Las mascarillas en interiores tienen los días contados. Todo parece indicar que se retirará su obligatoriedad a partir del próximo 20 de abril, por lo que quien más quien menos comienza a plantearse cómo será este futuro inmediato sin mascarilla -obligatoria, claro está, pues cada uno será libre de seguir usándola- en la mayoría de los recintos interiores, pues se mantendrá su uso en recintos sanitarios, residencias y transporte público. Después de dos años de pandemia, conviviendo con la COVID, forma parte ya de nuestras vidas y nos ha ayudado a protegernos en estos duros meses para todos. Y aunque es una noticia muy esperada a nivel general, está claro que va a despertar dos sentimientos enfrentados: en unos alivio y alegría, mientras que en otros aparecerá cierto sentimiento de temor.
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Un proceso de adaptación
“Desde prácticamente el inicio de la pandemia, la mascarilla se ha convertido en un elemento indispensable en nuestro día a día. Con la mejora de la situación sanitaria, es decir, de los datos epidemiológicos, y teniendo en cuenta las medidas ya tomadas en otros países, parece que la mascarilla dejará de ser obligatoria en interiores. Esto supone un paso más hacia la vida que conocíamos antes. Durante los dos últimos años muchos hemos reaprendido el significado de salud, así como formas nuevas de sentirnos seguros o de intentar controlar el contagio. Por lo que esta situación puede llegar a despertar cierta sensación de malestar, ya que la mascarilla es una forma de intentar controlar la posibilidad de contagio. Quitarnos la mascarilla significa 'perder el control', al menos en parte, por lo que tendremos que reajustar nuevamente esos aprendizajes y adaptarlos a la situación”, comenta Laura Pineda, especialista en Psicología en el Centro Médico Complutense, del Grupo Virtus.
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¿Sensación de miedo?
La experta añade que con este nuevo escenario, es probable que aumenten las sensaciones de incertidumbre y que aparezcan nuevos miedos o que se intensifiquen algunos que ya existían. “Desde el punto de vista psicológico, sabemos que la necesidad excesiva de control es una de las principales variables detrás de las conductas desadaptativas y/o de los trastornos de ansiedad. En este caso, será importante tratar de llevar a cabo una exposición gradual y progresiva a aquellas situaciones que nos generen ansiedad, de manera que demos margen a nuestro cerebro a romper las asociaciones que se han generado y reforzado durante estos dos últimos años. Es decir, hay que dejar de pensar que “no mascarilla = peligro”. Esta asociación puede establecerse en dos sentidos, en función de probabilidad de contagio o de posibilidad de contagio. Aunque parezca un juego de palabras, si atendemos a los matices de estas dos variables podemos entender cómo surgen y se mantienen los miedos. Cuando el planteamiento está en base a la posibilidad, el mensaje que nos lanza nuestro cerebro es la respuesta a la pregunta: ¿es posible contagiarme si no uso mascarilla? En cambio, si nos planteamos la duda desde la probabilidad la cosa cambia, es decir: ¿cuál es la probabilidad de que teniendo en cuenta los datos objetivos de la situación, me contagie si no uso mascarilla?”, apunta la psicóloga.
Y es que recalca un aspecto importante: por si no fuera suficiente, en muchas ocasiones, tendemos a ponernos en el peor de los escenarios posibles en un futuro, lo cual no hace más que aumentar la sensación de peligro y descontrol. Tratar de analizar los datos de una forma objetiva puede ayudarnos a manejar esa incertidumbre.
Buscar ayuda
Y es importante tener bien presente que es importante buscar ayuda profesional en el caso de que lo consideremos necesario y que sea una situación que nos genere malestar. “El aumento de la demanda de profesionales de la psicología desde que comenzó la pandemia es un hecho, no hay duda de que esta situación nos ha afectado a toda la población en mayor o menor medida. Por ello, si el malestar se mantiene o aumenta en valores significativos es muy recomendable buscar ayuda profesional, con sesiones individuales o grupales, para compartir nuestra perspectiva con personas en nuestra misma situación”, concluye.