Conocemos qué es la microbiota. Sin embargo, la palabra microbioma quizá no la hayamos incorporado aún en nuestro vocabulario. Y son cosas distintas. "Cuando hablamos de la microbiota, nos referimos a un conjunto de microorganismos que pueden ser de distintos tipos (bacterias, arqueas, hongos, virus, parásitos…) y que están presentes en un entorno. El microbioma, en cambio, hace referencia al conjunto de genes de estos microorganismos y su interacción con el entorno, es decir, engloba también las funciones y comportamiento de estos microorganismos y como influyen sobre el huésped (el ser humano)", nos aclara Marta Llopis, especialista en microbioma en SYNLAB.
Así, continúa la experta, en el cuerpo humano, además del microbioma intestinal, encontramos el microbioma oral, cutáneo, del tracto respiratorio y vaginal. "El microbioma intestinal es uno de los más conocidos por la cantidad de microorganismos que alberga y por la gran influencia que estos ejercen en nuestra fisiología y, por lo tanto, en nuestra salud".
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¿Por qué es tan importante conocer su estado?
En el cuerpo humano hay casi tantas células humanas como microbianas. "Cabe considerar que, todas las células de una persona, tienen la misma cantidad de genes (aproximadamente 20 mil) y todas albergan la misma información. Sin embargo, cuando analizamos el microbioma, debemos tener en cuenta que cada una de los miles de especies que lo conforman, tiene su propio genoma, por lo que la variedad de genes microbianos en nuestro cuerpo es superior al de las células humanas". Esta gran cantidad de genes microbianos son expresados y transformados en sustancias que podrán influenciar positiva o negativamente nuestra salud.
Si a esto le sumamos que los distintos microorganismos tienen múltiples interacciones entre sí, obtenemos un ecosistema microbiano muy complejo con un potencial genético y metabólico muy grande. "De ahí que la investigación en este campo, aunque ha evolucionado mucho en los últimos años, todavía tenga un largo camino que recorrer", señala Llopis.
Un microbioma intestinal diverso se asocia con una buena salud. "Cuando hablamos de un microbioma diverso hacemos referencia a la presencia de una gran variedad de especies que cohabitan en una situación de equilibrio. Cuánto más heterogéneo es un microbioma, mayor diversidad de funciones realizarán los microorganismos que podrán beneficiar y complementar el correcto funcionamiento del cuerpo humano", afirma.
¿Cómo influye el microbioma en la salud intestinal?
Las células epiteliales del intestino que se proyectan hacia la luz intestinal (por donde pasan los nutrientes) están recubiertas por capas de moco que separan la mucosa intestinal de los microorganismos. La mucosa intestinal es la encargada de la absorción de determinados alimentos, así como de los mecanismos de protección: nuestra capa de moco es una barrera protectora entre las células de nuestro intestino y los patógenos perjudiciales.
Determinados microorganismos son capaces de descomponer la mucosa y obtener energía a través de ella. Si hay un exceso de estas bacterias que se alimentan de la mucosa intestinal, se produce un adelgazamiento de la capa protectora del intestino, lo que puede conllevar, junto con otros factores, a alteraciones que den lugar a enfermedades inflamatorias del intestino.
Por otro lado, hay que insistir en el consumo de fibra. Y es que, es un factor muy importante en nuestra dieta y lo es especialmente para nuestra salud intestinal. Esto se debe a que la fibra vegetal es esencial para mantener la capa de moco y a la vez es la principal fuente de energía de nuestras bacterias beneficiosas. Por ello, cuando esta fibra no está disponible, es posible que las bacterias beneficiosas disminuyan en número o bien se alimenten de la capa protectora de moco para obtener energía.
Los hallazgos científicos más recientes también dan a conocer la importancia del microbioma intestinal en el cáncer colorrectal. "La composición de nuestro microbioma puede promover la aparición y el desarrollo de tumores. Un estudio de Tsoi H et al. (2017) demostró que Peptostreptococcus anaerobius es uno de los microorganismos más representativo en las heces de los pacientes con cáncer colorrectal y que, además, se encuentra en los tejidos tumorales del colon de estos pacientes. Por ello, se estudia la asociación de esta bacteria con la proliferación anormal de las células del colon", indica Marta Llopis, de Synlab.
