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Ana Villarubia, la nuera psicóloga de Ana Rosa Quintana, analiza el fenómeno de los famosos que visibilizan sus enfermedades mentales

‘Quienes más expuestos están a la crítica y a la feroz incomprensión del público y de las redes, pueden ser quienes más hayan necesitado mostrarse sin miedo y afrontar con más libertad las dificultades reales del mundo en el que vivimos’


1 de marzo de 2022 - 11:07 CET

El aumento de noticias de famosos con problemas de salud mental (el suicidio de Verónica Forqué, la depresión de  Lucía Rivera , el brote psicótico del presentador Ángel Martín, el trastorno bipolar de la ‘extriunfita’ Vega, los problemas de ansiedad de la cantante María Isabel y la tratamiento psiquiátrico de  Dani Martín , entre muchos otros) nos hace preguntarnos: ¿Qué está pasando? ¿Son todos estos casos representativos de un problema real de salud mental en la sociedad? ¿Cómo afecta la fama y las redes sociales? Y, sobre todo, ¿cómo se puede detectar y evitar? De todo ello hablamos con Ana Villarubia, licenciada en Psicología con mención clínica y Máster en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Autónoma de Madrid. Una profesional que, además, de dirigir el gabinete psicólogico ‘Aprende a escucharte’, conoce bien los medios de comunicación, en los que interviene a menudo como experta, y es autora de dos libros de divulgación psicológica: Borrón y cuenta nueva: 12 pasos para una vida mejor (Planeta) y Aprende a escucharte (La Esfera de los Libros).

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© @anavillarrubiamendiola

Además de dirigir el gabinete psicólogico “Aprende a escucharte”, conoce bien los medios de comunicación, en los que interviene a menudo como experta.

-En los últimos años, son muchos los famosos que han decidido hacer públicos sus problemas de salud mental. ¿Qué está pasando, Ana? 

-Efectivamente, en muy poco tiempo, muchas personas se han sentido suficientemente seguras como para exponer públicamente que sufren o han sufrido a nivel emocional. Es innegable que el padecimiento derivado de la pandemia ha contribuido a ello, pero esto, por sí solo, constituye una explicación excesivamente simplista. Lo que creo es que todos nos hemos impregnado de una progresiva dilución del tabú acerca de la salud mental, probablemente muy influenciados por la cultura anglosajona y como respuesta natural a una sociedad que ha necesitado dejar de vivir esos problemas en soledad.

-Bajo tu punto de vista, ¿por qué crees, entonces, que han decidido hablar de ello tan abiertamente?

-Parece que, en esta era de Instagram, caracterizada por el refuerzo inmediato del like y la exposición constante de atractivos escaparates de vida, hemos empezado a cansarnos de la superficialidad y nos ha saturado la tiranía de la perfección y la artificialidad. Precisamente, quienes más expuestos están a la crítica y a la feroz incomprensión del público y de las redes, pueden ser quienes más hayan necesitado mostrarse sin miedo y afrontar con más libertad las dificultades reales del mundo en el que vivimos.

© @anavillarrubiamendiola

Ana Villarubia es licenciada en Psicología con mención clínica y Máster en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Autónoma de Madrid.

-¿Hay un problema real de aumento de la depresión y la ansiedad en la sociedad, y, más particularmente, entre los personajes públicos?

-Lo que es cierto y palpable es que existe un aumento real del número de consultas que se reciben cada semana, especialmente durante los dos últimos años, en las consultas de psicología y psiquiatría en este país. No es sensato pensar que esto pueda deberse a una moda, ni mucho menos, pero, sin duda alguna, la incertidumbre, los miedos, la angustia y la enorme envergadura de los cambios cognitivos que hemos tenido que afrontar desde el primer trimestre de 2020 ha supuesto un aumento del padecimiento emocional en todos nosotros.

-¿Crees que hay famosos que hablan de los problema de salud mental a la ligera? 

-Jamás me atrevería a señalar a nadie ni a atribuirle una intención frívola en este sentido, pero lo cierto es que no todos los testimonios que he leído, que han sido muchos, revisten el mismo nivel de profundidad. Aún así, es muy difícil saber cuánto hay de realidad o de simulación porque cada uno informa de su experiencia subjetiva como sabe y como puede, y porque, cuando estamos contándole algo al mundo, a fin de cuentas también nos lo estamos contando a nosotros mismos. Por eso los testimonios de famosos y otros referentes han de ser considerados como una forma de tomar conciencia. Después, a la hora de analizar nuestros síntomas, causas y soluciones, es imprescindible ponerse en manos de un profesional.

-Desde tu especialización médica, ¿piensas que la fama es mala para la salud? ¿Cómo afecta a la salud mental de las celebrities?

