La guerra de Ucrania y la masacre de civiles en diversas ciudades, el miedo a un ataque nuclear, la pandemia que aún no ha terminado, la subida del precio de la luz, del gas, la inflación, la crisis económica actual… son algunos de los temas protagonistas en nuestro día a día. Este tipo de noticias y acontecimientos nos causan preocupación y emociones negativas, que tienen un impacto directo en la salud mental de la población.
Así lo afirma Cristina Jurado, psicóloga y miembro de Doctoralia. La experta en psicología advierte de que “esta constante incertidumbre de malas noticias nos puede llegar a generar emociones como el estrés, el miedo y la excesiva preocupación".
El problema es que si nos sentimos inundados por estas emociones en periodos muy prolongados, continúa la psicóloga, "el cuerpo puede generar una defensa y responder con sensaciones de cansancio, irritabilidad, problemas de sueño y digestivos, dificultades de atención y tensiones corporales, entre otros muchos síntomas”.
Si además consumimos este tipo de información puede llevarnos a tener pensamientos irracionales, que nos va a conducir a la rumia mental, es decir, "el hecho de adelantar acontecimientos que aún no han sucedido”.
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Las malas noticias, ¿nos afectan a todos por igual?
La experta nos explica que los seres humanos procesamos las noticias negativas más rápido que los datos positivos. "Esta preferencia de las personas por lo negativo está asociada a la supervivencia". Así, el enganche a las noticias catastrofistas junto a los algoritmos que rigen los buscadores, que nos proporcionan más noticias de este tipo, nos provocará una inundación en la activación de la amígdala, parte del cerebro, que va a dar respuesta a representaciones de miedo.
"Aunque sí es cierto que hay ciertos seres humanos más propensos a que, efectivamente, les afecten más las malas noticias", afirma la experta. Estas personas pueden tener una tendencia a pensamientos rumiativos y repetitivos. Tienen la idea de que preocuparse es algo positivo y tienden a tener más control sobre ello. Está idea está lejos de la realidad, ya que hace que estar en el centro del problema nos aleje de poder enfocarnos en soluciones.
"Todo ello va hacer que dicha preocupación se convierta en un círculo vicioso de pesimismo, reforzando este efecto en estas personas y haciendo que continúen en dicha espiral".
Cristina Jurado señala que hay factores de riesgo que pueden afectar más a recibir malas noticias, como una afectividad negativa (neuroticismo) que tienden a experimentar emociones negativas, una acumulación de estrés, padecer un trauma o un estrés debido a una enfermedad y personas con otros trastornos mentales, que les puede llevar a tener una mayor preocupación por dichas noticias negativas.
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Riesgo de ansiedad o depresión
Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que estas preocupaciones pueden causarnos, al final, problemas más graves. "Una preocupación suele ir ligada a una angustia y cierta inquietud que se va a producir por algún motivo específico. Lo más habitual es que dicha preocupación pueda ser resuelta. Es un estado natural del ser humano, sin que altere el bienestar psicológico y la vida del individuo".
Sin embargo, prosigue la especialista en psicología, si persiste en el tiempo y comienza afectar tanto que no se consigue tener una calidad de vida positiva, puede acabar en un trastorno de ansiedad o, incluso, en una depresión. "La preocupación pasará a ser patológica, donde la vida de la persona quedará afectada2.
En este momento será necesario ayuda de profesionales de la salud mental, quienes podrán determinar cuál es la afectación del individuo y podrán distinguir entre una preocupación o un cuadro de ansiedad o depresión.
"La ansiedad es un sentimiento también de nerviosismo e inquietud, preocupación o pánico por acontecimientos que están a punto de ocurrir o que pueden ocurrir en un futuro, mientras que la preocupación de forma natural es una sensación de miedo en forma de emoción que se siente en presencia de la amenaza", explica Jurado. Si la presencia de la preocupación está presente más días que ausente durante seis meses, es probable que se sufra un trastorno de ansiedad. Este, a su vez, podría ser un síntoma de depresión o acabar desencadenando esta enfermedad.
Para saberlo, los especialistas realizan un diagnóstico clínico basado en los criterios del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorder (DSM-V), la biblia de las enfermedades mentales.
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¿Qué podemos hacer para hacer frente a las malas noticias?
La psicóloga Cristina Jurado, miembro de Doctoralia, nos ofrece 6 consejos para sobrellevar mejor las malas noticias:
- Realizar actividad física. “Sin duda, la actividad física es un aliado de la salud mental. Al segregar dopamina se reduce la ansiedad y el estrés, y se incrementa un bienestar personal y físico. Nos hace sentir pletóricos y a la larga va a tener unos beneficios maravillosos en nuestro cuerpo”.
- Aplicar una buena rutina de descanso. “Lo recomendable es dormir entre siete u ocho horas al día. Es lo que nos va a reconfortar tanto intelectualmente como físicamente”.
- Prestar atención plena. “Es una práctica que va a suponer que estemos siendo conscientes constantemente y presentes en el momento. De esta forma, se presta atención a los pensamientos y sentimientos que tenemos de forma interna, como al cuerpo en general y al entorno que nos rodea. El mundo del mindfulness tiene beneficios como aprender a gestionar las emociones, reacciones, pensamientos y así poder afrontar muchas situaciones de la vida. Nos va a ayudar a controlar el estrés y la ansiedad, reduciendo los niveles de cortisol y aportándonos un estado de calma y serenidad”.
- Tener un círculo social sano. “Tener un círculo social sano en el que podamos apoyarnos y en el que podamos realizar actividades divertidas. No hay que olvidar que las personas somos un grupo social y de esta manera reforzaremos nuestra autoestima y nuestra protección”.
- Tener objetivos en tu día a día y a largo plazo. “Da sentido a nuestros días. Tienen que ser siempre metas alcanzables. En este sentido, es recomendable comenzar con metas pequeñas e ir aumentando la dificultad”.
- Gestionar bien las herramientas digitales. “Una buena gestión de las herramientas digitales va a beneficiarnos en nuestra salud mental. El uso del dispositivo móvil, ordenadores, tablets, redes sociales, videojuegos… es perjudicial si se usa de forma muy abusiva, pudiendo llegar a desarrollar problemas psicológicos. Por ello, es bueno que mantengamos cierto equilibrio y apartemos los dispositivos al menos una hora antes de dormir”.
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