como conclusión, ser una persona competitiva, si se enfoca hacia el crecimiento y la mejora, es algo positivo. Sin embargo, si se compite sin escrúpulos o sin respeto, puede hacer mucho daño a los demás.
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