‘Te exiges demasiado’. ¿Alguna vez has tenido esta sensación? En ocasiones puede aparecer este sentimiento que puede tener una parte positiva, pero si se gestiona mal, puede acarrearnos problemas. “La autoexigencia, como todo, en un término medio es fantástica. Pero lo dicho, en un término medio. Si queremos progresar, tenemos que ir exigiéndonos un poco más, si no, nos quedamos estancados y estancadas. La autoexigencia, bien gestionada, nos ayuda a ser mejores”, nos comenta Alicia Fernández Ridao, psicóloga sanitaria de Psicopartner, que explica que si sabemos gestionar bien nuestra autoexigencia veremos nuestros objetivos como retos. “Pero si la llevamos al extremo, veremos nuestros objetivos como obligaciones que nos producirán mucha angustia no cumplir. No disfrutaremos del camino hacia nuestras metas y esto nos hará tener una vida muy angustiante”, nos detalla.
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Así son las personas demasiado autoexigentes
Nos preguntamos cuáles son los rasgos de una persona demasiado autoexigente. “Se va a caracterizar por ser una persona muy trabajadora, ordenada y con la que todo el mundo quiere contar para realizar proyectos, negocios, trabajos de clase… porque saben que si trabajan con esta persona se llegará a los objetivos exigidos con creces”, apunta la psicóloga, que matiza que estos serían los rasgos más visibles de este tipo de personas. Pero, hay otros rasgos menos visibles, pero muy comunes en este tipo de personas:
-Cometer errores les provoca altos niveles de frustración y malestar, tienen baja tolerancia al fracaso. Las personas muy autoexigentes conciben los errores como algo muy negativo, por tanto, evitan cometerlos a toda costa. Suelen ser personas muy perfeccionistas con ellos mismos y con los demás.
-Por tanto, las personas autoexigentes no son espontáneas, al contrario, van a tender a la rigidez. Son personas que planifican sus días, tienen sus esquemas de acción, protocolos, porque su objetivo es tener todo lo posible bajo control, para que así haya el menor número de contratiempos que entorpezcan su rutinas.
Buscando las causas
No existe una única causa por la que una persona llegue a ser muy autoexigente. Se trata más bien de una suma de factores personales y factores socioambientales, algunos ejemplos de estos son:
-Haber tenido una educación muy exigente (por parte de la escuela, padres/tutores legales…). Entornos donde cometer errores o no ser excelente se penaliza férreamente.
-Tener una gran necesidad de control. “Los contratiempos son muy desagradables, tengo que controlar el mayor número de factores posibles y así estaré más tranquilo/a”.
-Miedo a cometer errores. “Si saco malas notas jamás tendré trabajo”.
-Necesidad de aprobación por parte de mi entorno más cercano. “Cuanto mejor sea, más me van a querer”.
-Pensamiento dicotómico, sin atender a matices. “O lo he hecho muy bien o lo he hecho muy mal”.
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Desemboca en ansiedad
Hay quienes dicen que la autoexigencia es una trampa y que puede estar vinculada con la ansiedad en algunos casos. ¿Cuáles son las consecuencias de una autoexigencia demasiado elevada? “Las consecuencias suelen ser bastante graves: niveles muy altos de ansiedad, frustración, angustia, insomnio, malestar y cansancio constante, que suelen acarrear somatizaciones físicas (problemas digestivos, eczemas, sistema inmunitario deprimido…)”, nos explica. En el caso de la ansiedad, puede influir, especialmente en aquellos casos donde la ansiedad va ligada a la mala gestión de la incertidumbre (no control de lo que pasa en nuestro día a día) y la necesidad de aprobación social.
¿Puede llegar a bloquearnos o nos hace mejorar?
Como nos comentaba la psicóloga anteriormente, una autoexigencia sana nos impulsa a evolucionar, es como una vocecita que nos dice “ponte las pilas, prueba otra estrategia, es hora de que te lances a aprender otro idioma”.
“Sin embargo, si no sabemos gestionar bien nuestra autoexigencia es vocecita nos dirá cosas como ‘no puedes fallar, tienes que estudiar más, este proyecto te está saliendo fatal, vas a ser un fracasado como no hagas más cosas’. Como habréis podido intuir, este tipo de pensamientos nos dejan en un estado mental abrumador que nos puede llegar a bloquear completamente”, explica.
¿En qué se diferencia la autoexigencia del perfeccionismo?
La autoexigencia, como su nombre indica, es la exigencia que nos proponemos a nosotros mismos. Podemos exigirnos determinados estándares, pero puede que en ellos aspiremos al perfeccionismo, o no.
Mientras, nos comenta que el perfeccionismo, como su nombre indica, busca la perfección. “Nunca vamos a conseguir la perfección puesto que es subjetiva ¿qué es perfecto y qué no lo es?”, se plantea la experta. “A mis pacientes siempre les digo que aspirar al perfeccionismo es jugar a perder, porque a día de hoy no se conoce a ningún ser humano que sea perfecto”, añade.
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Convivir con una persona demasiado autoexigente
¿Es complicada la convivencia con una persona demasiado autoexigente? “Por supuesto, como os comentaba al principio las personas autoexigentes suelen serlo con ellas mismas, pero también con los demás. A esto le sumamos la convivencia con una persona que tiene unos horarios y hábitos rígidos que si les son entorpecidos pueden entrar en cólera. Por lo tanto, imagina que te despiertas y haces un poco de ruido haciendo el desayuno y desconcentras a esta persona de su rutina de estudio. La persona con tal grado de autoexigencia se enfadará mucho porque su rutina de estudio se verá alterada y eso podrá suponer unos peores resultados”, concluye.
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