Ser flexible es una forma de estar en el mundo en la que predomina la apertura a los cambios y a las circunstancias que lo requieran. "No siempre resulta fácil mantener una actitud flexible, ya que, normalmente, todos tenemos patrones de pensamiento y ciertos “mandatos” internos que nos aportan a lo largo de nuestro crecimiento una identidad y forma de ser. Sin embargo, ser flexible es una tarea totalmente compatible con ello", señala Laura Cruz, psicóloga y coordinadora clínica en ifeel
La flexibilidad nos ayuda a adaptarnos a las situaciones cambiantes del día a día siendo esto fundamental para evitar sentir angustia, frustración o culpa cuando se da un cambio. En definitiva, ser flexibles nos ofrece la posibilidad de potenciar nuestro desarrollo personal y un nivel de autoconocimiento sano y estable para nuestro bienestar general.
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La definición de persona flexible
Como nos explica el psicólogo Fede Fernández, especialista en altas capacidades, superdotación y talento, en la psicología académica, el Modelo de los Cinco Grandes o Big Five que es el modelo de la personalidad con mayor consenso, señala que la personalidad está compuesta por 5 grandes rasgos de la personalidad: neuroticismo, apertura, extraversión, responsabilidad y afabilidad. "Hablamos de personalidad flexible cuando alguien da una puntuación elevada en el rasgo apertura. Una persona puede ser más o menos alta en apertura a la fantasía, a la estética, a los sentimientos, las acciones, las ideas y/o los valores".
Así, cuando una persona es abierta, resulta imaginativa y original, es altamente creativa, siente interés por el arte y curiosidad por su vida interior y por lo que hay de novedoso en el exterior, está abierta a probar nuevas cosas, a nuevas experiencias y a escuchar, reflexionar e incorporar ideas nuevas y valores no convencionales. "Este rasgo distingue a la gente más imaginativa de la gente que no lo es tanto, a las personas que están abiertas a las novedades, de la gente que prefiere lo familiar, que es más cerrada a todo en general", indica Fernández quien añade que esta apertura está relacionada con la flexibilidad cognitiva, que es la capacidad que tiene nuestro cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamiento a situaciones cambiantes, novedosas o inesperadas.
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¿Cuál es la relación con la resiliencia?
"Para entender bien a qué nos referimos con este concepto, resulta interesante explicar que la palabra resiliencia, cuando nos encontramos en campos científicos como la física y la química (de la que ha sido tomada prestada), designa la capacidad de cualquier material para recuperar su forma inicial después de que haya sido deformado por una fuerza. Así, en el ser humano nos referimos a resiliencia como la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias adversas y/o traumáticas obteniendo resultados positivos", explica el psicólogo Fede Fernández.
Cuando una persona sufre un evento vital traumático o pasa por unas circunstancias adversas -ya sea la pérdida de un ser querido, un accidente que nos deja lesiones, o grandes dificultades económicas, de pareja, etc…- que resultan difíciles de digerir o interrumpen y cambian definitivamente nuestras vidas, estos eventos desestabilizadores pueden inducir en las personas cuadros desadaptativos con predominio de depresión, de ansiedad, o ambos (lo que se conoce como mixtos). Resulta interesante saber que las personas que presentan cuadros de ansiedad, depresión o trastorno obsesivo-compulsivo, por poner algunos ejemplos, presentan rigidez de pensamiento.
"En realidad no hay consenso acerca de qué fue antes, si la gallina o el huevo, es decir, por decirlo someramente, si es un trastorno lo que induce rigidez de pensamiento o es la falta de esa flexibilidad cognitiva la que induce el trastorno, aunque probablemente ambas cosas sean ciertas" señala el experto. Así pues, es precisamente esa flexibilidad cognitiva, es decir, la “capacidad de nuestro cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamiento a situaciones cambiantes, novedosas o inesperadas” la que ayuda a salir de situaciones difíciles, a veces, hasta límites insospechados (cualquiera de nosotros conoce casos de superación y de lucha ante adversidades que resultan muy motivadoras).
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¿Podemos aprender a serlo y adaptarnos a las circunstancias?
Sí, afirma la psicóloga Laura Cruz. "Tenemos la posibilidad de detectar qué comportamiento o idea fija no nos ayuda a relacionarnos con los demás y a los imprevistos diarios. Y, desde ahí, empezar a poner en práctica actitudes flexibles con pequeñas cosas del día a día que puedas sostener sin gran malestar".
