Cuando entrenas, tu salud mental te lo agradece. De hecho, tenemos una buena noticia que darte, contrastada por la ciencia: si entrenas, puedes llegar a ser más feliz. Así lo apuntan también los expertos de Basic Fit, que no dudan en afirmar que practicar deporte con asiduidad es clave para convertirnos en personas más felices. Y es que ¿quién no ha sentido, al terminar su entrenamiento habitual, una sensación de bienestar, tanto físico como emocional? Una vez más, las culpables son las hormonas: durante un entrenamiento aumenta la cantidad de endorfinas presente en sangre, lo que estimula los circuitos cerebrales relacionados con el placer y da una sensación de felicidad natural. Pero es que, al mismo tiempo, eliminamos cortisol (la hormona del estrés) y generamos dopamina, lo que nos hace experimentar una sensación muy placentera, incluso sedante, después del ejercicio. Además, se incrementa la producción de noradrenalina, que contribuye a moderar la respuesta de nuestro cerebro ante situaciones estresantes.
“El ejercicio físico en general, y el fitness en concreto, es bueno para la salud de todo nuestro cuerpo, incluida la mente. Cuando hacemos deporte nuestro cuerpo produce sustancias químicas que nos ayudan a sentirnos bien. Reduce las posibilidades de sufrir depresión y disminuye la ansiedad porque nos ayuda a desconectar, a liberar estrés. Además, favorece el aprendizaje, nos sentimos bien con nosotros mismos por superar retos, nos divertimos y hasta dormimos mejor”, destaca César Simón, responsable de producto de Basic-Fit España.
Tanto es así, que se puede afirmar que hacer ejercicio durante 30 minutos o más al día de tres a cinco días a la semana puede mejorar significativamente los síntomas de depresión o ansiedad. Y no hay que olvidar que mantenerse físicamente activo también se relaciona con un mejor funcionamiento de la memoria y la concentración, así como con menores trastornos del sueño.
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Más ejercicio, más felices
Y todo ello está corroborado por la ciencia. Así, en estudios llevados a cabo por las universidades de Yale y Oxford, se demuestra que hacer ejercicio contribuye más a nuestra felicidad que el dinero. Esa fue la conclusión de un estudio realizado a más de un millón de personas en Estados Unidos (publicado por The Lancet en agosto de 2018), en la que pudieron comprobar que a más ejercicio físico, mayor grado de bienestar. Este aumentaba entre las personas que hacían ejercicio regularmente en relación con el de las sedentarias, incluso si estas tenían mejores salarios.
Cómo conseguir nuestro objetivo
Toca, por lo tanto, creérnoslo y ponerlo en práctica. Para ello, tal y como nos cuenta la psicóloga Patricia Ramírez (conocida como Patri psicóloga), es importante “aprender a sacar tiempo para nosotros, para conectar con nuestra salud. Sentirnos bien es un derecho, no un premio”.
“Hacer ejercicio forma parte del autocuidado y del amor propio. Merecemos sentirnos a gusto, estar bien con nosotros mismos y si además tenemos niños o jóvenes a nuestro cargo, es importante que cuenten con un modelo adulto de autocuidado para que ellos también aprendan que cuidarse es fundamental”, añade.
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Ser constante, fundamental
Eso sí, para que la felicidad que nos aporta la práctica deportiva no sea algo efímero, es importante crear un hábito, hacer ejercicio de forma regular. “De esta manera, los cambios irán apareciendo progresivamente y la recompensa finalmente llegará. Tras unas semanas entrenando la percepción sobre nuestro propio cuerpo cambia: nos sentimos más fuertes, más sanos y también más atractivos, ganamos seguridad en uno mismo y nuestro estado de ánimo mejora de una forma estable”, cuentan en Basic Fit.
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¿Mejor en compañía?
Toca, por lo tanto, vencer a la pereza, levantarse del sofá, aunque a veces cueste un mundo hacerlo. Todo será más sencillo cuando la costumbre haga que el ejercicio forme parte de tu rutina. Será entonces cuando seas capaz de percibir cómo el entrenamiento puede cambiar nuestro estilo de vida y hasta nuestra forma de ver el mundo. Los expertos recomiendan empezar, eso sí, de forma gradual. Y es muy importante elegir ejercicios y disciplinas que nos motiven y que nos sean amenos. Si no, tendremos más posibilidades de fracasar en el intento. Es ahí donde pueden entrar en acción las actividades grupales, las clases colectivas o, al menos, el hecho de ir al gimnasio o a hacer deporte acompañado. Lo corrobora la investigación de Oxford y Yale antes citada, que apunta que cuando hacemos ejercicio acompañados nos sentimos más motivados. ¿Las causas? Se conoce a personas nuevas, mejora la autoestima y proyectamos una sensación de bienestar que atrae las relaciones sociales.
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