Es un hecho que son muchas las personas que recurren a la cirugía estética para corregir aspectos relacionados con su físico que no les agradan. Estamos ante una disciplina médica que no para de evolucionar y que ofrece resultados cada vez mejores, avalada por los profesionales que la practican. Pero, en un extremo, nos encontramos con lo que algunos expertos han dado en llamar operaciones fantasma. No son operaciones especialmente demandadas por los pacientes de cirugía estética y, en algunas ocasiones, se encuentran en el límite de lo saludable y lo seguro, tal y como nos explica el cirujano plástico Moisés Martín Anaya, quien nos habla de algunas de ellas.
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Extracción de costillas flotantes
Es el caso de la marcación de la silueta, con especial atención a la cintura, mediante la extracción de costillas flotantes. En opinión del doctor Martín Anaya esta práctica no está recomendada por la mayoría de los profesionales estéticos, por tratarse de un procedimiento no exento de riesgos. Así, explica no conocer a ningún compañero que la lleve a cabo y cuenta que la única manipulación que se realiza a nivel estético en relación a las costillas es la extracción de una pequeñísima parte de cartílago para ayudarse en dos cirugías faciales, como son la otoplastia y la reconstrucción nasal. En ambos casos, cuenta el especialista, se extrae un trocito pequeño de cartílago. Si hiciéramos lo propio con dos costillas eliminaríamos la protección física que estos elementos suponen para los órganos que cubren, en especial para los pulmones. ¿Qué podría suceder? Se aumentaría así el riesgo de neumotórax y se sacrificaría fisiología por estética, una decisión cuestionable para Martín Anaya, que añade que además de los riesgos inherentes a la extracción de estas dos últimas costillas, la paciente que se interese por esta cirugía debería saber que puede tardar hasta seis en recuperarse, que la cicatriz no es fácil de esconder y que el dolor postoperatorio tampoco es fácil de calmar ni de hacer desaparecer.
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Remodelación del ombligo
Junto con esta intervención, también es raro, por otro lado, que una paciente acuda a un cirujano estético para remodelarse el ombligo. O, matiza el doctor, solo con el objetivo de remodelarse el ombligo, pues esta técnica quirúrgica suele ir asociada a la abdominoplastia. “En la distensión de los músculos del abdomen por el crecimiento del útero, puede producirse un cambio de forma del ombligo, que se aplana o se abulta”, nos cuenta el doctor. El problema estético llega cuando, pasados seis meses -el tiempo medio de recuperación del abdomen tras el parto-, el ombligo no ha recuperado su forma original. Es entonces cuando se puede recolocar junto con los músculos y tejidos de la zona.
También se llevan a cabo estas intervenciones, llamadas umbilicoplastias. dentro de la corrección de los tejidos que cuelgan por las pérdidas masivas de peso tras la cirugía bariátrica, esto es, la reducción de estómago para personas con marcado sobrepeso y obesidad. “En caso de que una modelo o una actriz quisiera corregirse su ombligo por no gustarle como sale en las fotografías, por ejemplo, debería saber que la intervención es sencilla, que no alcanza la hora de duración y que, puestos a elegir ombligos a la carta, los cánones de belleza nos remiten a un ombligo almendrado a unos trece centímetros por encima del pubis”, cuenta.
'Fox eyes'
Hay, además, tendencias llenas de excentricidad, como los llamados ojos de zorro, también conocidos como mirada felina, y que el especialista detalla que no son otra cosa que un estiramiento marcado de la piel del rostro a nivel de la mirada con hilos tensores, de manera que queden muy rasgados. Esta mirada oriental se consigue también en el quirófano, por medio de una técnica denominada cantopexia. El cirujano explica que esta intervención puede cambiar para siempre la expresión de la mirada. Se puede trabajar en esta zona, estirando el párpado inferior por motivos funcionales, cuando éste es demasiado laxo, lo que puede producir un lagrimeo constante. “Otros retoques menos definitivos son los que se realizan cada día en la blefaroplastia o cirugía de corrección de los párpados, que rejuvenece la mirada. En ella se consigue dar tensión a los párpados caídos por la grasa o la edad y se modifica también el ángulo de la apertura ocular, pero con el objetivo de la naturalidad y la armonía”, detalla.
