Uno de los problemas de salud a los que se puede enfrentar la mujer, relacionado con su salud genitourinaria son los prolapsos (o desprendimientos) pélvicos de órganos como el útero, la vejiga o el recto. Sobre ellos hemos querido hablar con la doctora Maite Izquierdo Puchol, ginecóloga del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre, que sobre el uterino, uno de los más comunes, nos explica que "aunque nos puede parecer que el útero está 'muy sujeto' en el interior de la pelvis femenina, se encuentra bastante móvil, de hecho, cuando realizamos una exploración vaginal (lo que llamamos tacto bimanual) o mediante ecografía, observamos claramente cómo se desplaza adelante y atrás".
Los elementos que lo sujetan principalmente son los ligamentos uterosacros (en la parte de fondo y posterior de la vagina), los parametrios (a los lados de la vagina) y los ligamentos redondos (en la zona alta). "Nuestros ligamentos redondos se van alongando con motivo de los partos y la laxitud de tejidos debido al paso del tiempo, por ello el cuello uterino va 'cayendo' dentro de la vagina pudiendo llegar a exteriorizarse totalmente", nos detalla la especialista, que añade que las personas con más riesgo de padecer estos prolapsos son las personas de edad avanzada, aquellas con alguna enfermedad asociada que predisponga a la hiperlaxitud ligamentosa y la fragilidad de estas estructuras, las madres multíparas, así como los partos y expulsivos muy prolongados con fetos de gran tamaño.
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Tipos de prolapso
Además de prolapso uterino, otros órganos adyacentes (la vejiga y el recto), pueden ser arrastrados en este descenso.
- El prolapso uterino puede ser de cuatro grados dependiendo de lo descendido que esté el cérvix (si está en vagina, aparece en introito, sobrepasa el introito o está totalmente en el exterior).
- El prolapso de la vejiga se llama cistocele y es el abombamiento de la vejiga sobre la pared anterior de la vagina.
- El prolapso del recto se llama rectocele y corresponde a la protusión de este sobre la pared vaginal posterior.
¿Cómo llegar al diagnóstico?
Tal y como nos explica la ginecóloga, habitualmente las pacientes se dan cuenta del prolapso por sí mismas. "En los más leves porque sienten una sensación de peso y en los severos, porque ven asomar un 'bulto' a través del introito vaginal y eso suele asustar mucho a las pacientes, por ello consultan rápidamente", detalla.
¿Qué síntomas nos pueden alertar de que padecemos un prolapso?
Habitualmente las pacientes refieren:
- Sensación de peso en zona pélvica.
- Molestias por la salida de las paredes de la vagina que “abren “la vulva.
-Puede asociarse a problemas de incontinencia urinaria, porque la uretra, en este descenso, pierde su posición y angulación habitual y es incapaz de compensar la presión de la vejiga (sobre todo con los esfuerzos como toser, reír, saltar...).
-Es posible que pueda producirse algún pequeño sangrado por el roce del cérvix exteriorizado.
-Puede favorecer el estreñimiento y la presencia de residuos vesicales.
"Lo mejor es consultar al especialista ante los primeros síntomas. El ginecólogo es que valorará la importancia del prolapso y si se debe actuar quirúrgicamente para resolverlo", sugiere la especialista.
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La importancia de ejercitar el suelo pélvico
La doctora explica que es importante para prevenir este tipo de problemas el evitar sobreesfuerzos de nuestra musculatura pélvica evitando el estreñimiento, rehabilitando adecuadamente el suelo pélvico tras momentos estresantes para estos músculos como es el embarazo y el parto y, en general, hacer ejercicios de tonificación de esta zona y vaciar de manera regular la vejiga para evitar su sobredistensión.
¿Cómo se trata un prolapso?
-Lo ideal es consultar cuando el prolapso es muy inicial para aconsejar medidas rehabilitadoras e higiénico-dietéticas que eviten los esfuerzos en esta zona.
-En casos de sintomatología asociada (incontinencia, infecciones urinarias de repetición, molestias vulvares) y en prolapsos avanzados se aconseja la cirugía.
-En ocasiones se recomienda la utilización de mallas que ayudan a mejorar el control de la incontinencia si la hubiera.