‘¡El cuerpo me pide algo dulce!’ Tal vez estás en ese grupo de personas que, en determinadas ocasiones, necesita comer algo goloso, con azúcar. Nos preguntamos si es una situación normal. “Normalmente el hecho de comer dulce se identifica con placer, con lo que automáticamente se genera la dopamina. A más comer dulce, más hormona de placer y se genera la necesidad de comer más dulce, y así sucesivamente, creando un círculo cerrado”, nos comenta Xus Murciano (@xusmurcianolopez), responsable de la Unidad de Nutrición de Dexeus Mujer. Y nos explica que, además, ante situaciones de estrés, aumenta el nivel de cortisol en sangre, que es la hormona del estrés, que tiene por objetivo aumentar el nivel de azúcar en sangre, de ahí la necesidad de comer dulces.
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¿Cuáles son las principales causas que pueden motivar esta necesidad de dulce?
-Descenso del nivel de glucosa en la sangre.
-Ante situaciones de estrés y ansiedad.
-La ingesta de dulce como parte de la alimentación por placer.
- Dietas muy estrictas y restrictivas.
-Aburrimiento extremo.
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Cómo controlar esa necesidad
¿Qué consejos daría la experta en nutrición a una persona que quiere controlar esta necesidad de dulce? “Primero sería necesario identificar el motivo por el que se genera esa necesidad, bien sea patología o bien sea una cuestión emocional, y después actuar en consecuencia. A veces con el cambio de actitud o mentalidad, de ambiente o de rutinas es suficiente. Otras veces, no”, nos explica.
Y, claro está, también tenemos que tratar de buscar alternativas saludables sencillas para intentar contrarrestar ese deseo de tomar algo dulce. Xus Murciano recomienda apostar por fruta desecada, yogur natural con virutas de cacao >80%, nueces, kéfir, fruta natural y fresca, queso fresco tipo burgos, una o dos lonchas de pavo natural o compota de manzana o pera, natural, sin azúcares añadidos.
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Por qué hay gente más golosa
Lo que sí que parece claro es que hay personas especialmente golosas mientras otras pueden pasar perfectamente del dulce. ¿Hay alguna explicación? “Los mecanismos fisiológicos que desencadenan estos impulsos ‘golosos’ no están claros, pero hay personas más predispuestas que otras, algo que podría deberse a factores genéticos. También hay estudios que relacionan el impulso por el dulce con la concentración de una hormona, denominada FGF21 (factor de crecimiento de fibroblastos 21). Esta hormona se produce en el hígado, la ingesta de los carbohidratos se regula a través de la producción del factor de crecimiento FGF21, que suprime notablemente el consumo de azúcares simples, pero no de carbohidratos complejos, proteínas o lípidos. Si su concentración en sangre no es suficiente, el organismo identifica la insuficiente carga glucémica y entonces sentiremos la necesidad de comer cosas dulces. Por el contrario, con concentraciones altas, tienden a disminuir las ganas de comer dulce y el impulso por tomar dulces, y será mayor la sensación de saciedad”, concluye la especialista.