Piensas que lo tienes todo bajo control. Siempre. Incluso en situaciones en las que el azar también cuenta. Tal vez tienes lo que se llama sesgo de la ilusión de control, un factor que hace que algunas personas realicen incluso acciones arriesgadas. “La ilusión de control se refiere a la tendencia que tienen algunas personas a considerar que son capaces de controlar determinados sucesos, aunque estos sean azarosos. Las personas que exhiben este sesgo sobreestiman su capacidad de control. A veces viene acompañado de pensamiento mágico o paranormal y se vincula con el comportamiento errático ante los juegos de azar. Ellen Langer (1975), psicóloga estadounidense, fue la primera en darle nombre y estudiar este fenómeno. A través de determinados experimentos, demostró que existen una serie de factores que estimulan el sesgo de ilusión de control”, nos detalla la psicóloga Blanca Alcanda de Mundopsicologos.com, quien nos acerca a este concepto, que tal vez desconocías hasta ahora.
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¿Cuáles son sus principales características?
Tal y como nos explica la especialista, las personas que tienen esta disposición consideran que disponen de estrategias válidas para controlar o influir en la aparición de determinados eventos. Chocan, claro está, con la realidad, pues lo cierto es que estos se producen de forma aleatoria y, por lo tanto, no tenemos la capacidad de influir en ellos. “Cuando no se obtiene el resultado esperado, la persona tiende a encontrar algún tipo de explicación que relacione algún detalle con la alteración del resultado esperado. Este sesgo de percepción de la realidad puede ser una de las causas de la aparición de la adicción al juego. El jugador considera que puede influir en el resultado poniendo en marcha una serie de rituales”, afirma Alcanda.
- Controlar solo una parte. Tienen tendencia a extrapolar el control parcial al control global. Hay diversos estudios que demuestran que las personas piensan que tienen más control sobre un evento si pueden controlar una parte. Un ejemplo, relacionado con los juegos de azar: piensan que tienen más probabilidades de que les toque la lotería si eligen ellos mismos los números que si es el vendedor quien lo hace o si son asignados al azar.
- La importancia de ser tú quien participa. Esto se basa en que la participación incrementa el control. De nuevo, la experta pone un ejemplo: en eventos aleatorios, como por ejemplo el juego de dados, las personas se sienten con más posibilidades de conseguir el resultado esperado si ellos mismos tiran los dados que si alguien los tira por ellos.
- Fieles a sus rituales. El motivo es que piensan que hacer determinados rituales o rutinas los rituales favorecen los resultados y creen que mejoran las probabilidades de que ocurra. Un ejemplo claro: soplar los dados antes de tirarlos.
- La experiencia, un grado. Piensan, además, que cuanta más experiencia se tiene, más confianza se muestra a la hora de pensar que el evento que depende del azar se puede controlar. Un ejemplo es considerar que hay más posibilidades de ganar si se conoce el juego de azar que si es desconocido.
- Competencia frente a otros. Son, además, personas que tienden a creer que el hecho de mostrar seguridad mejora los resultados. Y muy relacionado con ello está el hecho de valorar la supuesta inseguridad de los demás como un elemento de influencia en el propio beneficio.
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Esos son sus efectos
“Por lo general, las creencias optimistas son adaptativas, ya que mejoran la motivación y la perseverancia. Sin embargo, las expectativas no deben basarse en un análisis intuitivo que sobreestima lo posible. El sesgo de ilusión de control es el origen de la toma de decisiones no razonables y dificulta el aprendizaje, poniendo el foco en exclusivamente en el resultado. Evaluar las situaciones basándose en supersticiones a costa de la realidad lleva a actuar de forma arriesgada, con la falsa idea de que existe capacidad de influencia. Este fenómeno puede ser muy perjudicial y es el causante de muchos problemas de ludopatía”, declara la psicóloga.
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Cuáles son sus causas
Una de las dudas que nos surge, una vez que tenemos claro en qué consiste es por qué se produce y si hay personas más propensas a ser víctimas del sesgo de la ilusión de control. “Los principales desencadenantes pueden ser experiencias personales y rasgos de personalidad. Por un lado, determinadas experiencias personales en las que un pensamiento se cumplió pueden generar la falsa idea de que, si ocurrió una vez, ocurrirá de nuevo si se dan exactamente las mismas circunstancias. Por otro lado, personas con ciertos rasgos de personalidad (alto deseo de control, influencia y poca tolerancia a la incertidumbre) son más propensas a desarrollar el sesgo de ilusión de control. La sensación de control reduce la ansiedad, por lo que esta falsa impresión se da sobre todo en situaciones de estrés y angustia. Este sesgo ayuda a conseguir una actitud mental positiva y a establecer explicaciones que facilitan una falsa tranquilidad. Es por ello por lo que también es frecuente que en el mundo del deporte se produzca este fenómeno, ya que ayuda a rebajar la tensión”, nos detalla.
¿Se puede prevenir?
“Cuestionar las cogniciones es una de las tareas que se abordan en terapia. Se deben trabajar los pensamientos con planteamientos alternativos y recalcar que el hecho que pensemos que algo es cierto no significa que lo sea. Los pensamientos son tan solo hipótesis de nuestra mente. El trabajo en terapia se focalizará en el análisis, desde una perspectiva lo más imparcial posible, qué elementos están efectivamente bajo control o sobre cuáles se puede influir en mayor o menor grado. Es recomendable que la persona busque información que contradiga su opinión. Esto no sólo mitiga la ilusión de control, sino que evita ser víctima de otro sesgo cognitivo llamado sesgo de confirmación que consiste en que solo se reconozca la información que confirma la opinión e ignora todo lo demás”, concluye la psicóloga Blanca Alcanda.