-La fama no es ni buena ni mala, es una condición que te acompaña durante un periodo de tu vida o durante toda tu vida, y que es imprescindible que sepas gestionar para poder utilizarla adecuadamente en función de cuáles sean los valores y las direcciones deseadas de cada persona a largo plazo. Sí es un problema cuando es ella quien controla las decisiones del individuo y tiene una identidad propia poderosa que se le hace ingobernable.

© @anavillarubiamendiola

Ana Villarubia es autora de dos libros: ‘Borrón y cuenta nueva: 12 pasos para una vida mejor’ (Editorial Planeta) y ‘Aprende a escucharte’ (La Esfera de los Libros).

-¿Qué enfermedades están vinculadas a ella? 

-Más que de enfermedades vinculadas a la fama, deberíamos hablar de cuadros clínicos, cuadros sintomáticos o potenciales y diagnósticos psicológicos que más habitualmente correlacionan con ella. Entre estas correlaciones que más habitualmente encontramos aparecen, sin duda, primero la ansiedad y después la depresión. Y, normalmente entroncadas en ambas, se aprecian con más frecuencia comportamientos evitativos, fobias, adicciones, problemas de autoestima, trastornos de la conducta alimentaria…

-¿En qué medida afecta también el fenómeno de las redes sociales?

-Las redes son un arma de doble filo para el que creo que falta psicoeducación, que yo me atrevería a inculcar hasta en las escuelas, habida cuenta de la importancia que han adoptado en la vida de todos nosotros, jóvenes y adultos. Las redes proporcionan un refuerzo inmediato muy potente porque se basa en el refuerzo social, que resulta más gratificante, pero es una suerte de refuerzo social artificial: quien me refuerza no me conoce, en realidad me refuerza de manera arbitraria y, por lo tanto, he de saber muy bien ajustar tanto mis expectativas como el refuerzo que le doy a la interacción con mis seguidores. Además, sucede con las redes y la fama lo mismo que sucede con las redes y el acoso escolar, que trasciende las fronteras del colegio. Y es que, para un niño, no es lo mismo saber manejar un teléfono móvil que saber gestionar la influencia de las redes. Igualmente que, para un adulto, no es lo mismo exponerse públicamente en un acto, en el ejercicio de su profesión, que tener después una constante ventana abierta al juicio externo. Esa ventana abierta va con nosotros, podemos consultarla en cualquier momento y sabemos, porque ya lo hemos vivido, que invadirá también cualquier área de nuestra vida y de nuestra intimidad, contaminando nuestras experiencias y ganando una trascendencia inmerecida.

© @anavillarrubiamendiola

Ana Villarubia con la presentadora Sonsoles Ónega.

- A tenor de lo que está ocurriendo en ellas con los haters, ¿se puede decir que somos más sensibles a la crítica que al halago?

-¡Por supuesto que sí! Y es normal que así sea, en general. Lo que debemos replantearnos es el excesivo peso depositado en todos los comentarios que recibimos. Lo importante es saber relativizar qué se ha dicho, de parte de quién, con qué vinculación afectiva se dirige a mí, con qué intereses secundarios potenciales, con qué conocimiento de causa… Esta es la única forma de neutralizar la influencia de los haters que, en ocasiones, incurren incluso en comportamientos delictivos.

-A veces, escuchamos decir, la fama le llegó demasiado joven y no pudo soportarlo, ¿podrías explicar este enunciado? ¿Existe una mejor edad para enfrentarse al ‘peso de la fama’?

-Por naturaleza, en periodos de mayor inmadurez, somos también más vulnerables frente a todos los riesgos que puede conllevar la fama: tenemos más dificultades para pensar en nosotros mismos en el largo plazo, más dificultades para anticipar las consecuencias de nuestros actos, nuestra identidad depende aún en demasiada medida de la aceptación externa, nos cuesta resolver problemas y nuestras estrategias de autorregulación emocional no son aún excesivamente eficaces…

© @mariaisabelamqs

La cantante María Isabel se bajó de los escenarios hace casi año por sus problemas de ansiedad.

-¿Puede ser adictiva la fama? 

-Claro que puede serlo, como toda fuente de refuerzo. En el momento en el que la persona se encuentra desprovista de una parte de lo que consideraba ser su identidad, es esperable que se sienta desorientada, perdida, triste y vacía.

-Hay rostros conocidos o famosos como Marisol que renunciaron a la fama por el anonimato, ¿qué puede llevar a esa decisión que la mayoría no comprende?

-Hay muchas variables que se me escapan en el caso concreto de Marisol, y es sano que, como en otros muchos, nunca lleguemos a disponer de toda la información necesaria para poder entender plenamente. Pero, si la mayor parte de la gente no comprende que se pueda preferir el anonimato a la fama, es que entonces todavía no hemos logrado desmitificar la fama y exponer convenientemente sus ventajas y sus inconvenientes, que son muchos. Quizá nunca sepamos realmente qué es lo que vivió esta mujer y cómo lo vivió, pero lo cierto es que su decisión sí es interesante para hacernos reflexionar: parece que, en un momento dado, se dio cuenta de que preservar su intimidad tenía mucho más valor que el refuerzo externo que pudiera obtener de la fama. ¿Será que ese refuerzo no lo puede colmar y llega un momento en el que puede resultar un obstáculo para todo lo demás? No en todos los casos, por supuesto, pero quizá así pudo suceder para ella.

