Uno de los términos más buscados en Internet es 'joven'. 'Cómo conseguir una piel más joven', 'ejercicios para estar más joven', 'alimentos que te rejuvenecen'... La juventud, está claro, nos preocupa porque envejecer se nos hace cuesta arriba. Pues bien, aunque no tenemos un elixir mágico ni es posible no pagar la factura de cumplir años, sí podemos hacer algo para mejorar nuestra salud por dentro y por fuera y eso se traducirá en un cuerpo y un aspecto más rejuvenecido.
En esto se basa la medicina antiaging. ¿Y cuáles son los trucos? Inmaculada Canterla, reputada experta en medicina antienvejecimiento de nuestro país y directora de la Clínica Antiaging, Cosmeceutical Center, nos da las claves.
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Tu genética no lo es todo
La genética es solo una parte. El estilo de vida y factores ambientales juegan en la otra parte de forma decisiva en el deterioro asociado al paso del tiempo.
El envejecimiento ya ha sido reconocido como una enfermedad. Si somos capaces de ralentizar el envejecimiento, podremos también hacerlo con las consecuencias de la diabetes, los infartos o el alzhéimer, por ejemplo.
Lo que sí es ventajoso es el diagnóstico genético que permite individualizar la medicina, ya que la constitución genética de cada persona condiciona, tanto las afecciones que sufre, como su respuesta a los tratamientos. Lo utilizamos puesto que la genética influye en un porcentaje (25-35%) sobre las patologías que una persona puede llegar a padecer, por lo que cambiando los hábitos de vida de esa persona se puede reducir el riesgo que tiene de desarrollar ciertas enfermedades.
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Empieza ya
La medicina antienvejecimiento es una medicina preventiva. ¿Por qué no hacer las cosas bien desde niños? Además, así es la mejor manera de crear buenos hábitos.
La medicina antiaging trata o previene el envejecimiento a través de diferentes medios con el objetivo de ayudarnos a envejecer mejor y sentirnos saludables y vitales por más tiempo.
Entonces mejor no llegar a ser viejos para aplicarla, ¿no?. El envejecimiento comienza desde que nacemos. Igual que con los tratamientos que mejoran la calidad de la piel (cosmecéuticos, medicina estética y láseres), no hay que esperar a tener la piel fatal para usarlos. La mejor prevención es un buen mantenimiento.
La edad biológica debe estar en sintonía con la edad cronológica para indicar que tenemos un envejecimiento saludable. Si hay un desfase entre ambas edades hablamos de un envejecimiento patológico.
Normalmente, las personas se dan cuenta y comienzan a darle valor a este tema con más de 35 años, ya que desean que su actividad física y mental mejoren, manteniendo las mejores condiciones físicas e intelectuales, prolongando su vida activa.
Detecta los 'enemigos' sin demonizarlos
En nutrición nada suele ser blanco o negro, sino que suele tratarse de un equilibrio entre grises.
Habría que puntualizar el tipo de grasas. Las grasas trans aumentan el colesterol "malo" y reducen el "bueno". Una dieta cargada de grasas trans aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular, la principal causa de muerte de los adultos.
El problema está cuando ingerimos demasiados de estos alimentos y nuestro organismo aumenta el nivel de colesterol que es transportado por la sangre a través de las llamadas lipoproteínas.
Los triglicéridos también son un tipo de grasa que produce el hígado y que transportan las lipoproteínas a través de la sangre. En cantidades superiores a lo considerado saludable (más de 150 mg/dl.), son peligrosas para la salud.
Generalmente, tanto el exceso de colesterol malo como el de triglicéridos suele provocarlos una mala alimentación, además de otros factores como el sobrepeso, el sedentarismo, el tabaco y el alcohol.
Respecto al azúcar puede causar resistencia a la insulina, la antesala del síndrome metabólico y la diabetes. Pero de nuevo habría que matizar qué tipo de azúcar y evitar los carbohidratos simples como el azúcar en dulces, postres, alimentos procesados y refrescos.
