En alguna ocasión te hemos hablado de las relaciones tóxicas de pareja. Pero no solo en la pareja pueden surgir este tipo de problemas que, en ocasiones sin darnos cuenta, nos atrapan, a veces durante largos periodos de tiempo, años incluso. Hay que partir de la idea de que la amistad, cuando no cumple el espíritu con el que se inició, el de aportarnos cosas positivas los unos a los otros, conviene ser revisada.
Son relaciones, además, que pueden alargarse en el tiempo sin que nos demos cuenta de que están causándonos un daño. “La toma de conciencia no suele ser rápida, sino que se tarda un tiempo en darse cuenta. Dado que este tipo de relaciones suelen generarse en un estilo de dependencia”, apunta Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen.
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Señales que alertan de una amistad tóxica
“Es posible que al leer esto te veas reflejado: tienes un amigo que es casi familia. Os conocéis 'desde siempre', pero la relación y sus dinámicas se han vuelto complicadas. Te preocupa más lo que piense él que lo que piensas tú mismo sobre algunas cuestiones. Te agobias y sientes malestar si tienes que decirle algo”, cuenta la psicóloga Pilar Conde, que añade que, además, sientes que tienes una obligación hacia tu amigo, que éste te exige estar o comportarte como él quiere y que critica, aunque sea de manera sutil, a otras amistades.
Entre las señales que la experta considera que pueden alertarnos de que hay un problema, la experta destaca las siguientes:
-La amistad se enfada con nosotros cuando no hemos hecho algo que esperaba.
-Puede echarnos en cara ciertos aspectos.
-Intenta que estemos solo con esa amistad, distanciándonos de otras relaciones.
-Muestra celos de otras amistades.
Es en ese momento, en opinión de la experta, cuando conviene revisar vuestra relación, pues es posible que ninguno de los dos seáis realmente conscientes del grado de toxicidad de la misma. Ante la duda, una buena alternativa es preguntar a otras personas de tu entorno qué opinan de vuestra amistad, pues una mirada ajena, que vea la relación desde fuera, puede ayudar a poner las cosas en claro. Y nos puede servir incluso de guía para tomar decisiones acerca de dicha amistad, si lo mejor es tratar de reconducirla o romperla.
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Un proceso mutuo
Tal vez has llegado a la conclusión de que la relación no está funcionando y ha llegado el momento de poner el punto y final. “Si quieres hacer borrón y cuenta para no perder a esa persona a la que te unen tantas cosas, el proceso debe ser mutuo y bidireccional. Los dos tenéis que estar de acuerdo, poner en común vuestro concepto de amistad y dialogar sobre las exigencias, sobre la invasión de derechos personales, buscando el respeto y el equilibrio”, nos explica. Y si no se consigue el objetivo, lo mejor es romper. Momento complicado que hay que plantearse hacer de manera asertiva, explicando lo que se siente y en qué consiste el cambio que se necesita.
Y es que entendemos que no es complicado romper una relación de amistad duradera. “Salir de una relación de dependencia siempre suele costar. El primer paso es la toma de conciencia, eso nos permite ir viendo todo aquello que realmente nos resta, y a partir de ahí, coger fuerza para poner límites en la relación”, nos detalla Pilar Conde.
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En busca de una solución
¿Podemos intentar buscar una solución, hablando con esa persona y exponiéndole nuestras inquietudes? “Sí, se puede, la primera opción sería comunicarse e intentar ver si existe la posibilidad de establecer la relación de una manera diferente. Será cuando tras haberlo intentado en varias ocasiones, cuando la persona al final opte por distancia definitiva”, apunta. Pero hay ocasiones en las que no hay marcha atrás. Y la relación se ve abocada al fracaso. Hay que afrontar ese momento de manera asertiva. “Expresar que tras un tiempo, se ha valorado que la relación hace daño a ambas partes, y que por lo tanto lo mejor es mantener distancia. Es parecido a realizar una ruptura de pareja”, compara la psicóloga.
¿Qué sensaciones puedes experimentar?
La experta nos cuenta que en este duelo por la pérdida del amigo, se podrá experimentar también ansiedad, irritabilidad, inseguridad y tristeza, pues, al fin y al cabo, estábamos en una relación de dependencia. “Puede ocurrir también que el otro no nos quiera dejar ir y nos ponga las cosas difíciles, por lo que, según la intensidad de la relación, y su grado de toxicidad, se puede necesitar la ayuda de un profesional de la psicología”, comenta Pilar Conde, que añade que aunque suene duro, se trata de un proceso que finalmente nos conducirá al bienestar y nos abrirá una nueva vía de oportunidades.