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¿Cuáles son los problemas más habituales de las uñas y de qué nos pueden alertar?

Se convierten en un buen indicador de nuestra salud


Actualizado 2 de noviembre de 2021 - 14:04 CET
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Sí, las uñas pueden ser un buen chivado de nuestro estado de salud. Si nuestras uñas, encargadas de proteger el tejido de los dedos, se muestran débiles, quebradizas, con un tono diferente… pueden indicar que tenemos un problema. Y es que una uña sana, tanto en el caso de las manos como de los pies, tiene un color uniforme y liso. Por ello, si hay cambios en la forma o el color son señal de que algo no funciona bien. "Las uñas dicen mucho de nuestra salud. En muchas ocasiones, incrementar la ingesta de vitaminas y minerales soluciona el problema, al igual que mantener las manos bien hidratadas y protegidas de productos químicos y de la humedad excesiva. En cambio, en otras situaciones, nos están avisando de que algo falla en el organismo. Alteraciones sutiles, como la aparición de hoyos o estrías, pueden darnos mucha ventaja en el diagnóstico precoz de alguna dolencia grave", apunta Carmen Desmonts Salazar, farmacéutica de DosFarma.

 

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No siempre hay un problema de salud

Eso sí, no hay que alarmarse sin motivo pues, tal y como explican los expertos, hay muchos cambios que pueden producirse en las uñas y no todos señalan la presencia de algún problema grave de salud. Un ejemplo: cuando están expuestas a una humedad excesiva o se exponen demasiado, de forma prolongada, a productos químicos (esmaltes, productos de limpieza...) se pueden volver débiles y quebradizas. Así pues, es importante saber cuándo un cambio en las uñas nos está indicando que es hora de visitar al médico, por lo que es bueno conocer cuáles son los problemas que más les afectan.

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Toma nota de estos problemas

Para ello, en primer lugar, hay que conocer qué alteraciones son las más frecuentes para saber reconocerlas:

-Manchas blancas. También se llama leuconiquia y puede deberse a múltiples factores. Los expertos detallan que cuando son pequeñas, suelen ser totalmente inocuas y es posible que hayan aparecido por un traumatismo o por la falta de algún nutriente, como el zinc. De hecho, un pequeño golpe puede producir una mancha blanca que, por lo general, se cura sola y desaparece cuando la uña ha vuelto a crecer completa (entre seis u ocho meses, o hasta doce en el caso de los pies). También pueden deberse a la psoriasis. Cerca de la mitad de las personas que sufre esta enfermedad crónica que afecta a la piel, tiene también psoriasis ungueal, es decir, en las uñas.

-Uñas curvadas, con forma de cuchara. La coiloniquia, o uñas en cuchara, ocurre cuando los bordes de la se curvan hacia arriba, hasta el punto de que queda el centro más hundido, semejante a la forma de una cuchara. Hay varios factores que pueden causar esta alteración, entre ellos el déficit de hierro o la anemia. Pero hay que estar vigilante, pues también puede ser un síntoma de algunas enfermedades renales, hepáticas o relacionadas con la tiroides. Una de ellas es la hemocromatosis, una dolencia por la que el cuerpo absorbe demasiado hierro de los alimentos.

-Líneas de Beau. En este caso se trata de surcos o hendiduras que cruzan la uña de lado a lado. Se producen porque, por algún motivo, se ha interrumpido el crecimiento de la uña (por ejemplo, un golpe fuerte en el dedo). Además, pueden aparecer en los casos de diabetes, especialmente cuando la enfermedad no está bien controlada.

-Uñas de Terry. En este caso nos encontramos con que la uña se vuelve de un color blanco opaco, salvo por una pequeña línea en tonalidad rosada o marrón en la punta. Aparecen en casos de diabetes mal controladas o por enfermedades del hígado o los riñones.

-Uñas amarillas. Un problema más habitual que los anteriores, que se debe a múltiples motivos, como el uso excesivo de cosméticos o esmaltes, aunque también pueden esconder algún problema de salud, como las infecciones de hongos, que pueden causar cambios en el color, la textura y la forma. Y las enfermedades pulmonares también pueden tener este síntoma.

-Acropaquía. Ocurre cuando las puntas de los dedos se ensanchan y las uñas se curvan alrededor, haciendo una forma semicircular. Estamos, en este caso, ante un símbolo de enfermedades del hígado o los riñones, aunque también aparecen en personas con sida.

-Uñas punteadas. Aparecen surcos, similares a pequeñas marcas de un punzón. De nuevo son frecuentes en las personas con psoriasis, a quienes les aparecen pequeños hoyos o, incluso, se les separa parte de la uña del dedo.

