Afrontar la época que nos está tocando vivir no siempre. La pandemia ha traído consigo miedo, incertidumbre, problemas laborales y personales. Mantener el equilibrio no siempre es fácil y preservar la salud mental es, incluso, un esfuerzo. Hemos llegado a un agotamiento emocional que nos impide disfrutar de aquellas cosas que antes nos proporcionaban placer. Al final, nos sentimos desbordadas, irritables y extenuadas.
Según explica Mar Santamaria, farmacéutica de PromoFarma by DocMorris, el agotamiento mental puede llevar a un agotamiento físico, y viceversa. Y pone como ejemplo el papel del cortisol, la hormona del estrés por excelencia, que se encarga de ponernos en tensión ante un peligro inminente. Si el cortisol se mantiene elevado durante mucho tiempo pasamos a observar una fase de “distrés” (es decir, todas las manifestaciones nocivas del estrés sostenido). Como consecuencia “se produce una depleción (bajada por exceso de actividad) de vitaminas y minerales necesarios para el sistema nervioso e inmune”, advierte Santamaria.
La buena noticia es que la naturaleza nos puede ayudar a reencontrar el equilibrio.
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Los pilares de la salud
Nuestros hábitos de vida influyen a la hora de volver a sentirnos bien. En este sentido, la dieta variada y equilibrada (seguir las indicaciones del plato de Harvard te da una idea de qué es comer sano); el ejercicio físico practicado de forma regular; desconectar del móvil y dedicarse tiempo a uno mismo haciendo aquello que nos gusta (yoga, pintar, pasear, leer, escuchar música...) y, por supuesto, pedir ayuda en caso necesario. Todo ello revierte en nuestro equilibrio emocional.
Pero además, en épocas de más agotamiento y más estrés, podemos servirnos de plantas y suplementos a base de vitaminas, minerales o aminoácidos que pueden hacernos sentir mejor. Si recurrimos a ellos, debemos asesorarnos bien. Nuestro farmacéutico nos orientará. Por otro lado, no hay que olvidar que estos suplementos no sustituyen, sino que complementan a una buena dieta.
Plantas adaptógenas
El ginseng, la rhodiola, la ashwhagandha, el azafrán, el eleuterococo… Tienen propiedades antioxidantes muy interesantes que confieren una mayor resistencia al estrés físico y mental. No exentas de contraindicaciones y algunas interacciones con medicamentos, se recomienda tomarlas con asesoramiento profesional.
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Triptófano o 5-HTP procedente de la planta Griffonia
Es un aminoácido precursor de la serotonina y la melatonina, dos neurotransmisores imprescindibles para la regulación emocional y del sueño. Hay alimentos que, si bien no actúan igual, también pueden activar este aminoácido, que se encuentra, fundamentalmente, en las proteínas de origen animal, por lo que los alimentos como el huevo, la leche o la carne lo contienen. También los cereales integrales y los frutos secos.
Plantas relajantes
A todos nos vienen a la cabeza las infusiones de tila como remedio natural cuando se está un poco más nervioso del normal. Pero hay otras plantas que también nos relajan como la conocida valeriana, el espino blanco o la pasiflora. También tienen sus dosis recomendadas, precauciones y contraindicaciones.
Vitaminas
En épocas de mayor desgaste, la suplementación con el complejo B (vitaminas del grupo B) es especialmente recomendable. Mejor juntas que aisladas, porque a nivel metabólico ejercen su acción como cofactores de forma complementaria.
Por su parte, la vitamina D es necesaria para el funcionamiento correcto del sistema inmune y la replicación celular. No hay ni qué decir de la importancia de la vitamina C (consume alimentos vegetales crudos o con cocciones ligeras).
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Minerales
El magnesio es muy necesario para el sistema nervioso y el metabolismo en general. El zinc y el selenio, importantísimos para el buen funcionamiento del sistema inmune (son fuentes alimentarias: los frutos secos, el marisco, las setas, los cereales no refinados…). Las mujeres menstruantes deben cuidar el aporte de hierro en la dieta.
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Ácidos grasos omega 3 (DHA y EPA)
Antioxidantes, imprescindibles para las membranas celulares y la estructura cerebral (sobre todo el DHA). Por esto es interesante consumir fuentes alimentarias marinas (pescado azul de tamaño pequeño, algas…) y otros omegas precursores procedentes de granos y semillas (lino, borraja…). También se pueden suplementar, para alcanzar unos aportes más elevados.