Hay personas que evitan conflictos, la confrontación, incluso, esquivan las relaciones sociales y se vuelven solitarias. Ello puede conducir a rehusar el contacto social, aislándose. Sin ser un trastorno antisocial de la personalidad, sí se trata de un problema que, en psicología, se denomina trastorno de la personalidad por evitación. Puede aumentar la probabilidad de sufrir una soledad no buscada, a carecer de una red de apoyo, tan importante para una buena salud mental, además de padecer ansiedad y depresión.
"Se trata de una modalidad de personalidad fija y estable que se desarrolla en la infancia y queda establecido en la adolescencia. Se caracteriza por unos patrones rígidos de hipertimidez y evitación en los ámbitos sociales y relacionales de la persona. Sus tres columnas claves son el miedo al rechazo, sentirse un inepto socialmente hablando y evitar todo tipo de situaciones interpersonales", nos cuenta Javier Aparicio de Mundopsicologos.com
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¿Como identificar a las personas que sufren este trastorno?
Si observamos a las personas que nos rodean, podemos caer en la cuenta de que conocemos a alguien con este tipo de trastorno. Según el psicólogo Javier Aparicio, "a nivel general lo podemos identificar como la típica imagen del solitario; esa persona que siempre está en silencio, que no participa en las dinámicas sociales, que siempre pone excusas para quedar y que vive dentro de su propio silencio".
Otros puntos clave a observar es el nerviosismo elevado que le produce una conversación, la ausencia de redes sociales en su vida, el escapismo en las tareas grupales o el propio rechazo a tener una amistad por miedo a no ser capaz.
Así, estos son los síntomas que pueden hacernos sospechar de que alguien sufre un trastorno de personalidad por evitación:
- Evitan asistir a reuniones
- Pueden rechazar una promoción
- Tienen poco contacto con sus compañeros y evitan encuentros fuera de la oficina
- Evitan hacer nuevos amigos a no ser que sepan seguro que van a ser aceptados
Todo ello es debido a que las personas que sufren este trastorno asumen que los demás van a ser críticos. Además, están siempre alerta y cualquier comentario que les parezca una burla o desaprobación les afecta.
Sin embargo, no puede confundirse con un trastorno antisocial de la personalidad ni con un trastorno esquizoide. En primer lugar, porque las personas que sufren trastorno de personalidad por evitación sí añoran la interacción, solo que no son capaces de exponerse a los otros. Las personas con un trastorno esquizoide, se aíslan porque no están interesados en los otros, no porque su hipersensibilidad les haga ser muy vulnerables al rechazo.
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¿Cuáles son las consecuencias de sufrir este problema?
Como podemos suponer, sufrir un trastorno de personalidad por evitación puede acarrear consecuencias muy negativas para la salud mental. Somos seres sociales, que necesitamos la interacción para estar bien. La conexión con los otros mejora nuestra autoestima, aumenta el bienestar y tener una buena red de apoyo contribuye a combatir enfermedades tan graves como la depresión.
"Estas personas viven con un profundo sentimiento de dolor provocado por la soledad y la incapacidad en su vida. Tienen una tendencia a la ansiedad generalizada proveniente de su propia autocrítica, están carentes de redes de apoyo, y, por lo tanto, sienten que están excluidos del mundo. Todo esto los lleva con los años a desarrollar el síndrome del ermitaño y deciden aislarse completamente de todo", advierte el especialista.
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¿Hay personas más susceptibles que otras de padecerlo?
Aquellas personas que en la infancia han tenido un apego inseguro o ambivalente. Personas que han sufrido maltrato infantil, que han sufrido algún tipo de acoso, o que desde la infancia han tenido un modelo familiar patológico centrado en la no comunicación y falta de seguridad física y emocional.
Si tenemos algún amigo, compañero o si nuestra propia pareja responde a ese patrón de conducta, no hay que acusarles y tener mucha empatía, cariño y compasión para que, poco a poco, podamos ayudarles a vencer este trastorno o, al menos, que encuentren en nosotros una tabla de salvación. Como señala Javier Aparicio, "hay que darles su espacio y mostrarle, a través de breves conversaciones, que somos personas sin intención de dañarles. Es decir, se debe desarrollar con ellos una amistad muy lenta hasta que estén seguros y cómodos en ella".
Asimismo, hay que dejarle sus espacios de soledad, haciéndole entender que es una persona útil y, especialmente, no volviéndole codependiente, ayudándole en todo o actuando por él/ella, ya que esto aumentaría su sensación de incapacidad.
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Consejos para vencerlo
Y si somos nosotros los que nos identificamos con esta actitud. El camino para superarlo puede ser largo, pero no hay nada que, con esfuerzo, no se pueda conseguir. "Afrontar situaciones sociales escaladas con la ayuda de un profesional de la salud mental, y realizar diferentes tipos de actividades de ocio donde la persona destaque pueden ser pasos para sobreponerse a ello", indica.
No obstante, como insiste el experto de mundopsicólogos.com, la ayuda de un profesional es esencial para superar este trastorno y ayudar al paciente a que pueda empezar a desarrollar relaciones más sanas que no le produzcan ansiedad, miedo o hieran su autoestima:
La terapia se pueden abordar desde distintas ramas de la psicología y psiquiatría:
- La terapia cognitivo-conductual: intentará ayudar al paciente a adquirir más habilidades sociales.
- La psicoterapia psicodinámica: puede ayudar a que el paciente identifique qué conflictos han podido provocar este trastorno de personalidad por evitación
- La terapia de grupo: ayudará a compartir experiencias con otras personas que sufran lo mismo
- En ocasiones será necesario un tratamiento farmacológico, basado en ansiolíticos y/o antidepresivos para reducir la ansiedad