Nadie duda de que está claro que es importante incorporar el ejercicio físico a nuestros hábitos de vida, por sus múltiples beneficios para nuestra salud, física y mental: nos da más energía, mejora la calidad de nuestro descanso, nos ayuda a combatir los niveles de estrés, aumenta la segregación de endorfinas, nos ayuda a prevenir dolencias cardiovasculares… Pero también hay que tener en cuenta que lo cierto es que los excesos, la mayoría de las veces, no son buenos y pueden traernos problemas. Hay, incluso, quien puede ser adicto al ejercicio, lo cual, no hay duda, puede no ser positivo. Muchas personas se sienten obligadas a hacer ejercicio y son incapaces de dejarlo incluso cuando experimentan dolor o lesiones. Es cierto que todo depende de tu nivel y de tus circunstancias individuales. Sin conocerlas, es complicado determinar cuánto ejercicio, en general, puede ser excesivo. Pero hay una serie de señales ante las que hay estar atentos, para detectarlas y, en el caso de que sea necesario, actuar para tomar las riendas de la situación, tal y como explican los especialistas en adicción de la Clínica Privada de Rehabilitación Delamere (https://delamere.com/).
"El sobreentrenamiento no sólo va a disminuir nuestro rendimiento sino que también va a incrementar mucho el riesgo de sufrir lesiones y va a disminuir nuestra motivación”, nos cuenta por su parte Robert Herráez, codirector de Fitness de Grupo DIR.
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Cuando se convierte en adicción
Como decíamos, aunque el ejercicio tiene muchos beneficios físicos y psicológicos, cuando se practica a niveles elevados, puede generar efectos negativos, incluida una adicción insana, llegando a ser una obsesión por la forma física y el ejercicio. Así, los expertos apuntan que la adicción al ejercicio suele ser el resultado de un fuerte deseo de mejorar la forma física y nuestro bienestar. ¿Hay personas con más riesgo de padecer este problema? Sin duda, las personas con problemas de imagen corporal, baja autoestima y escasa confianza en sí mismas suelen correr un mayor riesgo que las que no los tienen.
Y no podemos olvidar una realidad compleja: existe una fuerte correlación entre una relación poco saludable con el ejercicio y los trastornos alimentarios. Las personas que padecen anorexia, bulimia u otros trastornos de la imagen corporal pueden tener a menudo una obsesión destructiva con la forma física y el ejercicio. Es más, según las conclusiones de una investigación llevada a cabo por Brewerton, se descubrió que casi el 40% de los pacientes que sufrían anorexia también mostraban comportamientos de ejercicio compulsivo.
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¿Cuáles son los principales signos de adicción al ejercicio?
La pregunta clave, claro está, es cómo podemos llegar a saber cuándo el exceso de algo bueno, como hacer ejercicio, se convierte en algo malo. Existen una serie de señales, según los expertos de la Clínica, asociadas a nuestros pensamientos, emociones y comportamientos, que nos pueden dar pistas de que hay un problema:
- Pérdida del control. Les resulta complicado controlar su deseo por mantenerse en forma, tanto, que pueden llegar a hacer ejercicio incluso estando lesionados o enfermos. Les cuesta reducir el nivel.
- Episodios de depresión y ansiedad. Está comprobado que el ejercicio aumenta el estado de ánimo y el bienestar mental general, por lo que hay personas que se obsesionan con las horas de ejercicio para superar los sentimientos de tristeza y fatiga. Eso puede ser contraproducente, pues cuando no pueden hacer deporte, a menudo comenzarán a mostrar altos niveles de depresión y ansiedad.
- Baja autoestima. Suelen determinar la autoestima de uno mismo en función de sus logros en el ejercicio y su capacidad para estar en forma.
- Trastorno de la imagen corporal. La adicción al gimnasio hace que las personas creen una versión poco realista de sí mismas y se esfuercen por alcanzar la "perfección", aunque pueda incluso ser perjudicial y poco saludable para ellos hacerlo. Cuando no alcanzan el peso, la fuerza o el objetivo de forma física deseados, la situación se complica, y puede incluso conducir a trastornos alimentarios, a contar constantemente las calorías, a hacer un exceso de ejercicio y a conductas incluso compulsivas.
- Control del tiempo y del horario. El hecho de negarse a faltar a un entrenamiento, independientemente del tiempo, de una lesión o del horario, es uno de los signos más comunes de la adicción al ejercicio. Es posible que se encuentren pasando más tiempo haciendo ejercicio por sesión, más allá de lo que se considera seguro y saludable.
- Negación y actitud defensiva. Suele ser habitual que cuando se les pregunta por ese afán por hacer deporte, tiendan a ponerse la defensiva al hablar del posible problema de ejercicio compulsivo.
- Sentirse cansado constantemente. Cuando se hace ejercicio de forma excesiva, sin duda pueden aparecer síntomas físicos, como pueden ser la fatiga y el agotamiento. Esta presión sobre el cuerpo y la salud puede provocar enfermedades y lesiones si no se controla correctamente.