¿Te has sentido alguna vez extraña en tu propio cuerpo?, ¿o que los pensamientos que bullen en tu cabeza no te pertenecen? ¿Te has sentido fuera de la realidad? ¿Sueles tener déjà vu? En psicología se denominan pensamientos de despersonalización o extrañeza. No es nada grave si se da de forma puntual. Pero si es recurrente, hay que hablar con un experto en salud mental, ya que en ese caso podría tratarse de un trastorno de despersonalización/desrealización que debe ser tratado. La psicóloga Aida Rubio, de TherapyChat nos habla de las diferencias entre ambos, los síntomas y cómo se trata este trastorno.
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¿Qué son los pensamientos de despersonalización o extrañeza?
Los pensamientos de despersonalización son aquellos en los que la persona puede sentir extrañeza hacia sí misma, ya sea a nivel físico, emocional, cognitivo o conductual. Es decir, puede pensar “no reconozco esta emoción”, “me siento distanciado de mis pensamientos”, “si miro fijamente mi pierna me parece que no sea mía”, “reaccioné de una manera que no comprendo”, etc. Pero siempre la persona es consciente de que se trata de un sentimiento extraño; realmente sabe que sigue siendo ella misma.
Los pensamientos de despersonalización puede tenerlos cualquier persona en su vida, sobre todo si están pasando por épocas de ansiedad, estrés o bajo estado de ánimo.
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¿Y el trastorno de despersonalización?
Hasta la 4ª versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, este trastorno era recogido como “Trastorno de Despersonalización”. Pero ya en la 5ª versión pasó a ser el “Trastorno de Despersonalización/Desrealización”, es decir, ya no solo tiene en cuenta las experiencias de extrañeza hacia uno mismo, sino también las experiencias de extrañeza hacia la realidad fuera de uno mismo.
En concreto, para diagnosticar un trastorno de despersonalización/desrealización debe ocurrir:
- Que las experiencias de despersonalización, desrealización, o ambas, aparezcan de una manera muy frecuente o bien persistente. En algunos casos puede ocurrir que la persona tenga estas experiencias de forma puntual, pero muy repetida; pero en otros puede llegarse a un estado crónico en el que la persona vive durante años en un estado constante de despersonalización/desrealización.
- Que estas experiencias se vivan con conciencia de la realidad. En ningún momento la persona llega a creer férreamente que verdaderamente no es ella misma, o que su entorno está realmente modificado; sabe que todo es producto de su mente. Este criterio nos sirve para descartar un diagnóstico de psicosis, que nada tiene que ver con la despersonalización o desrealización.
- Que estas experiencias interfieran negativamente en la vida de la persona.
La persona que sufre este trastorno puede sentirse como un autómata, y no es raro que se acompañe de anestesia emocional y sensorial; es decir, puede ocurrir que la persona tenga la intensidad de sus emociones y sensaciones físicas muy disminuida o incluso ausente. Tiene mucho sentido, porque el trastorno de despersonalización/desrealización se considera dentro de la categoría de trastornos disociativos.
¿Qué quiere decir que sea un trastorno disociativo? Que en la base de estas experiencias existe una disociación, es decir, una desconexión entre la identidad y la percepción, la memoria, la conciencia, o la movilidad. La disociación tiene su origen en experiencias de gran impacto emocional en las que la gravedad de la situación ha excedido las herramientas de la persona para gestionarlas. Es decir, ha existido una experiencia traumática para la persona.
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¿Cuál es la diferencia entre ambos?
Los pensamientos de despersonalización pueden ser experiencias normales que ocurran a cualquier persona de una manera puntual en su vida, normalmente a causa de un período vital emocionalmente intenso y fatiga.
El Trastorno de despersonalización/desrealización, en cambio, implica un problema persistente; de magnitud suficiente para ocasionar un deterioro en cualquiera de las áreas de la vida de la persona, y suele acompañarse de otros síntomas como la anestesia emocional y sensorial, las distorsiones sensoperceptivas, las alteraciones de la conciencia del tiempo, o de la memoria, como el déjà vu. Además, recordemos que en este trastorno pueden aparecer experiencias de despersonalización o no; ya que también podemos diagnosticarlo en casos en los que lo que existen son experiencias de desrealización pero no de despersonalización.
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El trastorno de despersonalización, ¿puede deberse a una enfermedad grave?
Para poder diagnosticar el Trastorno de Despersonalización/Desrealización, es requisito indispensable que:
- El trastorno aparezca en un contexto donde no podamos atribuirlo a un consumo de sustancias (drogas o medicamentos).
- El trastorno no puede deberse a una afección médica.
- Las experiencias de despersonalización/desrealización no pueden explicarse mejor por otro tipo de trastorno de la salud mental, como la esquizofrenia, el trastorno de pánico, el trastorno de depresión mayor, el trastorno de estrés agudo, el trastorno de estrés postraumático u otro trastorno disociativo.
