La endocarditis, como nos explica la doctora Cristina Sánchez Enrique, cardióloga del Hospital Vithas Madrid La Milagrosa, es una infección del endocardio, la capa de tejido interna del corazón, provocada generalmente por bacterias. "Cuando ocurre esta infección, las plaquetas y las células inflamatorias del propio organismo atacan a las bacterias, formando masas conocidas como vegetaciones. Normalmente afecta a las válvulas cardiacas, pero también es común en prótesis valvulares o en dispositivos como marcapasos o desfibriladores", nos detalla. Hemos hablado con ella para conocer más detalles sobre este problema de salud vinculado con nuestro corazón.
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¿Cuáles son los síntomas que nos alertan de que podemos padecer este problema de salud?
La gran variedad de gérmenes que pueden causarla y el hecho de que pueda afectar a distintas válvulas hace que esta enfermedad se manifieste de manera única en cada paciente. Generalmente, los síntomas más comunes son la fiebre sin otra causa aparente, que suele ir acompañada de tiritona; el cansancio y la pérdida de apetito y de peso; dolores articulares y musculares; “falta de aire” o edemas. Si se generan vegetaciones en el corazón, estas pueden desprenderse y ocasionar embolias, que se manifiestan como lesiones en la piel, o ictus, entre otros.
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¿Qué causa la endocarditis?
Puede ser debida a múltiples microorganismos, pero los más frecuentes son las bacterias y los hongos. La gran mayoría están producidas por tres grupos de bacterias que tienen una gran capacidad de adherirse al endocardio y que suelen habitar en nuestro organismo: los estafilococos, los estreptococos y los enterococos.
¿Cuáles son los factores de riesgo para padecerla?
Es más común en personas con condiciones cardiacas predisponentes, como algunas cardiopatías congénitas (malformaciones cardiacas al nacer), prótesis valvulares, marcapasos o desfibriladores; o en usuarios de drogas por vía parenteral (en vena). Igualmente, una mala salud bucodental o ciertos procedimientos sanitarios invasivos pueden facilitar la infección.
¿Es un problema que se puede prevenir?
Es importante mantener una adecuada higiene bucodental. Actualmente, se recomienda administrar antibiótico profiláctico antes de procedimientos dentales que conlleven manipulación de la encía, solo en pacientes con condiciones predisponentes, y no de manera generalizada, puesto que eso aumenta la resistencia antibiótica de las bacterias y, a la larga, es perjudicial. En otros procedimientos sanitarios invasivos lo importante es la asepsia (higiene) al realizarlos.
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¿Cómo se llega al diagnóstico de la enfermedad?
En primer lugar, es importante destacar que es una enfermedad difícil de diagnosticar. Su identificación tiene tres pilares fundamentales. El primero es la clínica, es decir, los síntomas, y, para ello, lo más importante es sospechar la enfermedad, cuyos síntomas pueden confundirse con muchas otras. En segundo lugar, las técnicas de imagen, principalmente la ecocardiografía (ecografía del corazón) y la tomografía por emisión de positrones-tomografía computerizada (PET-TC). Por último, la microbiología, que permite la detección de gérmenes, normalmente en sangre, mediante hemocultivos o serologías.
¿Cuáles son las posibles complicaciones que puede generar una endocarditis?
Las complicaciones más graves que pueden ocurrir son tres: la insuficiencia cardiaca (normalmente por destrucción de alguna válvula), que es la incapacidad del corazón para suplir las necesidades del resto del organismo y puede manifestarse también con acumulación de líquido (congestión), más comúnmente pulmonar, llegando incluso a precisar soporte respiratorio; la infección no controlada, que puede derivar en shock séptico, destrucción de las válvulas o bloqueos cardiacos; y las embolias, que son causadas por migraciones del material infeccioso a cualquier parte del organismo, pudiendo ocasionar ictus, infartos o isquemia (falta de riego) de cualquier parte del cuerpo.
Una vez diagnosticada, ¿cuál es el tratamiento?
La piedra angular del tratamiento son los antibióticos y lo más importante es su rápida administración. Habitualmente, se suelen iniciar varios antibióticos a la vez hasta conocer el germen causante de la infección y después se mantiene el tratamiento específico para el mismo, en torno a cuatro-seis semanas. En algunos casos, principalmente si hay complicaciones o se trata de una infección de prótesis o de dispositivos, es preciso realizar cirugía cardiaca para proceder al recambio de la zona infectada.