El Parkinson es una enfermedad que puede producir alteraciones en el equilibrio, movimiento, además de deterioro cognitivo. Es la segunda enfermedad neurodegenerativa con mayor incidencia a nivel mundial tras el alzhéimer. En España, y según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), unas 150.000 personas lo padecen. Esta cifra se puede triplicar en 30 años, advierten desde la SEN. Es por ello que uno de los principales retos de esta enfermedad es mejorar la calidad de vida de los pacientes, además de encontrar maneras de retrasar su aparición y tratamientos que mejoren el curso de la enfermedad.
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Desde el temblor hasta la pérdida de audición
Asociamos esta enfermedad con el temblor. Y es cierto que esta, junto a otras señales, suele ser el principal síntoma para sospechar que se puede sufrir esta patología. De hecho, se sospecha su presencia cuando los pacientes presentan algún tipo de alteración motora, principalmente, presencia de temblor en reposo, rigidez muscular, inestabilidad postural y/o bradiquinesia, que es la lentitud motriz e incapacidad para realizar movimientos delicados", explica el Dr. Diego Santos, Coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología.
En estos casos, no suelen producirse retrasos importantes en el diagnóstico. Sin embargo, "hoy sabemos que cinco, o incluso diez años antes de estos síntomas motores, los pacientes pueden presentar alteraciones no motoras relacionadas con la enfermedad, como la degeneración cognitiva, depresión, alteraciones del sueño, pérdida del olfato, trastornos gastrointestinales, … Y un reciente estudio publicado en la revista médica JAMA Neurology, acaba de apuntar a dos nuevos síntomas no motores: la pérdida de audición y la epilepsia”, comenta el Dr. Diego Santos.
En cualquier caso, señala, independientemente de cuáles sean los primeros síntomas, los motores se terminan por hacer visibles en casi la totalidad de los pacientes: las fluctuaciones motoras se hacen presentes en hasta el 80% de los pacientes antes de los 5 años del inicio de los síntomas y, los movimientos anormales e involuntarios, antes de los 7 años.
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Tratamiento de los síntomas motores en Parkinson
La enfermedad de Parkinson no tiene cura, aunque las terapias farmacológicas que existen mejoran los síntomas en fases iniciales, permitiendo que el paciente tenga autonomía para realizar sus tareas cotidianas. Otros síntomas como la depresión, el insomnio, la apatía o los problemas de control de impulsos son más difíciles de tratar. De ahí que los médicos recuerden lo importante que es que un equipo multidisciplinar atienda a los pacientes.
En este sentido, la fisioterapia es otra de las disciplinas sanitarias que pueden ayudar al paciente con Parkinson. Así lo apunta el Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España (CGCFE). Y recuerdan que mejora la calidad de los movimientos y la autonomía personal de estos pacientes, tratando el control postural, la marcha, la estabilidad y la disminución de los temblores, dentro de un abordaje multidisciplinar, que debe conjugar tratamiento farmacológico, quirúrgico y rehabilitador. Además, los fisioterapeutas, ayudan a mantener la elasticidad, la fuerza y el tono muscular para que los pacientes puedan evitar los dolores provocados por posiciones incorrectas.
Así, en una primera etapa, al inicio de la enfermedad, el objetivo es mantener una actividad física diaria apropiada, con ejercicios sencillos, corrección postural y tratamiento del dolor, si se produce. En la siguiente etapa, los ejercicios deben desarrollarse de manera más dirigida a los problemas posturales, tratamiento de la rigidez y mantenimiento de la marcha. En la fase más avanzada, en la que el paciente tiene una movilidad muy reducida, la prioridad se centra en los estiramientos, movilizaciones y cambios posturales.
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