El cansancio, en ocasiones intenso y de larga duración, es uno de los síntomas más habituales asociados a la fibromialgia, una enfermedad autoinmune cuya prevalencia en España, según datos de la Sociedad Española de Reumatología, se sitúa en el 2,4% de la población adulta, lo que supone cerca de 900.000 personas afectadas en nuestro país. “Se trata de una enfermedad de difícil tratamiento, por lo que es importante conocer tanto lo que hay que hacer como aquellas actuaciones más frecuentes en la práctica clínica que pueden perjudicar el pronóstico de estos pacientes”, apunta el Dr. Javier Rivera, reumatólogo del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid. El paciente con fibromialgia puede presentar síntomas como cansancio, alteraciones del sueño, pérdida de concentración, rigidez, ansiedad o depresión; así como múltiples síntomas neurovegetativos como frío, calor, estreñimiento, diarrea, palpitaciones… Puede aparecer a cualquier edad (siendo más frecuente entre las mujeres de mediana edad) y su causa es desconocida, aunque al parecer, factores de tipo traumático, psicológico, infeccioso o emocional son capaces de desencadenar su aparición.
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El papel de la alimentación
Nos hemos planteado si puede ser nuestra alimentación una buena aliada para tratar de mitigar este síntoma, el cansancio extremo, tan incapacitante para muchas personas. “La fatiga crónica que se asocia a la fibromialgia está condicionada por un síndrome multifactorial y complejo que abarca desde alteraciones neuroendocrinas hasta inmunológicas. La nutrición de nuestro organismo es esencial para favorecer el control de la inflamación, el equilibrio hormonal, el control metabólico y detoxificar el organismo. Todo ello es muy beneficioso en la fibromialgia”, nos comienza explicando la experta en Nutrición Elisa Blázquez.
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Pautas alimenticias
Le preguntamos, partiendo de esa base, qué pautas alimenticias deberíamos seguir en el caso de tener fibromialgia. “Al tratarse de un síndrome complejo, hay que estudiar cada caso en particular”, nos comenta. Y da las que son, en su opinión, las pautas generales que considera más destacables:
-Es importante estudiar el equilibrio del ecosistema intestinal y hacer una dieta que favorezca una correcta inmunidad y una microbiota sana.
-También se debe realizar una dieta que mantenga los niveles de glucemia estable, evitando el azúcar y las harinas refinadas.
-Es interesante analizar la sensibilidad al gluten y en el caso de que se tenga, retirarlo.
-También se debe hacer una dieta depurativa y libre de ultraprocesados, favoreciendo el consumo de vegetales de temporada, proteínas de alto valor biológico (pescado, huevos, carnes), aumentar el consumo de grasas Omega 3 y antioxidantes.
-Otro aspecto nutricional importantísimo es tener los niveles de vitamina D adecuados, para ello hay que exponerse a la luz solar y puede estar indicada la suplementación.
-No deben faltar las fuentes de vitamina A y betacarotenos (yema de huevo, aceite de pescado, vegetales con pigmentos anaranjados), de vitamina E (aceite de oliva virgen extra), zinc, selenio, magnesio... (frutos secos, semillas, granos integrales)
“En resumen, hablamos de una dieta antiinflamatoria, protectora de la microbiota intestinal, nutritiva y rica en antioxidantes y depurativa”, nos detalla.
Y es que, como nos cuenta, la fibromialgia puede venir asociada a clínica diversa (en ocasiones, digestiva) como es el insomnio, el colon irritable o estreñimiento, las infecciones recurrentes, u otras patologías de origen autoinmune, el hipotiroidismo o la celiaquía. “El cambio de hábitos tiene que estar enfocado a mejorar esta clínica. En resumen, hay que evitar: ultraprocesados, azúcar, dulces y harinas refinadas, carnes procesadas, aceites refinados, alcohol y refrescos. Y aumentar el consumo de vegetales de distintos colores y de temporada, pescado, huevos, legumbres, granos integrales, frutos secos, aceite de oliva virgen extra y una correcta hidratación”, recomienda.