Todos nos hemos dejado llevar en alguna ocasión por un impulso. Pero suele ser algo que ocurre de forma puntual. El problema es cuando son dichos impulsos los que nos controlan. Tanto es así que se puede llegar a padecer lo que en psicología se denomina trastorno de control de impulsos. Lo primero que tenemos es que aclarar el concepto. “Al presentar un déficit de control de impulsos, se relaciona en ocasiones con un trastorno de control de impulsos. Por lo que es importante señalar que un déficit puede deberse a un momento puntual o a una etapa específica que este pasando la persona que lo presenta. Frente a un trastorno de control de impulsos, el cual da comienzo en la etapa de la infancia o la adolescencia. Junto con el desarrollo, la sintomatología que cursa tal trastorno, tiende a agravarse con el tiempo y la etapa adulta”, nos explica la psicóloga Carolina Lozano, de mundopsicologos.com.
Y hace referencia al DSM-V (Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), que contiene un apartado específico: “Trastornos destructivos del control de los impulsos y de la conducta”. Nos aclara que las personas que padecen tal trastorno llegan a experimentar una inmensa dificultad ante un impulso, o no se ven capacitados en poder resistirse o soportar el impulso de ejecutar la acción que le incita, aun sabiendo que es perjudicial para sí mismos, o para los demás. “Comienzan a mostrar una gran activación previa antes de realizar la acción prefijada, a la cual le sigue una emoción de gratificación o liberación por haber llevado a término tal acción. Cabe mencionar que las personas que presentan el trastorno de control de impulsos tienen dificultad en gestionar sus emociones, suelen sentir culpabilidad o remordimientos”, nos anticipa.
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Diferentes tipos de trastornos de este tipo
La especialista nos explica que, dentro del trastorno de control de impulsos, se ha de matizar en los problemas que la persona presenta a nivel regulación emocional o regulación conductual y/o mixto. Dicho de otro modo, cuando el problema reside en el control de conductas que transgreden las normas y derechos de los demás. Bajo la categoría de los problemas de autocontrol dan lugar diversos trastornos:
-Trastorno explosivo intermitente, en el que su principal problema radica en el déficit de su gestión emocional.
-El tipo de trastorno de control de impulsos más grave es el trastorno negativista desafiante, ya que mezcla ambas variantes.
-Tanto la cleptomanía como la piromanía están relacionados con las conductas que les generan alivio en su tensión interna, dando lugar a robos o incendios todo ello intencionadamente.
-Por otro lado, nos encontramos con la ludopatía o juego compulsivo. O bien las compras compulsivas, que llevan al impulso incontrolable de comprar, aunque no se necesite.
-Continuando por la tricotilomanía impulso por dar tirones consecutivos al pelo, hasta su arranque del cuero cabelludo. En esta línea, nos encontramos también con la onicofagia o compulsión por morder, arrancar y comer sus propias uñas.
-O la dermatilomanía, que es la compulsión por rascar, pellizcar o excoriar su propia piel con o sin lesiones. Sin olvidar el trastorno disruptivo, que entra dentro del grupo de regulación de la conducta.
Así se manifiesta
¿Cuáles son los síntomas comunes que puede tener una persona con este tipo de trastorno? “Los síntomas pueden ser diversos en cada persona, además se pueden presentar de manera individual o conjunta. La presencia de los mismos se puede dar a distintos niveles: cognitivos, conductuales, físicos y psicosociales. La conducta impulsiva es la que controla tu vida, y no al revés. Dentro de ti crece una gran tensión que te induce a tener malestar emocional, la cual te incita a llevar a término, comportamientos que de antemano sabes que son perjudiciales para ti o tu entorno”, apunta la psicóloga, que comenta que se da también una búsqueda continuada en la gratificación inmediata, aunque seas consciente que tal comportamiento, pueda acarrearte consecuencias a corto o a largo plazo. “La impulsividad va por delante de tus pensamientos, quedando estos postergados para las consecuencias de tus actos. El dejarte llevar por la impulsividad te hace sentirte culpable, avergonzado, o con arrepentimiento por haber actuado de forma impulsiva y no con la lógica”, puntualiza.
¿Hay personas que tienen un mayor problema para controlar sus impulsos? “Cada persona tiene sus propias características, y como tal su propia forma de sentir y de vivir sus impulsos. Cuando hablamos de un trastorno de control de impulsos, debemos de tener en cuenta su falta de regulación emocional y comportamental. Si, además, le sumamos que tiene una serie de complicaciones asociadas, bien sean por factores externos o internos, puede dar lugar a que se generen problemas añadidos como depresión, ansiedad, abuso en alcohol y/o drogas, problemas sociales, o de justicia”, nos cuenta.
