Solemos pensar que la solidaridad es una cualidad extinta, pero lo cierto es que nos aguarda donde menos lo esperamos. Lo que sucede es que las personas solidarias pasan a menudo desapercibidas porque no llevan una capa de héroe ni destacan por hacer grandes proezas. Se trata de personas comunes y corrientes con la habilidad de ponerse en el lugar de los demás y sensibilizarse ante el sufrimiento ajeno. Son personas con un gran sentido de la humanidad, que creen en la justicia y, sobre todo, están comprometidas con el bien común. ¿Te identificas? Si lo dudas, haz este test de personalidad. Y a continuación Aída Rubio, Head of Clinical Content de TherapyChat, te explicará cuáles son los rasgos de personalidad de las personas solidarias y qué puedes hacer tú si crees que puedes mejorar.
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Test de personalidad para saber si eres solidaria
Rasgos de las personas solidarias
Se distinguen por ser sencillas, tolerantes y con una gran confianza y seguridad en sí mismas. Conscientes de sus debilidades y fortalezas, no asumen una postura de superioridad y sienten un gran respeto por los demás. En muchos casos, cuentan con un gran ingenio y creatividad que les permite encontrar oportunidades de desarrollo allí donde otros solo ven problemas. De ahí que suelan ser personas resolutivas.
Por lo general, se distinguen por tener grandes dotes comunicativas y habilidades sociales, a la vez que son muy intuitivas y saben interpretar el lenguaje corporal. De hecho, se les da bien congeniar con los demás y ganarse su confianza rápidamente porque transmiten una gran calma y serenidad. Además, saben cómo practicar la escucha activa. Se toman el tiempo para intentar comprender a los demás y escuchan sin juzgar con el único objetivo de comprender y ayudar, lo que las convierte además en excelentes mediadoras de conflictos.
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Las personas solidarias, ¿nacen o se hacen?
Sentir empatía por una persona vulnerable o que está sufriendo es una respuesta natural del ser humano. Nuestro cerebro está “programado” para ponernos en la piel de los demás y experimentar sus sentimientos y estados emocionales. Las responsables son las neuronas espejo, un tipo de neurona que detecta los movimientos e información sensorial en los demás. Gracias a estas neuronas somos capaces de experimentar en carne propia lo que sienten los otros, sobre todo si se trata de personas cercanas.
Sin embargo, la solidaridad es un estadio superior de la empatía, ya que implica un nivel de compromiso consciente para aliviar el dolor o sufrimiento de los demás. Ser una persona solidaria demanda una mayor dosis de esfuerzo y conciencia que debemos desarrollar. Obviamente, cuanto antes aprendamos a ser solidarios, más arraigado estará en nosotros la voluntad de ayudar a los demás y más fácil fluirá la solidaridad. Sin embargo, nunca es tarde para aprender a ser solidarios.
Diversos estudios han demostrado que practicar el altruismo y la compasión en nuestra vida cotidiana puede incrementar la actividad en la corteza parietal inferior, un área cerebral involucrada en la empatía y la comprensión de los demás. Esto significa que basta con querer ayudar a los otros y empezar a tener algunos gestos nobles para que nos convirtamos en la persona solidaria que queremos ser.
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Consejos para ser una persona más solidaria
Vivimos en una sociedad frenética en la que las prisas y responsabilidades cotidianas acaparan todo nuestro tiempo y atención. Apenas sí nos alcanza el día para relacionarnos con nuestro círculo social más íntimo, de ahí que terminemos abstrayéndonos de nuestro entorno y mostrándonos indiferentes a lo que sucede más allá de nuestras narices. La buena noticia es que es posible volver a conectar con las personas que nos rodean y empezar a ser más solidarios con aquellos que lo necesitan. ¿Cómo conseguirlo?
Practica la atención plena
Limítate a estar plenamente presente en tu entorno y reconocer a las personas que podrían necesitar tu ayuda. Quizá veas a esa anciana que lleva a duras penas las bolsas de la compra o a una madre desconsolada con su hijo en brazos. Piensa cómo podrías ayudarles y anímate a hacerlo.
Convierte la escucha activa en tu aliada
A veces las personas solo necesitan que les prestes un poco de atención y escuches atentamente lo que tienen que decir. Un pequeño gesto que puede cambiarles la jornada.
Ponte en el lugar de los demás
La solidaridad surge de la comprensión y la empatía, por lo que si quieres aprender a ser más solidario debes empezar a ponerte en el lugar de los demás y experimentar sus emociones.
Únete a una causa
Formar parte de una causa en la que crees es un excelente ejercicio de solidaridad. Así puedes desarrollar tu compromiso con un bien común y aprender a conectar con los demás.
Dona lo que no necesites
Esa ropa que ya no usas, los juguetes que tu hijo ya no quiere, o esos libros que hace tiempo no lees ya no significan nada para ti y, en cambio, pueden alegrarles la vida a otras personas.
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