Cada vez se produce más avances en el tratamiento del cáncer. Tanto que algunos tipos que tenían una alta tasa de mortalidad, hoy se ha reducido drásticamente aumentando la supervivencia. Es el caso, por ejemplo, del melanoma. La protonterapia es otro de los grandes hitos en el tratamiento de las enfermedades oncológicas. Y para saber en qué consiste y para qué tipos de cáncer es útil, hablamos con el Dr. Felipe Calvo, codirector del Departamento de Oncología Radioterápica de la Clínica Universidad de Navarra y director Científico de la Unidad de Protonterapia.
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¿Qué es la protonterapia?
Es la modalidad de radioterapia externa de mayor precisión. Se trata de una terapia que mejora la alternativa actual, ya que la terapia de protones se fundamenta en un tipo de radiación diferente a la de la radioterapia convencional (de fotones o electrones). Permite aumentar la dosis y efecto biológico en el tumor y, así, conseguir un mayor control local de la enfermedad, minimizando la irradiación dispersa innecesaria en los tejidos sanos de alrededor.
La protonterapia utiliza un haz de partículas pesadas aceleradas de alta energía (protones), que permite dirigir de forma más precisa el depósito de la radiación en el tumor, reduciendo significativamente el daño en el tejido sano más próximo. Su menor toxicidad la hace especialmente indicada para el tratamiento de tumores de difícil acceso o cercanos a órganos de riesgo muy sensibles a la radiación.
Hay, por tanto, dos diferencias: el efecto biológico antitumoral es mayor, por la intensidad de ionizaciones moleculares que produce y, por su precisión, se dirige directamente al tumor y, por tanto, preserva de irradiación innecesaria de tejidos normales.
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¿En qué enfermedades se aplica?
Actualmente, la terapia de protones está especialmente indicada para tumores de difícil acceso, cercanos a órganos de riesgo muy sensibles a la radiación, como el corazón o el cerebro, así como quirúrgico o complejos por la propia anatomía del tumor, por la necesidad de reducir los efectos adversos a largo plazo, como es el caso de los niños, o por la resistencia a los tratamientos previos.
En adultos, se considera la radioterapia de elección en los tumores próximos o en la base del cráneo, incluso condromas y condrosarcomas, tumores primarios o metastásicos cercanos a la médula espinal (paraespinales), esófago, páncreas, linfomas, sarcomas espinales y retroperitoneales y oculares (incluyendo melanoma ocular).
También se utiliza para tratar pacientes con síndromes genéticos con riesgo de elevada sensibilidad a la irradiación y cuando un paciente necesita volverse a irradiar por segunda vez, la protonterapia es la única radioterapia externa que permite volver a tratar de nuevo el tumor con radioterapia.
En niños y en personas de mayor edad con pluripatología crónica, la terapia de protones es el tratamiento de elección a nivel de radioterapia externa, por ser el que mejor preserva los tejidos sanos y reduce los efectos adversos a corto, medio y largo plazo.
El Dr. Felipe Calvo, especifica que en su Unidad de Protonterapia, a día de hoy, se han tratado una amplia variabilidad de tumores de adulto (24), desde tumores de base de cráneo, condrosarcomas, cordomas, craneofaringiomas, ependimomas, astrocitomas, esófago, ginecológicos, gliomas, hipófisis, mama, meduloblastomas, hepatocarcinomas, nasofaríngeos, oligometástasis, órbita, para-espinales, próstata, pulmón, rabdomiosarcoma, recto, sarcoma óseo y de partes blandas y reirradiaciones.
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¿Por qué esta técnica es tan prometedora?
La protonterapia es un paso más en la necesidad de mejorar los resultados radioterápicos en el paradigma actual de la “curación atóxica” (minimizar la toxicidad de los tratamientos). De esta forma, el futuro de esta terapia radica en la generalización de una forma de radiación que permite aumentar la dosis y su potencial biológico antitumoral y, así, conseguir un mayor control local de la enfermedad, minimizando la irradiación de los tejidos sanos y el riesgo de efectos radioinducidos innecesarios (entre los que cabe destacar la aparición de segundos tumores). Entre las ventajas que aporta la protonterapia para el tratamiento del cáncer destaca:
- Mayor precisión y menores efectos secundarios, ya que los protones depositan la mayor parte de la dosis en una zona restringida y seleccionada, minimizando la lesión de tejidos sanos y órganos más sensibles.
- Permite aumentar la dosis en el tumor y así conseguir un mayor control local de la enfermedad.
- Los protones depositan su energía mediante un barrido de impactos milimétricos (“por puntos y por capas” de tumor) y se adaptan con gran versatilidad a volúmenes anatómicos muy irregulares (con regiones de alta concavidad o convexidad).
¿Son candidatos todos los pacientes?
Los oncólogos recomendamos protonterapia en la práctica clínica diaria cuando existe un beneficio dosimétrico notable comparados con una irradiación de fotones o electrones y en todas las indicaciones validadas por las sociedades científicas internacionales y grupos expertos en cáncer y en terapia de protones.
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¿Qué efectos secundarios tiene?
La protonterapia trata los tumores de forma significativamente menos invasiva que la radioterapia convencional. Por su mayor precisión y menor toxicidad, permite aumentar la dosis cuando es necesario y exponer mínimamente al resto de tejido sano. En la práctica clínica diaria uno de los cambios más singulares que introduce el tratamiento con protones es el de poder preestablecer niveles de restricción de dosis en los tejidos normales. Es decir, en el proceso de planificación del tratamiento, se establece los niveles de dosis que no deben llegar a determinados tejidos y, de este modo, se genera una prescripción de irradiación selectivamente exigente, que evita la toxicidad por irradiación innecesaria.
Este grado de sofisticación en el control de la irradiación es único en protonterapia y potencia el progreso de la medicina de precisión y la oncología personalizada a través de la alta tecnología biomédica.
Sin embargo, aunque la protonterapia sea menos tóxica que otras formas de radiación, ningún tratamiento oncológico es inocuo: ni de radiación, ni farmacológico, ni quirúrgico. La toxicidad esperable de cada tratamiento de radioterapia es individualizada y muy previsible. De todo ello se informa de forma anticipada a cada paciente.