Piensas en relax y piensas en masaje. Es una relación de ideas casi inmediata. Y es que cuando nos dan un masaje, le hacemos mucho bien a nuestro cuerpo -ayudando, por ejemplo, a descontracturar-, pero también a nuestra mente. Los masajes pueden ser positivos incluso para nuestras emociones. Así nos lo explican los expertos del centro O3 Termal, donde proponen su masaje emodiafragmático. “En el equipo entendemos que la belleza o estar bella es mucho más que tener la piel bonita: también es que nuestras emociones estén en equilibrio y se reflejen de manera positiva en nuestro rostro y en nuestra expresividad”, nos anticipa Paola Palacios, gerente del centro barcelonés. Y la pandemia ha tenido que ver en el éxito de la demanda de estos tratamientos que no solo mejoran a nivel físico. “A raíz de la pandemia, nos percatamos que la mayoría de nuestros clientes que venían a realizarse un masaje descontracturante o relajante también presentaban un bloqueo en la zona superior del abdomen. Es así como, a partir de técnicas de masaje coreanas, de osteopatía sacrocraneal, quiromasaje, drenaje linfático y kinesiología fuimos dando forma a un protocolo en constante cambio y adaptabilidad”, nos cuentan.
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Desbloquear el diafragma y las emociones
Pero, ¿en qué consiste el masaje de desbloqueo del diafragma y de las emociones? ¿Puede incluso el masaje ser útil para personas que están pasando un momento emocional complicado? “Es fundamental relajar el conocido como ‘nervio vago’, que conecta el tronco cerebral con casi todos los órganos del cuerpo. De esta manera, conseguimos que el cuerpo del cliente se encuentre predispuesto para ‘dejarnos entrar’ y trabajar. Conseguimos desbloquear el diafragma y conocer en qué punto está la movilidad del tejido y su nivel de rigidez, lo que nos indica el nivel de ansiedad de la persona”, detallan.
Eso sí, es fundamental tratar de adaptarse al estado físico y anímico de la persona en ese momento. “Si detectamos un alto nivel de ansiedad, omitimos determinados movimientos en las primeras sesiones, sería como pelar una cebolla de golpe. En estos casos, vamos a un ritmo mucho más lento, calentando musculatura y llevando sangre oxigenada a zona. Cuando percibimos que se trata de una persona con un ritmo más acelerado, más ‘volcán’, nos centramos en bajar el ‘yang’ y en drenar los órganos con movimientos lentos y pausados. En ambos casos, el objetivo es abrir el diafragma y ayudar al paciente en la respiración. No sería exagerado decir que el 90% de las personas no sabemos respirar, sobre todo cuando la respiración nos debe ayudar a relajarnos”, apunta.
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Beneficios a nivel emocional
Los expertos nos resumen qué beneficios puede aportarnos el masaje en relación con nuestras emociones.
-En primer lugar, señalan al bienestar, la relajación y la sensación de “apertura”, de ligereza.
-También facilitamos el drenaje del colón, lo que afecta positivamente en nuestro ritmo intestinal.
- Más beneficios: ayudamos a que fluyan todas las emociones que llegan a nuestro cuerpo y que desaparezca esa sensación de tener una “pelota” en la zona superior del abdomen y el corazón.
“Este tipo de masaje se puede realizar, incluso, semanalmente (se recomienda un mínimo de tres sesiones, según el estado emocional de cada persona). A excepción de embarazadas y en personas que estén en procesos oncológicos”, nos dicen, haciendo referencia a otras opciones de masaje terapéutico, como son sedativo, neurorelajante y emocervical.
¿Podemos conseguir, entonces, viajar hacia nuestro mundo interior a través de la piel? Los expertos así lo consideran, pues a través de las manos del terapeuta que realiza el masaje (de su calor, su energía…) podemos acceder a las distintas “capas” de nuestro estado anímico y de nuestras emociones. En todo momento, se intenta encontrar el equilibrio cuerpo-mente-estado anímico.