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¿Y en la salud general?
Los metabolitos son sustancias liberadas por las bacterias intestinales y pueden interactuar de diversas maneras en nuestro organismo: ayudan al mantenimiento de la barrera intestinal, influyen en el tiempo de tránsito intestinal, regulan las respuestas inmunes, influyen en nuestro estado de ánimo, controlan el apetito, etc. Algunos ejemplos de metabolitos que pueden producir nuestros microorganismos son: ácidos grasos de cadena corta (como el butirato, propionato y acetato), neurotransmisores como el GABA, trimetilamina, enzimas, gases, etc.
"Los metabolitos pueden alcanzar el torrente sanguíneo a través de la vena porta o el conducto torácico, por lo que pueden entrar en contacto con otros órganos y actuar sobre éstos. Por lo tanto, aquellos metabolitos que se producen en el intestino no solo actúan a nivel intestinal, sino que también puede actuar en órganos como el corazón, cerebro, pulmones, riñones e hígado, creando un eje", nos explica.
Por tanto, el estado de nuestro microbioma puede influir positiva o negativamente en otros órganos, y eso dependerá de los metabolitos que produzca cada microbioma. Si tenemos un microbioma colonizado principalmente por bacterias perjudiciales, generaremos metabolitos que también perjudicarán otros órganos. Es por ello por lo que la composición de nuestro microbioma se asocia con distintas enfermedades como son: enfermedades metabólicas, cardiovasculares y neurodegenerativas, así como la salud mental.
¿Por qué nuestro microbioma intestinal influye en nuestro estado de ánimo?
"Lo hace a través de lo que se conoce como el eje intestino-cerebro. La mayoría de nosotros ha experimentado alguna vez, sin ser consciente de ello, la existencia de este eje", nos comenta la especialista quien nos pone un ejemplo: antes de una presentación en público, por ejemplo, es frecuente padecer síntomas abdominales como diarrea o molestias, así como ciertas emociones intensas o nerviosismo provocan la sensación que denominamos "mariposas en el estómago". Se trata ni más ni menos de una manifestación del este eje que conecta el intestino con el cerebro.
En la conexión que existe entre estos dos órganos, el microbioma intestinal juega un papel relevante pues se ha demostrado que puede influir en el desarrollo neuronal, el comportamiento emocional, la percepción del dolor y la respuesta al estrés. Curiosamente, esta relación es bidireccional, de modo que el cerebro también puede ejercer influencia sobre las bacterias intestinales de modo que un estrés, aunque leve, puede modificar el equilibrio microbiano en el intestino.
Y la pregunta es ¿cómo consigue el microbioma influenciar la química del cerebro? La investigación en este campo está todavía en un estadio muy inicial, pero se especula que esta influencia está mediada a través de múltiples vías de acción. Lo que sí se sabe es que los microorganismos que habitan en nuestro intestino producen múltiples sustancias (como por ejemplo neurotransmisores) que viajan a través del nervio vago que conecta el intestino y el cerebro y que éste último utiliza para regular procesos fisiológicos básicos.
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¿Cómo recuperar un microbioma dañado?
Un microbioma dañado es aquel que padece una alteración ya sea en la composición de microorganismos o en su funcionalidad (producción de sustancias). Un microbioma dañado puede dar lugar a una sintomatología asociada que no tiene por qué limitarse al intestino como se ha descrito anteriormente, puede dar lugar a trastornos cutáneos, fatiga, insomnio, cambios de humor, inflamación, molestias articular, cefaleas, etc. "Es recomendable que sea un especialista el que valore la necesidad de realizar un análisis de microbioma intestinal con base en los síntomas presentados", aconseja Llopis.
