Si convives con un paciente con algún tipo de demencia, puede ser que hayas notado cómo las tardes se tornan complicadas, y aparecen señales de nerviosismo y ansiedad en el enfermo. Es lo que se conoce en medicina como síndrome vespertino. “El término ‘síndrome vespertino’ se refiere a un conjunto de síntomas, que aparecen en las últimas horas de la tarde y suele permanecer hasta la noche. Suele provocar desorientación, ansiedad y hasta agresión hacia si mismos o hacia sus familiares. Es muy frecuente también, que el paciente camine de un lado a otro o deambule, hasta que se escape de casa”, nos comenta la doctora Teresa Moreno, neuróloga y portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que matiza que el síndrome vespertino no es una enfermedad, sino un conjunto de síntomas que ocurren en un momento determinado del día y que pueden afectar a personas con demencias como la enfermedad de Alzheimer. “Este síndrome suele interrumpir el ciclo de sueño-vigilia del cuerpo, lo que causa más problemas de comportamiento al final del día”, nos detalla.
Estamos, por lo tanto, frente a un problema habitual asociado a enfermedades que implican deterioro cognitivo. “Como la demencia tipo Alzheimer es la causa más frecuente de deterioro cognitivo, son estos pacientes, lo que solemos encontrar en la consulta con estos síntomas. Sin embargo, hay otro tipo de demencias, por ejemplo, la demencia por cuerpos de Lewy, que lo padecen en un porcentaje mayor”, nos cuenta.
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¿Cuáles son sus causas?
Tal y como nos explica la especialista, nadie sabe con certeza qué causa el síndrome vespertino, aunque parece ser el resultado de los cambios que se producen en el cerebro. “Las personas con demencia se cansan más fácilmente y pueden volverse más inquietas y difíciles de manejar cuando están cansadas. El aturdimiento puede estar relacionado con la falta de estimulación sensorial al anochecer. Por la noche, hay menos señales en el entorno, con las luces tenues y la ausencia de ruidos de la actividad diurna rutinaria”, nos cuenta. Y explica, además, que hay algunos factores que sabemos que pueden empeorar el síndrome vespertino:
-El agotamiento mental y físico que surge a lo largo del día.
-Comportamientos no verbales de los demás, sobre todo si hay estrés o frustración.
-Una iluminación reducida…
Así se manifiesta
La doctora nos confirma que los pacientes se vuelven inquietos, molestos, suspicaces, desorientados e incluso creen ver u oír cosas que no son reales, especialmente por la tarde y por la noche. “La capacidad de atención y concentración puede ser aún más limitada que lo que corresponde a su grado de demencia. Algunos de los pacientes pueden volverse más impulsivos, respondiendo a sus propias ideas de la realidad que pueden ponerles en peligro, a ellos a sus cuidadores o familiares”, nos detalla.
Y hace referencia a los problemas de comunicación que tienen estos pacientes. “Una persona que experimenta el síndrome del atardecer, cuando realmente lo que experimenta es hambre, incomodidad, dolor o necesidad de ir al baño, como no saben comunicar lo que quieren o necesitan, sólo puede expresarlo a través de la inquietud. A medida que la demencia avanza y entienden menos lo que ocurre a su alrededor, pueden volverse más frenéticos al intentar recuperar su sensación de familiaridad o seguridad”, nos cuenta.
Debido a la enfermedad, y que solo recuerdan hechos antiguos, es muy frecuente que el paciente se vuelva más ansioso por "ir a casa" (que lo que recuerdan del hogar es el que tenían en la infancia) o "encontrar a su madre" (a la que recuerdan mejor que a sus hijos) a última hora del día, lo que puede indicar una necesidad de seguridad y protección. “Es posible que intenten encontrar un entorno que les resulte familiar, en particular un lugar que les fue familiar en una época anterior de su vida”, cuenta.
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¿Qué consejos pueden ser útiles para tratar de reducir este problema?
En opinión de la doctora, a no ser que estén muy agresivos, es mejor no poner tratamiento farmacológico. “Se pueden recomendar varias pautas o rutinas, para disminuirlos síntomas”, nos dice. Entre estas se encontrarían:
-Descansar a primera hora de la tarde podría ayudar.
-Mantener al paciente activo por la mañana y descansar después de la comida.
-Actividades nocturnas tempranas que le resulten familiares de una época anterior de la vida de la persona.
-Evitar todo lo posible la contención física.
-Fomentar los pasatiempos reconfortantes (animales de peluche, los animales domésticos, escuchar melodías familiares…)
-Para considerar la posibilidad de medicación hay que consultarlo con el médico de familia neurólogo habitual.
Consejos para los familiares
Le preguntamos a la neuróloga qué consejos daría a un familiar de una persona que padece este grupo de síntomas. “Es difícil dar consejos generales, dado que cada paciente con demencia responde a unas rutinas diferentes. La mayor parte de las veces es la familia la que mejor sabe que conductas tranquilizan al paciente. Por lo tanto, lo mejor es sentarse, hablar, conocer al paciente y a los cuidadores, y llegar a un consenso con las mejores conductas para mejorar los síntomas”, recomienda.
Y apunta que, en líneas generales, consejos y pautas que suelen ir bien serían los siguientes:
- Mantener una rutina diaria para acostarse, levantarse, comer y realizar actividades habituales.
- Realizar varias actividades durante el día para fomentar la somnolencia por la noche.
- Disminuir la siesta y los periodos de sueño durante el día.
- Intentar consumir cafeína y azúcar durante la mañana solamente.
- En lugares desconocidos o nuevos, (por ejemplo, si ingresa en un hospital o en una residencia) llevarle elementos conocidos, como fotografías o cuadros de su habituación para crear un entorno más relajado y de confianza.
“Es muy importante que su médico conozca toda la medicación que toma el paciente, porque, en ocasiones, la agitación suele ser de causa medicamentosa. El médico también podrá aconsejar si la medicación puede tener efectos secundarios indeseables”, concluye la doctora de la SEN.
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