© GTres

La modelo Lucía Rivera acaba de confesar que sufre depresión.

-¿Qué casos de famosos con problemas de salud mental te ha impactado más?

-Quizá los más obvios, los que aparentemente son más graves o más alarmantes sean los que precisamente a mí me llamen menos la atención en el sentido de extrañarme o de impactarme, por el mero hecho de que, a nivel clínico, suelen ser también los casos que disponen de una explicación funcional más lógica a nivel psicológico o psiquiátrico. Lo que no deja de llamarme la atención es cómo el entorno no puede hacer nada por detenerlo, cómo a veces siquiera lo detecta y cómo la persona, desgraciadamente, acaba siendo presa de sus propias mentiras.

-El presentador Ángel Martín desveló recientemente que había sufrido un brote psicótico, ¿puede una persona normal volverse loca de la noche a la mañana?

-Jamás me atrevería a hablar de locura porque lo auténticamente devastador de un brote psicótico es que, efectivamente, puede sobrevenir y manifestarse sin control alguno de quien lo padece y pasar inicialmente desapercibido también a ojos de quienes le rodean. En concreto, en el caso que mencionas, el consumo es algo que el propio protagonista no ha negado y creo que, en este sentido, hemos de ser extremadamente escrupulosos porque es demasiado sencillo caer en un discurso que trivialice acerca de la gravedad del consumo, y esto es un enorme factor de riesgo para muchas personas, especialmente para chavales jóvenes que se fijen en sus referentes sociales. También Ángel Martín, en la línea de lo que comentábamos antes acerca del arma de doble filo del discurso de los famosos, ha expuesto públicamente su experiencia con un psicólogo, que en su caso no el fue grata, y con ello ha tenido, a mi modo de ver las cosas, un discurso excesivamente desincentivador de un recurso que, a tenor de lo que veo cada día con mis pacientes en consulta, ha resultado ser una imprescindible tabla de salvación para muchas personas. Acudir a terapia es un recurso al que yo profeso un respeto reverencial, no por el trabajo del psicólogo, sino por la humildad y el esfuerzo de mis pacientes.

© GTres

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El presentador Ángel Martín (arriba) estuvo ingresado quince días por un brote psicótico. El cantante Dani Martín (abajo) ha confesado que lleva año y medio acudiendo al psiquiatra.

-También hay muchos famosos que hablan de intentos de suicidio, ligados a su depresión, y ahí tenemos el caso del triste desenlace de Verónica Forqué. ¿Están aumentando este tipo de casos en sus consultas?

-En el extremo de la gravedad, en tanto en cuanto supone avanzar más en el estadío de la desesperanza, los comportamientos auto lesivos, así como los intentos de suicidio, se han disparado de manera alarmante. Es importantísimo no trivializar con estas ideas y con estos comportamientos, porque, a menudo, se han asociado a ‘llamadas de atención’, como si eso los aligerase o los convirtiese en menos lesivos para la vida de las personas. Es un grandísimo error que puede costar muchas vidas. Tanto las ideas suicidas como los comportamientos auto destructivos son obvias señales de alarma de un padecimiento tan intenso que hace que la persona distorsione su realidad hasta el punto de no sentirse capaz de gestionarla. De pocas cosas se alegra uno más en la vida que de haber superado una depresión o de haber fracasado, por suerte, en su intento de quitarse la vida. Muchas veces, por desgracia, el depresivo se esconde, le hace muy difícil a su entorno detectar nada de lo que realmente piensa y siente, y por eso se hace tan necesario lanzar estos mensajes de concienciación para que lleguen directamente al corazón de aquellos a quienes han de llegar.

- Una vez que la persona decide internar en un centro, caso de Selena Gómez, ¿cómo es el proceso de curación?

-No todos los casos requieren de un internamiento. Ello depende de varios factores: algunos relacionados con la severidad o la cronicidad del cuadro clínico, y otros relacionados con las características del entorno de la persona y de sus circunstancias de vida. El hilo conductor de la terapia en un internamiento es el mismo que en una terapia ambulatoria, pero se enriquece la intervención con seguimiento psiquiátrico y psicológico diario, se complementa la terapia individual con terapias grupales que, en ocasiones, son incluso diarias, se trabaja con un equipo multidisciplinar de enfermeros y trabajadores sociales, se hace terapia ocupacional y se le ofrecen a la persona todos los recursos individualizados que se considere que pueden ser útiles en su proceso de recuperación y también en su proceso de readaptación de nuevo a la vida que es el objetivo último de la intervención.