Mucho te hemos hablado de los beneficios que el ayuno intermitente puede tener para tu salud. Incluso hay defensores de esta estrategia nutricional que también reconocen sus bondades para la salud de nuestro cerebro. La nutricionista Elisa Blázquez parte de una idea: “Se ha propuesto el ayuno como una herramienta que mejora nuestra salud cerebral, pero es importante poner esto en contexto”.
Y es que, en su opinión, el ayuno no se debería analizar de manera aislada, sino como parte integral de un plan de alimentación, donde importa tanto lo que como, como lo que dejo de comer. “El cerebro no trabaja de manera aislada, los cambios que se producen en él siempre guardan relación con la salud del resto del cuerpo, de ahí que un buen plan de alimentación y ayuno sean positivos en la neuroprotección”, comenta.
“En este contexto, podemos considerar que una dieta rica en nutrientes neuroprotectores, equilibrada y que, además, contenga periodos de ayuno intermitentes y respete nuestros ritmos circadianos, es beneficiosa para nuestra salud cerebral porque mejora nuestra microbiota intestinal y su estrecha relación con nuestro cerebro, es capaz de modular la respuesta inflamatoria vinculada a procesos neurodegenerativos, mejora nuestra salud cardiovascular y la posibilidad de un evento cerebrovascular, mejora la elasticidad neuronal y en el día a día es clave para favorecer un rendimiento cognitivo óptimo”, detalla.
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¿Puede influir el ayuno en el estado de ánimo?
Por su parte, Sara Rueda, nutricionista de bluaU Sanitas, nos cuenta que existe una conexión entre nuestro intestino y nuestro cerebro, a través del nervio vago. “El sistema digestivo produce la mayor parte de la serotonina y la mitad de la dopamina de nuestro cuerpo. Esto lo vemos reflejado en muchos acontecimientos que nos ocurren a menudo en nuestro día a día, por ejemplo, al darnos una mala noticia puede que nos duela el estómago o que dejemos de tener apetito”, nos comenta.
Y añade que durante el ayuno aumenta la autofagia, que es un proceso de limpieza o renovación del organismo donde se van a eliminar las células que pueden estar dañadas para generar nuevas células funcionales. “Además, ayuda a mejorar el perfil lipídico, al quemar grasas para obtener energía bajará el nivel de triglicéridos en sangre, así como el colesterol malo. También reduce los indicadores de inflamación. Todo esto hace que mejoremos nuestra claridad mental y nos sintamos mejor, al no tener que emplear gran parte de la energía que necesita el organismo en que trabaje el aparato digestivo o en paliar un estado continuo de inflamación”, detalla.
“Un correcto funcionamiento del intestino, así como un correcto equilibrio de la flora intestinal que lo coloniza, es clave para mantener unos niveles óptimos de serotonina y así asegurar un buen estado de ánimo”, explica Damien Carbonnier, experto en ayunos, formador para la Federación Francesa del Ayuno y fundador de Miayuno.
¿Beneficioso para nuestro cerebro?
Como decíamos, hay algunos estudios que apuntan a que hacer ayuno puede ser beneficioso para la salud de nuestro cerebro. “Cuando comemos, toda la energía se destina al tubo digestivo, y si hemos comido mucho o mal, a paliar una posible inflamación intestinal. Cuando ese tubo digestivo está desinflamado, la energía fluye por las neuronas, ofreciendo claridad mental. Además, el ayuno acentúa el entorno hormonal y metabólico de la vigilia, aumentando los niveles de hormonas que nos activan, como la dopamina y la noradrenalina, y mejorando así la función de las mitocondrias, que son las centrales energéticas de las células que sincronizan los ritmos circadianos. También hay estudios que demuestran que el ayuno periódico mejora la plasticidad neuronal y la resistencia a enfermedades mentales”, explica Sara Rueda.
“El beneficio de ayunar de forma intermitente sobre el cerebro parece relacionarse con el resultado de una respuesta de estrés celular que estimula la producción de proteínas que mejoran la plasticidad neuronal y la resistencia a las agresiones oxidativas y metabólicas”, añade por su parte Elisa Blázquez.
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Microbiota y cerebro
Aún hay más datos interesantes. “Por otro lado, el ayuno contribuye a modular la microbiota y existe una relación bidireccional entre la salud del intestino y el cerebro. Producimos neurotransmisores en el intestino que influyen en nuestra conducta. Los neurotransmisores producidos en el intestino no atraviesan la barrera hematoencefálica, pero si son capaces de modular la actividad neuronal. La relación dieta-ayuno-microbiota-cerebro es importante trabajarla en consulta y nos ayuda a mejorar nuestra salud cerebral”, explica Elisa Blázquez.
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Buen aliado contra el hambre emocional
Otra de las dudas que nos surge es si el ayuno puede ayudarnos a controlar el llamado hambre emocional. “Sí, el ayuno puede ayudar a distinguir el hambre real y el hambre psicológico o emocional. Al ayunar, el cuerpo aprende a hacer un mejor uso de la energía. Cuando decimos que tenemos hambre, muchas veces es mentira. Esa sensación irreal de hambre suele venir desencadenada por una emoción (estrés, aburrimiento, tristeza, alegría…) o por una respuesta aprendida a lo largo de nuestra vida, ya que, nos acostumbramos desde pequeños a tener cierto nivel continuo de aporte de alimentos en el cuerpo y, cuando disminuye un poco ese aporte pensamos que tenemos hambre. La sensación de hambre emocional dura sólo unos pocos minutos y desaparece, por ejemplo, cuando nos centramos o distraemos en otra actividad”, comenta la nutricionista de Sanitas.
¿Ralentiza el envejecimiento del cerebro?
Hay defensores del ayuno que comentan que ayunar mejora la claridad mental e incluso ralentiza el envejecimiento del cerebro, ¿cuál es su opinión al respecto?
“Además de relacionarse directamente con un mayor nivel de vigilancia y de concentración, puede ayudar a ralentizar el envejecimiento del cerebro. Según varios estudios, existe una relación directa entre el ayuno y la mejora de las funciones cognitivas, sobre todo en personas mayores. Hasta el día de hoy, se han realizado pocos estudios sobre el tema, por lo que aún no existen las suficientes evidencias científicas como para asegurar que así sea”, apunta la experta de Sanitas, que considera que “como profesionales, lo único que podemos asegurar es que, para hacer un ayuno, es indispensable consultar a un especialista en nutrición que ofrezca unas pautas concretas y asegure hacerlo de manera correcta y beneficiosa para la salud”.
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Cómo hacer el ayuno
Como decía Elisa Blázquez, la dieta siempre es un todo, pero está claro que hacer descansos digestivos o ayunos bien pautados, son beneficiosos. ¿Cómo hacer el ayuno? “Recomiendo dejar 12 horas de ayuno cada noche, con este ayuno no nos saltamos comidas, pero dejamos un reposo digestivo de 12 horas para favorecer los procesos de detoxificación y regeneración durante el descanso nocturno. Los ayunos más largos, cómo el de 16 horas, tienen que ser personalizados, depende de la actividad física, la salud y los horarios de cada persona”, nos recomienda.
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