Hoyuelos de Venus
Por último, otro retoque es el de los hoyuelos de venus, nombre con que se denomina a esas pequeñas hendiduras que algunos tienen de manera natural en la espalda. No es cierto, explica Martín Anaya, que esté normalizado entrar un quirófano para hacérselos. Se consiguen, pero bastaría una liposucción profunda en la zona para que los agujeritos sexys quedaran marcados. Hemos planteado al doctor las dudas que nos surgen respecto a este controvertido tema:
¿Podríamos decir que hay intervenciones estéticas que se encuentran en el límite de lo saludable e incluso de lo seguro?
No existen intervenciones que van más allá de lo seguro, existen especialistas que cruzan líneas rojas en el desempeño de su actividad profesional. Existen esas líneas que no se deben traspasar, pero algunos lo hacen. Pongo el ejemplo de un paciente -este es un caso real- que solicitó hacerse dos cuernos en la cabeza y encontró a un cirujano que se lo hizo. En mi opinión, estos casos son un desprestigio para la profesión.
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¿Por qué piensa, entonces, que se realizan?
En nuestro trabajo, como en todos, a veces se aprecia se aprecia falta de sentido común. El fin no justifica los medios tampoco en cirugía plástica y estética. Cada cirujano tiene unos criterios éticos y estéticos para lograr la satisfacción de sus pacientes. Que haya un porcentaje pequeño de profesionales que no los tengan es proporcional a lo que sucede en otros ámbitos laborales.
El papel y el criterio del experto en este caso, para asesorar a quien demanda estas intervenciones, es fundamental, ¿no lo considera?
Absolutamente. Nuestra labor es aconsejar al paciente en primer lugar. No se trata de decirle que sí a todo lo que él quiere. Somos los médicos los que tenemos el conocimiento para orientarle.
¿Piensa que estamos demasiado influenciados por la imagen que se transmite en redes sociales, muchas veces irreal?
La imagen es muy importante hoy en día y, por supuesto, que las redes sociales están inclinando la balanza hacia un tipo de vida. Esta influencia en la imagen no es buena, porque se mezclan varios factores. De un lado, es importante que la gente sepa que su imagen real no es la que la sale en las fotos. Depende de uno u otro teléfono, de la luz, el objetivo, por no hablar de los filtros. También debemos ser prudentes para no crear falsas expectativas a los pacientes con imágenes en las redes.
Habla de la corrección del ombligo, ¿es una técnica más demandada de lo que pensamos?
Yo no la hago mucho, pero sí me preguntan mis pacientes por ella. No se obtienen buenos resultados, no les va a quedar el ombligo que tenían debido fundamentalmente a la distensión de la piel.
Y sobre la cantopexia, el paciente ha de ser consciente de que puede cambiar la expresión de su mirada, ¿no es así?
No la practico si no es por motivos funcionales del ojo, una alteración funcional del párpado inferior. No por motivos estéticos.
El objetivo de la medicina y la cirugía estética debe ser la naturalidad, pero estas técnicas huyen un poco de ese objetivo, ¿no cree?
Sí. La naturalidad y la armonía son el objetivo primordial. Estas técnicas están en las antípodas. La realidad es que en los congresos nacionales e internacionales se le dedica una parte ínfima a estas técnicas, por no decir que no se le dedica nada de tiempo.
¿Qué suele recomendar a un paciente que acude con unas metas estéticas irreales a su consulta?
Hay dos tipos de pacientes en este sentido. Los que padecen dismorfofobia, que son aquellos que tienen una imagen distorsionada de sí mismos, y los que simplemente piden una técnica extravagante. A los primeros hay que evitar siempre que no se vayan porque pueden caer en manos poco profesionales que les hagan todo lo que piden. Hay que tratar de orientarles a nivel multiespecialista, con ayuda de psicólogos. A los segundos, les explico por qué no creo que deban hacérselo y les oriento. Puede haber alternativas de operaciones ortodoxas que les ayuden sin extravagancias.
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