Estamos ante una dolencia que compromete de forma muy seria la calidad de vida de quien la padece. Hablamos de la neuralgia pudenda o del nervio pudendo, que se trata de “un dolor por afectación del nervio pudendo que se ocupa de dar sensibilidad a la región genital y el ano”, tal y como nos detalla el doctor Pablo Irimia, coordinador en la Sociedad Española de Neurología. ¿Cuáles son los síntomas que nos alertan de que podemos padecer este problema de salud? El especialista nos detalla que se caracteriza por dolor quemante, punzante o en forma de descargas que afecta a la zona genital y anal, que empeora al sentarse y con el tacto sobre el área de dolor: puede acompañarse de problemas para orinar, defecar o mantener relaciones sexuales.
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Sin duda, estamos, como decíamos, ante una dolencia que puede comprometer mucho la calidad de vida de quien la padece. “La calidad de vida de las personas está muy afectada porque presentan un dolor crónico que puede ser difícil de aliviar y porque puede asociarse con problemas urinarios, para la defecación y también para mantener relaciones sexuales. El contacto con la ropa puede ser muy incómodo y a veces los pacientes tiene que ir con mucha frecuencia al baño por los trastornos urinarios o fecales”, nos explica.
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Por qué se produce
Una de las dudas que nos surge es cuáles son las causas que están detrás de esta dolencia, sin duda, muy dolorosa. El doctor resume entre las causas del atrapamiento del nervio pudendo las siguientes:
-El antecedente de un parto vaginal prolongado y la episiotomía.
-Tratamientos con cirugía o radioterapia en la zona del nervio pudendo.
-Fracturas de huesos de la pelvis o situaciones que facilitan la compresión del nervio como por ejemplo la práctica de ciclismo con un sillín inadecuado, traumatismos perineales (en la región del nervio) o lesiones locales.
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Llegar al diagnóstico para buscar soluciones
Estamos, además, ante un problema que no es sencillo de diagnosticar. “En general se tarda tiempo en alcanzar el diagnóstico. El diagnóstico está basado en los síntomas de los pacientes que son muy variados. Además, al tratarse de una patología poco frecuente muchos médicos no están familiarizados con los síntomas de esta enfermedad. En general para el diagnóstico se requiere descartar causas secundarias (lesiones pélvicas mediante TAC o Resonancia Magnética) y registrar si el nervio funciona correctamente mediante estudios neurofisiológicos”, nos detalla el especialista. Y es que en ocasiones, quien padece este dolor realiza un peregrinaje por médicos de distintas especialidades, ¿se debe abordar desde un punto de vista interdisciplinar? “Sin duda. Los pacientes son atendidos por urólogos, ginecólogos, especialistas en digestivo o neurólogos dependiendo del síntoma que predomine. La fisioterapia es también muy útil”, nos explica el doctor Irimia.
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Qué tratamiento seguir
Una vez que se confirma el diagnóstico el enfermo afronta la que es la pregunta más importante: ¿Hay tratamientos que consigan mejorar su calidad de vida? “El tratamiento consiste en higiene postural (para evitar una compresión adicional del nervio), evitar el estreñimiento y diferentes terapias de los síntomas principales. Existen tratamientos para el dolor con analgésicos y fármacos neuromoduladores (antiepilépticos o antidepresivos) y en ocasiones se realizan infiltraciones. La rehabilitación de la región pélvica puede ser eficaz para evitar contracturas de los músculos pelvianos y en determinadas personas en las que se detecta una compresión del nervio pudendo puede tratarse con cirugía”, nos resume.