El ser humano es un animal de costumbres y a todos nos gusta vivir en un entorno que controlemos, en el que nos sintamos seguros y que nos aporte bienestar. Se trata de nuestra zona de confort que se puede definir como un estado psicológico en el que las cosas que tenemos alrededor nos resultan tan familiares que hay poco espacio para la improvisación. Encontrarnos en nuestra zona de confort permite que los niveles de estrés no suban y esto nos aporta un mayor equilibrio emocional. En cambio, si salimos de este estado, experimentaremos más ansiedad. Entonces, ¿por qué los expertos nos recomiendan salir de esa zona de confort? ¿No sería contraproducente para nuestra salud física y mental?
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Ventajas de la zona de confort
“Más vale malo conocido que bueno por conocer”, dice el refranero popular. Cuestionamos sobre ello a Aída Rubio, de TherapyChat y nos responde que permanecer dentro de lo que conocemos, nuestra zona de confort, nos aporta seguridad, incluso aunque lo que haya en ella no sea bueno o no 100% satisfactorio. La razón es que es una zona en la que tenemos todo bajo control, hay unas rutinas, unos patrones para proceder… No hay riesgos (si excluimos el de quedarte estancado).
"La zona de confort se utiliza como un mecanismo de defensa para no experimentar miedo, ansiedad o fracaso. La persona puede anticipar que al salir de esta zona y probar cosas nuevas o asumir retos, sus capacidades personales no serán suficientes, se verán puestas en duda, y podrá vivir situaciones incómodas o negativas. Pero lo que realmente está haciendo es impedir su evolución como persona. No salir de la zona de confort supone un pequeño refuerzo a corto plazo, porque evitamos el miedo de salir de ella, pero es un mal a largo plazo, ya que nos autolimita y nos impide aprender", sostiene Rubio
Permanecer en aquello que nos resulta familiar también tiene efectos positivos para nuestra salud mental. Por ejemplo:
- Tienes más confianza: ya sea en el trabajo o en tu vida personal, conocer el terreno en el que te mueves te aporta mayor seguridad y te inspira confianza. Esto te puede ayudar a que, en un futuro, te puedas plantear nuevas metas.
- Minimizas el riesgo: cuando abordas un problema, eres consciente de los riesgos que te vas a encontrar y sabes cómo evitarlos o gestionarlos.
- Aprovechas el tiempo: la experiencia te permite abordar mejor las tareas y ser eficaz en su resolución, lo que te permite optimizar mejor el tiempo. La facilidad con la que abordas tareas conocidas te da más tiempo y energía para desarrollar otras.
Considerando todas estas ventajas, ¿a quién se le ocurriría salir de la zona de confort? Pues bien, la recomendación de los psicólogos es que lo intentemos, ya que nos ayudará a combatir el aburrimiento, también generador de estrés o a salir de relaciones tóxicas.
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El riesgo de la insatisfacción
Solemos asociar el estrés en el trabajo con las prisas, las entregas, la presión. Pero ignoramos que el aburrimiento también provoca estrés. Es más, una situación prolongada de insatisfacción puede acabar afectándonos tanto como un pico trabajo intenso en la oficina. La falta de motivación, de estímulos, la constante frustración de no sentirse valorado puede provocar síntomas como irritabilidad, insomnio y cansancio. A la larga, y en algunas personas, puede desembocar en un cuadro de ansiedad o depresión.
Por otro lado, en ocasiones nos aposentamos en la zona de confort por miedo a lo desconocido. Y así permanecemos en relaciones de pareja, trabajo o mantenemos amistades que ya no nos hacen ningún bien. De ahí que los psicólogos sostengan que dar un paso fuera puede ser beneficioso para nosotros.
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Consejos para salir de tu zona de confort
Aída Rubio, de TherapyChat nos da estos consejos para salir poco a poco de nuestra zona de confort si nos da miedo:
- Asumir la incomodidad: crecer no siempre es fácil y pasa por momentos de duda personal e, incluso, de no lograr lo que perseguimos. Pero estos son solo pasos en el camino hacia el crecimiento. Las experiencias nos proveen de autoconocimiento y autoconfianza.
- Deja de lado los “debería”: éstos condicionan por completo las decisiones que tomamos, cómo actuamos e, incluso, cómo nos percibimos a nosotros mismos. Los “debería” proceden de todo aquello que hemos aprendido de nuestros padres y nuestras primeras experiencias, pero también de la sociedad. Es importante que a la hora de embarcarte en este viaje, trates de mantenerlos a raya para sentirte cómodo en la exploración de alternativas, en el cambio de elección si no te sientes alineado con ellas, y en el fracaso. Salir de la zona de confort está bien, pero debe ir alineado con tus intereses y valores, y no con los de otros.
- Define tu objetivo de cambio: ¿en qué punto estás? Vs. ¿dónde quieres llegar? Responde buscando distintas vías de actuación para llegar del punto A al punto B. Es importante que no empieces por objetivos demasiado ambiciosos, sino poco a poco; pero igualmente importante es que pongas estos objetivos sobre el papel y detallados de una manera concreta.
- Anticipa los enemigos del cambio: una vez que has hecho esta reflexión, piensa también en cómo te sentirás al salir de tu zona de confort, y las excusas que te pondrás a ti mismo para no hacerlo. Planea una serie de ayudas para evitar que estos enemigos venzan y que puedas comprometerte con cada paso. Y no olvides el poder del autorefuerzo y de dedicarte palabras de ánimo y fuerza a ti mismo.
- Busca aliados en tu camino: contar con apoyos que te den fuerzas y te ayuden, o incluso te acompañen, en los pasos que vas dando es muy importante. Cuando flaquees, podrán ser tu punto de referencia para recordarte el motivo por el que estás explorando nuevas opciones en tu vida; te ayudarán a ser más benevolente contigo mismo cuando te asalten los miedos o las dudas; y serán un buen canalizador del estrés que salir de la zona de confort puede provocar.