Si nos paramos a pensar, todos conocemos alguna persona de la que diríamos que tiene rasgos de personalidad perversa. Decimos de ella que es 'mala persona', narcisista, egocéntrica y, en la medida de lo posible, intentamos distanciarnos de ella. Si se trata de alguien cercano, intentamos hacerle ver que esa actitud que mantiene hace daño. Pero lo único que conseguimos es sufrir más porque, como nos contará Diego Sánchez Ruiz, psicólogo clínico en GrupoLaberinto, que nos ha asesorado en este artículo, estas personas no cambian, porque siempre tienen la razón. De la mano de este experto, te hablamos de los signos y características que delatan a una persona perversa y si se nace con este rasgo de su personalidad o si se desarrolla con el tiempo.
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¿Cuáles son los rasgos de una personalidad perversa?
Creo que primero necesitamos aclarar que la personalidad perversa no es un cuadro diagnóstico en Salud Mental que esté recogido en alguna de las clasificaciones que habitualmente utilizamos los profesionales.
Cuando hablamos de este tipo de personas nos referimos a personalidades de corte narcisista que tienen dificultades para “ver al otro”, es decir, que se caracterizan por una falta real de empatía, aunque pueden simular conductas aparentemente empáticas.
Frecuentemente tienen baja tolerancia a la ansiedad y falta de control de impulsos. Suelen fracasar en las relaciones de pareja duraderas al no poder conectar realmente con la otra persona y establecer relaciones de apego. En sus relaciones con otros pueden sufrir de envidia desmesurada consciente e inconsciente, codicia y abuso de los demás, sienten que tienen derecho a todo, infravaloran a los otros y sus relaciones son superficiales y con una total falta de compromiso con el otro.
Muestran alto nivel de egocentrismo, dependen de la admiración de los demás, suelen tener fantasías de superioridad y ataques de inseguridad si se rompe el sentido de superioridad y dejan de creerse “especiales”. Tienen baja tolerancia al dolor y a la tristeza, su autoestima es regulada por cambios de humor severos, y son frecuentes los sentimientos de vergüenza más que de culpa. Además estas personas de adultos llaman la atención porque permanecen en ellos valores que todos entenderíamos como infantiles.
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¿Puede estar asociada a una perversión sexual?
En algunos casos sí aparecen asociadas a este tipo de personalidades conductas como el exhibicionismo, comportamientos promiscuos, abuso de alcohol y drogas… Este tipo de cuadros (que se dan, por lo general, en hombres) también se ha asociado con la eyaculación precoz o la impotencia sexual.
¿La maldad o la perversidad se hace o nacemos así?
Siempre hay una interacción genética-ambiente en el desarrollo de la personalidad, por lo tanto, puede haber antecedentes de este tipo de personalidades en la familia y que se les saque “parecido” con cómo era uno de los progenitores, un tío, abuelo o primo.
Al hablar del ambiente es importante ver cómo ha sido las relaciones afectivas durante su infancia. Muchos narcisistas han recibido el mensaje implícito o explícito de que “tienen derecho a todo” y han crecido en un ambiente con falta de límites y normas. Por lo tanto, pueden haber realizado desde temprano comportamientos de abuso, maltrato, o de descuido de los otros dentro de su propia familia sin que se les haya hecho entender que no deberían hacer ese tipo de cosas.
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¿Qué circunstancias nos vuelven malos?
No podríamos hablar de experiencias o factores concretos que tengan esa capacidad de “hacer malo” a alguien, pero se podría decir que las experiencias interpersonales que nos devuelvan una imagen “irreal” sobre nosotros mismos (por ejemplo, de excesiva grandiosidad), o que no nos hagan conectar con la culpa cuando hacemos daño a otras personas pueden promover determinados rasgos de personalidad “más egoístas”.
¿Es lo mismo que ser una persona psicópata?
No, pese a que compartan comportamientos hacia los otros potencialmente dañinos, egoístas, o caracterizamos por la falta de empatía por los demás. En el caso de la psicopatía el componente genético se ha visto más determinante que en las personalidades perversas. Por ejemplo, en los psicópatas se aprecian rasgos de “insensibilidad con otras personas” en bebés de solo 5 semanas de vida.
Además, los psicópatas tienen un rango de emociones mucho más atenuado, prácticamente nulo. Sin embargo, las personalidades perversas sí que, como veíamos, tienen tendencia a la vergüenza, al enfado intenso o a la ansiedad si ven amenazada su sentimiento de superioridad. Es más fácil “herirles en su narcisismo”. Los psicópatas son menos impulsivos y “más fríos”. Los narcisistas tienen miedo al rechazo y al fracaso, mientras que a los psicópatas esto no les afecta.
Asimismo, la personalidad perversa con rasgos narcisistas “graves o patológicos” tiende a realizar comportamientos en los que manipula a otras personas, y tras los cuales, predomina la falta de remordimientos.
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¿Cómo podemos detectar a una persona perversa?
Esta dificultad para ver a los demás se demuestra a través de comportamientos en los que utilizan a los otros para satisfacer sus propios deseos, utilizando para ello si hiciera falta la mentira y la manipulación, tras lo cual, la ausencia de culpa llega a un nivel patológico.
En el discurso de estas personas se aprecia un alto nivel de egocentrismo a través de continuas referencias a sí mismos, fantasías de superioridad, envidia desmesurada y sentimiento de que “tienen derecho a todo”.
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¿Cómo lidiar con estas personas?
Lo más importante sería conocer que este tipo de personalidades pueden estar muy bien “adaptadas” a la sociedad. En muchas ocasiones ocupan puestos valorados socialmente como políticos, directores de empresas y otros donde es beneficioso no sentir culpa si para “escalar” salen perjudicadas otras personas.
Al conocer su funcionamiento (teniendo en mente la descripción realizada) uno puede darse cuenta cuando está lidiando con alguien que cumpla estos rasgos, si bien otros saben ser especialmente “seductores” y es difícil ver lo problemáticos que son en sus relaciones interpersonales hasta que ya han dañado emocionalmente a otra persona.
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¿Se puede curar?
Pese a que hay psicoterapias que se han demostrado eficaces para ayudar a estas personas, es infrecuente que busquen ayuda profesional, ya que es algo que “choca” con su autoimagen engrandecida, por lo que si acuden a consulta es en situaciones de crisis o por insistencia de personas de su entorno como parejas a las que están haciendo daño con sus comportamientos. No obstante, se recomienda el psicoanálisis o la psicoterapia centrada en la transferencia, un tipo de terapia de raíz psicoanalítica recomendada para trastornos de personalidad severos.