La especialista en psicología aclara que sí podemos encontrar experiencias de despersonalización/desrealización aisladas en personas que tienen diagnóstico de alguno de estos otros trastornos que hemos nombrado, pero en estos casos consideramos que el trastorno existente es la esquizofrenia, la depresión o la ansiedad, por ejemplo, y que estas experiencias serían un síntoma, no un un trastorno de despersonalización/desrealización como tal; o bien, podemos decir que ambos trastornos se están dando a la vez en la misma persona, no siendo uno el causante del otro sino comórbidos. El Trastorno de despersonalización/desrealización NO es consecuencia nunca de otro trastorno mental ni enfermedad física ni consumo de sustancias.
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¿Cuáles son los síntomas?
Recordemos que los síntomas pueden ser de despersonalización, de desrealización o ambos. Esto quiere decir que la persona siente de forma intensa, persistente o repetitiva que:
- Está distanciada de su cuerpo, o de sus pensamientos o emociones; se siente como un observador externo de sí mismo (ojo, “se siente como”; no es que se vea literalmente desde fuera).
- O bien puede sentirse desconectada de lo que le rodea o de las personas que le rodean.
- O ambos a la vez.
Como se decía anteriormente, este sentimiento de despersonalización muchas veces lo describen quienes lo padecen como una sensación de ser un autómata sin control sobre sí mismo. Y esto se puede acompañar de una disminución o anestesia total de los sentimientos y las percepciones de las sensaciones corporales. La persona puede tener sensaciones extrañas en su cuerpo, en su audición, en su vista, en su tacto…, lo que conocemos como distorsiones sensoperceptivas. Además, no es raro que señalen la aparición de experiencias de déjà vu y de jamáis vu (lo contrario al déja vu; sentir que no has vivido algo que sí has vivido). En general, observamos que sienten extrañeza hacia sí mismos desde muy diversos ángulos.
Además, la persona que experimenta desrealización puede percibir la realidad como un sueño, como si estuviera tras una pared de cristal, sumergido bajo el agua, o en un paisaje en niebla. Las alteraciones de la sensopercepción están de nuevo presentes, y la persona puede ver los objetos de forma alterada, o puede percibir los sonidos en una intensidad diferente. Además estas personas señalan que suelen tener una percepción del transcurso del tiempo alterada.
Hay que recordar que lo más común es que se experimente de forma puntual. Por poner otros ejemplos que podemos entender muy fácilmente: podemos sentirnos tristes de forma transitoria y esto es totalmente sano, pero un sentimiento persistente de tristeza nos alerta de un trastorno; ó, tener un déja vu es algo muy común, pero vivir en un constante déja vu es un trastorno. Lo mismo sucede con los pensamientos de despersonalización. Pueden ser muy comunes de una forma transitoria, pero lo que nos debe alarmar es si son muy frecuentes o se alargan mucho en el tiempo.
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¿Cómo se trata este trastorno?
Suelen aplicarse tratamientos similares al Trastorno de Estrés Postraumático, precisamente porque en ambas problemáticas existe en origen un evento traumático, y en ambas es común la disociación como mecanismo básico de defensa hacia él. En estos casos se aplican terapias cognitivo conductuales y actualmente está muy en boga el uso del EMDR.
Pero también se trabajan con el paciente técnicas de distracción o de vuelta al momento actual con la intención de que no se vinculen en exceso con los pensamientos de extrañeza y traten de dejarlos pasar. Algunos ejemplos serían educar al paciente en recurrir en estos momentos a la lectura, a hacer ejercicio, o a realizar visualizaciones positivas, que es una técnica cognitiva que ayuda a relajar mediante la recreación en la imaginación de escenas que generan una emoción positiva.
Con terapias cognitivas también se puede trabajar que la persona reconozca la disociación que está teniendo lugar cuando tiene estas experiencias, acepte el afecto que le genera, y trabaje en un pensamiento alternativo más adecuado. En un segundo momento, ayudan a trabajar la conexión del pasado con el presente y la expresión emocional de los eventos dolorosos. El objetivo sería reprocesar las experiencias traumáticas, regular las emociones que generan y romper con los pensamientos distorsionados que han quedado implantados en la persona.
Sin tratamiento el pronóstico no sería bueno, ya que la base de dicho trastorno está en un conflicto inconsciente en la persona. Es decir, ella no puede acceder fácilmente al problema que lo originó, precisamente porque su mente, para protegerla del dolor, ha almacenado en un lugar muy profundo el evento traumático, y de ahí viene ese sentimiento persistente de desconexión consigo misma. Pero con tratamiento, el pronóstico es bastante bueno.
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