Incorpora el ejercicio a tu rutina diaria
Realizar ejercicio físico de forma diaria es una rutina fundamental, ya que acciona y acelera el metabolismo. El ejercicio ‘ideal’ para prevenir el envejecimiento consistiría en unos 20-25 minutos diarios de ejercicio cardiovascular(el deporte tiene que ser constante y a cierto nivel), a un ritmo que permita llevar una conversación al mismo tiempo, lo que significa que no genere déficit de oxígeno ni excesiva fatiga. El resto del tiempo que tengamos (lo ideal es llegar a 40-45 minutos diarios), lo más indicado es realizar un ejercicio de fuerza: trabajo de pesas combinado con ejercicio funcional. Si se es principiante, se puede comenzar caminando 30 minutos todas las mañanas a un ritmo acelerado. En todos los casos siempre hablamos de ejercicio moderado.
¡OJO! En el momento en el que sobrepasamos el límite en el que exigimos al cuerpo y necesitamos una gran demanda de oxígeno, lo que aceleramos es precisamente la oxidación (radicales libres) y como consecuencia, el envejecimiento, efecto totalmente contrario al que buscamos.
Consume más pescado azul
Este es el mejor antiinflamatorio y suele convertirse en la medida nutricional con un impacto más directo y positivo en nuestra salud desde la infancia hasta la vejez. El omega es el principal suplemento que recomendar de modo global a una población. Evidentemente, hay que tener en cuenta que el Omega 3 no va a remediar una deficiencia de vitamina D o de algún mineral importante, y según el problema de salud debe combinarse con otros nutrientes. Pero si hay que tomar un solo suplemento prácticamente casi siempre debe ser Omega 3. En cada caso debe analizarse el estado nutricional y de salud de cada persona y valorar qué otros suplementos se deben prescribir para obtener beneficios concretos.
Incluye antioxidantes en tu dieta
Es definitivamente otro de los hábitos antiaging más importantes: pescado fresco se debería comer de 3 a 4 piezas por semana, sal marina y aceite de oliva para cocinar y condimentar, naranjas, frutos rojos, huevos, verduras de hojas verdes, pimientos, zanahorias, tomate, chía y 3 nueces o almendras todas las noches antes de dormir.
Ten verduras en la nevera
Siempre optar por frutas y verduras de temporada, legumbres, proteínas limpias (animales y vegetales), ácidos grasos esenciales y una proporción adecuada de cada uno de estos componentes es la base del antienvejecimiento. Un truco: tener siempre verduras de hojas verdes en la nevera: espinaca, rúcula, lechuga, menta, acelga… Agregar hielo, agua, unas gotas de limón y licuar. Beber un vaso antes de comenzar con la rutina diaria.
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No te pases con las calorías
El aporte calórico que se ofrece al organismo va en función de la edad, el sexo, el peso y la actividad física de cada persona. Por esta razón, la realización de una restricción calórica sin un control médico adecuado (dietas milagro) puede ser perjudicial para la salud. El mantenimiento de un peso adecuado debe ser el objetivo en cualquier persona, siempre que sea a través de una dieta equilibrada. Está demostrado que los individuos que presentan pesos normales, con índice de masa corporal normal (20-25), son más longevos.
Usa siempre protector solar
Usar protección solar también en invierno La mejor forma de prevenir el envejecimiento de nuestra piel es aplicando diariamente un protector solar, también en invierno, que tenga un mínimo de factor 50 y con reaplicación, a ser posible, cada 2 o 3 horas. De esta manera vamos a evitar los daños causados por la radiación UV, uno de los principales colaboradores del envejecimiento.
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El sueño te rejuvenece
La piel y el sistema nervioso están estrechamente relacionados, siendo el reflejo de nuestro estado físico, psicológico y mental. Por tanto, dormir bien por la noche se refleja positivamente al disminuir el estrés, la angustia o el cansancio. El sueño es un proceso constructivo que reajusta nuestro sistema biológico con funciones regeneradoras y estabilizadoras.
Durante la noche tienen mayor eficacia los mecanismos de reparación de la piel porque nuestra musculatura se relaja y permite que la circulación sea más fluida y se oxigene mejor la piel, se eliminan en mayor cantidad los radicales libres, se reparan y crean nuevos tejidos y células, las células reorganizan sus funciones, se reparan y equilibran los daños ocasionados durante el día, permite un correcto ciclo hormonal completo (se segrega melatonina, hormona del crecimiento, leptina…), se eliminan las contracciones musculares a todos los niveles incluida la piel.
La falta de sueño debilita la capacidad natural de la piel de repararse.
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