Si está dañado se puede recuperar con el consumo de prebióticos y/o probióticos. Los prebióticos son alimentos ricos en fibras que estimulan el desarrollo de las especies bacterianas beneficiosas para nuestra salud. Al incorporar variedad de prebióticos en la dieta y reducir el consumo de aquellos alimentos que aumentan la población de microorganismos potencialmente patogénicos (como el consumo excesivo de aditivos o proteínas) logramos reequilibrar nuestro microbioma, ya que aportamos los nutrientes necesarios para que nuestra población de bacterias beneficiosas aumente.
También es muy importante el estilo de vida, reducir el estrés, tener una buena calidad de sueño, hacer ejercicio, ya todos estos factores contribuyen a un buen equilibrio del microbioma intestinal.
Para conseguir una buena recuperación del microbioma es esencial conocer de antemano en qué estado se encuentra el microbioma y conocer como éste está afectando a nuestra salud. Para ello es importante contar con una prueba que tenga una alta cobertura y resolución de análisis y que proporcione información acerca de cómo se comportan nuestros microorganismos.
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¿Cómo podemos averiguar el estado de salud del microbioma?
El único modo de conocer el estado de salud de nuestro microbioma es realizando un análisis de microbioma intestinal, aclara Llopis. Hay numerosos análisis disponibles en el mercado que analizan la microbiota (el conjunto de microorganismos que habitan en el intestino). Sin embargo, hay pocos que analicen el microbioma (conjunto de genes de la microbiota).
La gran mayoría de los análisis disponibles están basados en técnicas clásicas de detección de microorganismos como el cultivo microbiológico, la PCR o la amplificación de un único gen bacteriano denominado ARNr 16S. "Estas técnicas, aunque han sido fundamentales en el avance del conocimiento del microbioma y su influencia en la salud, están quedando obsoletas y han dado paso a nuevas técnicas más sofisticadas, con mayor cobertura y resolución como la secuenciación masiva. La secuenciación masiva o metagenómica (también denominada shotgun metagenome sequencin, en inglés) utilizado en myBIOME™ está basada en la secuenciación de la totalidad de ADN de los microorganismos que habitan en el intestino (microbioma) y es, sin duda, la técnica más robusta que existe para estudiar los microorganismos que habitan en el intestino conocer el impacto que tienen en la salud, explica Llopis, de SYNLAB.
¿Cómo se realiza este test?
Se hace mediante una muestra de heces, a partir de la cual se secuencia todo el ADN de todos los microorganismos: bacterias, hongos, arqueas, etc.
Nos da, de hecho, los nombres y apellidos de los microorganismos detectados. Esto es muy importante, puesto que a cada subespecie se le asocian funciones o propiedades diferentes y puede influenciarnos de una forma u otra.
"Para entender mejor esto, podríamos poner como ejemplo el virus de la COVID: la comunidad científica ha distinguido diferentes variantes (Delta, Ómicron..) que afectan de manera distinta al ser humano en lo que respecta a sintomatología y gravedad. Este es un factor clave en la microbiología: es importante conocer a nivel de subespecie un microorganismo para saber bien como va a influir sobre la salud".
¿Y cómo sabemos cómo influencian sobre nuestra salud los microorganismos de nuestro microbioma intestinal? La comunidad científica ha demostrado que no solo es importante conocer cómo se denominan los microorganismos que habitan en nuestro intestino, sino también saber que cómo se comportan. De esta manera, se pueden establecer recomendaciones nutricionales personalizadas destinadas a mejorar el microbioma intestinal y, en consecuencia, la salud.
¿Exige algún tipo de preparación?
Este análisis no exige ningún tipo de preparación, el paciente debe mantener su dieta y estilo de vida.
Previo al análisis debe considerarse que:
- En las últimas 6 semanas no ha consumido antibióticos, antifúngicos, antihistamínicos o corticoides (a no ser que se trate de medicación permanente).
- En las últimas 4 semanas no se ha sometido a tratamientos de radioterapia o quimioterapia.
Estos tratamientos pueden alterar considerablemente el microbioma por lo que recomendamos volver al estado basal (microbioma del paciente antes de someterse al tratamiento) para realizar el análisis.