Por ejemplo, introducir cambios en tus horarios diarios de ocio y autocuidado, modificar el momento del día o la duración de tiempo que dedicas al orden y limpieza de casa pudiendo repartir las tareas o el tiempo de forma diferente. Comenzar a ser flexibles con pequeñas tareas cotidianas puede facilitar implementar una actitud flexible general ante la vida aunque requerirá esfuerzo personal.
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Consejos para ser más flexibles
Ser flexibles dependerá en gran parte de uno mismo, pero, además, del contexto en el que haya vivido y viva cada persona. Algunas ideas que pueden ayudarte a crear una actitud flexible según la psicóloga Laura Cruz, de ifeel son:
- Escucha activa. Entender lo que está ocurriendo y los motivos que han llevado a esa situación te ayudará a tener claridad antes de actuar o decidir.
- Evita pensar en términos absolutos. Los extremos van a mantener rigidez en la forma de pensar y posicionarte sin ser necesariamente el único espacio desde el que ver y pensar la realidad.
- Momento presente. Conectar con lo que pensamos y sentimos desde el “ahora” ayudará a vivir cada circunstancia de forma auténtica y única.
- Fomenta la observación. Observar las situaciones con prudencia ayuda a reflexionar y responder en lugar de dar respuestas impulsivas automáticas y rígidas.
- Autoconocimiento. Cuanto más tiempo y esfuerzo dediques a prestar atención, comprender y aceptar tus necesidades, emociones y pensamientos, mayor flexibilidad desarrollarás ante los cambios.
Otras maneras de aprender a ser más flexible
Fede Fernández nos aporta otras ideas para que lleguemos a ser la persona flexible en la que deseamos convertirnos
Ejercita el pensamiento divergente. El pensamiento divergente o pensamiento lateral es aquel que permite generar ideas ingeniosas y procesos de pensamiento novedosos mediante la exploración de muchas posibles soluciones para encontrar alternativas creativas a la resolución de un problema. Puedes ejercitarlo, entre otros, mediante “tormentas de ideas” o estrategias, puzles y juegos del tipo thinking out of the box o pensar fuera de la caja, al estilo del de “los nueve puntos”.
Sé creativo/a. En contra de lo que la gente cree, la creatividad no es tener ideas diferentes, ingeniosas o poco comunes, sino, además, ponerlas en práctica. Así que toma las alternativas creativas a la resolución de tu problema que obtengas de poner en práctica el pensamiento divergente y pásalas del mundo de las ideas al mundo real.
Cambia de rutinas. Las personas rígidas se aferran al plan original cuando se produce un cambio, así que deja de lamentarte por “lo que tendría que ser” y adapta tu plan a “lo que es”. Rompe la rutina haciendo las cosas que haces de forma diferente, camina por sitios distintos a lo habitual, observa las cosas como si fueras un extraterrestre, cocina solo con lo que tienes en este momento, innova en lo que haces, ya sea algo profesional o personal, habla con gente nueva, adopta la perspectiva del otro.
Modifica tus creencias irracionales. Se trata de esquemas no adaptativos que vamos incorporando a nuestro pensamiento automático y que van dando rigidez a nuestra conducta. Si no lo consigues por ti mismo/a, acude a una psicóloga o psicólogo cognitivoconductual. La terapia cognitivo-conductual o TCC ayuda a las personas a cambiar sus patrones de pensamientos y comportamiento no adaptativos por otros más flexibles y adaptativos.
Deja de esperar. A grandes problemas, grandes soluciones. Si deseas resultados diferentes, tendrás que hacer cosas diferentes, así que no esperes a mañana para 5 empezar a ser más flexible; aquí y ahora es un buen momento. ¡Ponte manos a la obra ya!
Y concluye afirmando que "nadie es de ninguna determinada manera; en todo ser humano existe la posibilidad de cambio. No obstante, no nos engañemos, el paso del tiempo no arregla nada por sí mismo; es más, puede que hasta lo acentúe si no es con reflexión. Nuestro cerebro es muy plástico, de modo que se puede promover nuestra flexibilidad cognitiva, pero el cambio solo se produce si la persona está dispuesta a mejorar aquello que quiere mejorar y se esfuerza en hacerlo".
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