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Enfermedades

Diabetes e hígado graso, ¿cuál es el vínculo entre estos dos problemas de salud?

Entre el 50% y el 80% de las personas diabéticas presentan también esta patología hepática


Actualizado 12 de mayo de 2022 - 13:42 CEST

¿Sabías que dos enfermedades como la diabetes y el hígado graso pueden estar muy vinculadas? De hecho, existe un elevado porcentaje de pacientes que padece ambas.  “La persona con diabetes suma con frecuencia otras comorbilidades que incrementan más aún su elevado riesgo vascular, como puede ser el hígado graso, entidad presente entre el 50%-80% de los pacientes diabéticos según las series, o la dislipemia, entidades ambas con importantes novedades terapéuticas en los últimos años que se han debatido y analizado en la reunión para realizar un correcto abordaje de las mismas”, explicaba del Dr. Pedro Pablo Casado, médico internista en el Hospital Universitario La Princesa de Madrid y nuevo coordinador del Grupo de Diabetes, Obesidad y Nutrición la Sociedad Española de Medicina Interna de con motivo de la XVI Reunión de dicho grupo de trabajo.

Un factor que, sin duda, hay que tener muy en cuenta en el caso de los pacientes con diabetes, pues estamos ante una enfermedad que, como explicaba el doctor, “en sí misma es una entidad que implica un elevado riesgo cardiovascular, pero ya en estadios previos, en situaciones de prediabetes, este riesgo ya está incrementado”.

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¿Qué es el hígado graso?

La enfermedad hepática grasa es, actualmente, la patología hepática más extendida en el mundo. Hay quien la considera como una patología banal, lo que es, de por sí, cierto en algunos casos; pero hay un porcentaje de pacientes, entre un 5 y un 10 por ciento, que evolucionan a formas más graves, como pueden llegar a ser una cirrosis hepática. “Se caracteriza por la acumulación de grasa en el hígado. Hay dos tipos principales: hígado graso no alcohólico y por consumo de alcohol”, explica la doctora Mercedes Ricote Belinchon, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, y coordinadora del grupo de trabajo de aparato digestivo de Semergen, que apunta que “el diagnóstico suele llegar cuando se realiza una exploración física, analíticas o pruebas de imagen como la ecografía por alguna otra causa”. Sin embargo, hay algunos signos que sí nos pueden alertar de que la salud de nuestro hígado está en apuros, como son el cansancio injustificado, las digestiones pesadas o la presencia de fragilidad en las uñas.

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La diabetes tipo 2, una enfermedad al alza

Mientras, la diabetes mellitus es una enfermedad metabólica caracterizada por niveles de azúcar (glucosa) en sangre elevados, debido a defectos en la secreción de insulina, en su acción o en ambas. La insulina es una hormona que fabrica el páncreas y que permite que las células utilicen la glucosa de la sangre como fuente de energía.

Tal y como detallan en la Fundación para la Diabetes Novo Nordisk , en el caso de que no se controle adecuadamente, a largo plazo, la presencia continua de glucosa alta en la sangre puede provocar alteraciones en la función de diversos órganos, especialmente los ojos, los riñones, los nervios, el corazón y los vasos sanguíneos. Los dos principales tipos de diabetes son la diabetes tipo 1, antes llamada infanto-juvenil, y la tipo 2, antes conocida como la del adulto. Esta última supone en torno al 90 % del total de los casos de diabetes y su incidencia está aumentando de manera muy llamativa en los últimos años, en relación con los cambios en el estilo de vida, cada vez más sedentario y con una dieta que favorece la ganancia de peso.

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Diabetes y obesidad

También se valoró por los expertos el vínculo entre diabetes y obesidad. Tanto es así, que recientemente se ha acuñado el término “diabesidad” unificando estas dos enfermedades muy estrechamente asociadas, diabetes tipo 2 y obesidad. Y es que se estima que entre el 30% y el 40% de las personas con diabetes que son vistos por médicos internistas presenta obesidad. El médico internista, como especialista con visión global del paciente, maneja a la persona con diabetes en el marco del riesgo vascular y el correcto control de la diabetes es crucial para evitar complicaciones asociadas a esta patología como la afectación renal, cardíaca o la enfermedad arterial periférica. Y es que no podemos olvidar que la obesidad juega un papel esencial en el desarrollo de enfermedades no transmisibles como la diabetes mellitus tipo 2 (DM2), la hipertensión arterial (HTA), la dislipemia y las enfermedades cardiovasculares, debido al exceso de grasa, fundamentalmente visceral, que se deposita en el organismo.

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Los hábitos saludables, fundamentales

Teniendo en cuenta todos estos datos, no es extraño que los expertos insistan en la importancia de cuidar los hábitos de vida, esos factores externos que tienen gran influencia en el desarrollo de ambas patologías, como pueden ser la dieta, la práctica de ejercicio físico, el control del sobrepeso y mantener en niveles óptimos nuestras cifras de azúcar en sangre.