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Cuáles son sus causas
Una de las dudas que nos planteamos es por qué puede llegar a aparecer este tipo de trastorno, cuáles son sus causas. “Para el trastorno de control de impulsos no hay una única causa que dé lugar a su origen y evolución. Estas causas pueden ser de carácter genético, físico o ambiental”, nos cuenta la psicóloga.
-Cuando se trata de causas genéticas, surge su implicación durante el inicio y el desarrollo del trastorno de control de impulsos.
-En las causas físicas, se pueden dar por un desorden orgánico, el cual hace interferencia en el correcto funcionamiento del cerebro, no permitiendo la adecuada funcionalidad de los neurotransmisores que se deben al control de impulsos.
-En relación a las causas ambientales, se ha de tener en cuenta el entorno de la persona, ya que este puede incidir en la misma, actuando como un agente que moldea la conducta de la persona.
¿Y cuáles son las consecuencias que pueden derivarse de padecer este problema? La psicóloga nos explica que la persona puede ver aumentado su deterioro bio-psico-social si no toma conciencia sobre la dimensión de su trastorno, ya que este le puede llevar a ver comprometida su vida a nivel biológico, psicológico y social. “Esto lo podemos trasladar a una combinación de trastornos o de dependencias. Las personas que padecen trastorno de control de impulsos pueden tener una serie de consecuencias asociadas, como ver perjudicada su economía o tener problemas laborales o con las interacciones interpersonales. Lo cual les hace nuevamente volver al inicio de este bucle”, nos detalla.
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La importancia de llegar al diagnóstico temprano
Es fundamental, claro está, para poder tomar medidas, llegar a un diagnóstico de este tipo de trastornos lo antes posible. “La persona tendrá que acudir a un psicólogo clínico, para que le realice una evaluación y poder diagnosticar su trastorno de control de impulsos. Determinar su origen y diferenciar de otros posibles trastornos comórbidos, para después proseguir con su correspondiente tratamiento. En el mismo, se pretende enseñar a la persona afectada a saber identificar sus impulsos, modificar sus pensamientos y las emociones que le dificultan su autocontrol que le hacen subyacer en las conductas impulsivas”, comenta la psicóloga, que añade que se usarán diferentes técnicas, como puedan ser de autocontrol, autobservación, entre otras. El enfoque que funciona muy bien para trabajar el trastorno de control de impulsos es la terapia cognitivo conductual. Aunque también se podría trabajar con biofeedback y complementar con un tratamiento farmacológico.
“Pero además del enfoque, se puede trabajar con diversas técnicas como pueda ser la hipnosis o el EMDR. Con ellas van a conseguir hacer una reprogramación de los patrones que se hayan quedado grabados en el paciente. Además de estas técnicas sería muy conveniente dotar al paciente de diversas técnicas en relajación, el mindfulness les va muy bien sobre todo para rebajar la sensación de ansiedad que surge en el momento de sentir el impulso, ayudando así a aumentar la capacidad de autocontrol y por ende la función ejecutiva del cerebro. Se ha de enseñar al paciente a identificar las señales que le activan su impulsividad, para que de ese modo sepa cuando ha de detenerlas. Enseñarle a controlar su hiperactivación para controlar y rebajar los niveles de activación. Dotarle de diversas técnicas de afrontamiento ante las conductas impulsivas. Además de técnicas para manejar la gestión emocional”, recomienda la experta.
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Convivir con una persona con este problema
¿Puede llegar a ser difícil la convivencia con una persona que padece este problema? “La convivencia con una persona que padezca un trastorno de control de impulsos ve su rutina marcada por diversos acontecimientos que la impulsividad trae a casa. Estos pueden ser desde económicos, de justicia, amorosos o sociales, entre otros. Por tanto, tienen muy deteriorado el tejido familiar y probablemente con ausencia de tiempos de tranquilidad, ya que detrás de una, ya tienen otra organizada”, nos cuenta.
Nos preguntamos, para finalizar, si suelen tratar de ocultarlo quienes lo padecen. “Las personas que padecen trastorno de control de impulsos ven mermada su calidad de vida. Junto a todas las consecuencias que les acarrean, van haciendo que se vayan apartando de la vida social, con una mayor reclusión en casa. Debido a su estado anímico no ser el más optimo, pueden tener asociada una depresión o ansiedad. Por tanto, pueden tratar de mantenerse en la intimidad, pero realmente sus acciones les delatan”, afirma. Eso sí, hay solución: “Con amor, comprensión y apoyo pueden ayudar a su familiar acudiendo a un psicólogo especializado. Entre todos, la convivencia puede retomar su estado de tranquilidad, y con ello la tranquilidad para todos los integrantes del núcleo familiar”, concluye la psicóloga.
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