-Hemorragias lineales subungueales. En este caso, nos encontramos con pequeñas hemorragias en forma de líneas rojas y delgadas que se extienden en la dirección en la que crece la uña. Son causadas por algunas infecciones relacionadas con el corazón, como la endocarditis o la vasculitis.

-Dedos hipocráticos. Se trata de una alteración que, entre otras cosas, hace que la uña se curve hacia abajo. Se relaciona con dolencias que afectan a la cantidad de oxígeno en la sangre, por ejemplo, el cáncer de pulmón.

 

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¿Y las uñas quebradizas?

Los problemas anteriores no son tan frecuentes, pero sin duda, las uñas débiles, que se rompen con facilidad, sí lo son. En muchos casos, se produce debido a factores externos fáciles de solucionar o evitar.

-Una de las posibles causas es el envejecimiento.

-También puede ocurrir por falta de nutrientes, como el zinc o el hierro. Y hay que asegurar un buen aporte de vitaminas C y D. La primera acelera la producción de colágeno, una sustancia encargada de que las uñas crezcan rápidamente y con más fuerza. Mientras, la vitamina D es necesaria para que tengan brillo y fuerza. Si hay carencia de ambas vitaminas, podría explicarse el hecho de tener unas uñas débiles, quebradizas y sin brillo.

-La exposición prolongada al esmalte puede hacer que las uñas se vuelvan frágiles y se descascarillen. Hay que ser cuidadoso, porque en general, el abuso de los esmaltes puede volverlas ásperas y sin brillo. Es más, pueden acabar teñidas de algún color, en el caso de que el pigmento llegue a penetrar.

-Un gran enemigo es el exceso de humedad o el uso de productos de limpieza sin guantes.

-Otra posibilidad es que se vuelvan quebradizas por una alteración de la glándula tiroides.

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Vigila tu dieta

Como decíamos antes, la dieta tiene un papel importante en la salud de nuestras uñas, y hemos de incluir vitaminas y minerales, como  el zinc (presente en el hígado, las carnes rojas o las avellanas) y el hierro (en mariscos, espinacas y carnes rojas). También son necesarias la vitamina C (brócoli, pimiento rojo, kiwi, naranja...), la vitamina D (luz solar) y la vitamina E, un potente antioxidante que se encuentra en las almendras, las avellanas, las hortalizas de hoja verde o los aceites vegetales.

 

Como vemos, hay muchos alimentos que nos ayudan a mantener los niveles correctos pero, si es necesario, se puede aumentar la ingesta de estos nutrientes mediante algún suplemento o complemento alimenticio, para así facilitar la toma necesaria para recuperar la salud de las uñas.

 

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Mejor no abusar de los esmaltes

Antes te hablábamos de la importancia de ser cuidadoso con la elección de los esmaltes. La duda puede surgir con las manicuras permanentes, que no tienen por qué afectar a las uñas, salvo en el caso de que se hagan con productos de mala calidad. En ese caso, sus componentes químicos dificultan la creación natural de la queratina. Por eso, en el caso de que notemos que se abren en capas o se doblan, lo mejor es evitar esos productos y aprovechar para dejar respirar a nuestras uñas, descansando algunas semanas hasta que recuperen la fortaleza. También es conveniente no utilizar productos químicos sin protección, como lejías, detergentes, acetona... Es muy importante que quienes trabajen habitualmente con algún elemento químico agresivo utilicen siempre guantes.

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La humedad, a raya

Mantener las uñas limpias y secas es una de las claves para conservarlas fuertes y sanas. Un exceso de agua deteriora la cutícula y la lámina ungueal (la superficie rosa) y las va resecando. No debemos olvidar, además, que la humedad facilita la aparición de hongos y bacterias. Por lo tanto, hay que dejar que las manos respiren periódicamente y no abusar de los guantes y los calcetines, sobre todo si pasamos tiempo en ambientes húmedos. Y cuando nos lavamos las manos y los pies, debemos secarlos muy bien para evitar que quede humedad en ellos.  

 

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Bien hidratadas

Dentro de los cuidados que podemos dar a nuestras uñas, es fundamental no olvidar su hidratación. En nuestro neceser debemos incluir siempre una crema hidratante de manos, que también nos ayudará a fortalecer las uñas, al tiempo que las endurecerá, suavizará las cutículas y las mantendrá sanas. Y más aún en esta época del año, cuando nos acercamos a los meses más fríos, en los que la piel de todo el cuerpo se reseca, y muy especialmente en las manos, que son una de las zonas más expuestas. Y un último consejo: cuanto más largas estén, más probabilidades hay de que se rompan o resquebrajen, especialmente si no están lo bastante fuertes. Además, las uñas largas promueven que se acumulen microorganismos bajo ellas y generen una infección.