El lupus es una enfermedad reumática autoinmune sistémica (ERA) que sufren más de 75.000 personas adultas en España, según los últimos datos de prevalencia publicados por el estudio EPISER de la Sociedad Española de Reumatología. Al tratarse de una enfermedad sistémica, diferentes órganos y sistemas pueden verse afectados, agravando la situación de estas personas. Pero en el último año tenemos buenas noticias sobre el tratamiento del lupus. El Dr. José María Pego Reigosa, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología y reumatólogo en el Complexo Hospitalario Universitario de Vigo nos explica cuáles son estas nuevas terapias y qué aportan a la calidad de vida de los pacientes. Antes, nos da algunos datos sobre ella y por qué es tan importante diagnosticar a tiempo esta enfermedad que sufren personas como Selena Gómez.
¿Cuáles son los síntomas del lupus?
Las manifestaciones clínicas del LES que aparecen con mayor frecuencia al inicio son: dolor e inflamación en las articulaciones, erupciones en la piel (con frecuencia, relacionadas con la exposición al sol) y manifestaciones generales como la febrícula/fiebre, el cansancio, pérdida de peso, etc. Si aparecen todas ellas juntas (o incluso combinadas con problemas renales, cardíacos, etc.), el diagnóstico no es difícil y suele hacerse sin retraso importante. Algunas alteraciones en los análisis ayudan a confirmar el diagnóstico. Más complicado es cuando, al inicio, esas manifestaciones clínicas no aparecen juntas sino que sólo ocurre una de ellas, de manera que la sospecha de tratarse de un LES puede no ser tan evidente.
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¿Con qué enfermedades se puede confundir?
La gran variedad de síntomas y signos que pueden aparecer en el LES hace que esta enfermedad se parezca o se pueda confundir con otras. Dicho en términos médicos, su diagnóstico diferencial es amplio. Además, la frecuente aparición “secuencial” de las manifestaciones del LES hace más extensa la lista de enfermedades que pueden simular un LES y contribuye a aumentar el retraso diagnóstico.
La aparición aislada de las diferentes manifestaciones del LES al inicio de la enfermedad obliga a llevar a cabo un diagnóstico diferencial específico: enfermedades que cursan con aftas, con lesiones cutáneas, con artritis, con pleuritis, etc. Ciertas infecciones víricas, bacterianas o parasitarias, pueden presentarse con manifestaciones clínicas y de laboratorio comunes con el LES. También es común que las neoplasias cursen con síntomas generales, dolores articulare, adenopatías e, incluso, datos de laboratorio comunes con el LES (citopenias, autoanticuerpos). La rica expresividad clínica del LES a nivel de la piel y mucosas hace que el diagnóstico diferencial con numerosas enfermedades dermatológicas, algunas de ellas autoinmunes, sea con frecuencia necesario: psoriasis, pénfigo, dermatitis herpetiforme, etc. Otra situación común en la práctica clínica es la necesidad de diferenciar el LES de otras enfermedades reumatológicas sistémicas con las que comparte manifestaciones clínicas y de laboratorio, incluso coexistiendo con ellas en forma de síndromes de solapamiento: artritis reumatoide, síndrome antifosfolipídico, síndrome de Sjögren, esclerosis sistémica, etc.
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¿Por qué es importante diagnosticar a tiempo el lupus?
Es muy importante diagnosticar a tiempo el lupus eritematoso sistémico (LES). Esto es debido a que el diagnóstico precoz permite evitar complicaciones que podrían llegar a ser irreversibles. En caso contrario, podrían aparecer manifestaciones músculoesqueléticas permanentes como ciertos tipos de artritis, podría ocurrir que la afectación renal (nefritis lúpica) tuviera un curso peor, etc. Para ello es fundamental la derivación precoz desde Atención primaria al Especialista de Reumatología.
¿Cuál es el tratamiento actual?
El tratamiento del LES se basa en diferentes pilares. El empleo de antipalúdicos (también llamados antimaláricos) como la hidroxicloroquina o cloroquina es la piedra angular para hacer que no haya actividad o brotes de la enfermedad y que esta no progrese. También se emplean glucocorticoides para reducir las manifestaciones clínicas de la inflamación, sobre todo en LES con afectación de las articulaciones o la piel (dosis más bajas) o del riñón o del sistema nervioso (dosis más elevadas). Los glucocorticoides han de usarse a las dosis más bajas que sean efectivos y durante el menor tiempo posible. Hay fármacos inmunosupresores (metotrexate, azatioprina, micofenolato de mofetilo, etc.) que son efectivos a la hora de reducir la actividad del LES y nos permiten utilizar dosis más bajas de glucocorticoides. Una acción similar la desarrollan los fármacos biológicos (belimumab y rituximab, fundamentalmente) que, normalmente, se usan con éxito en aquellos pacientes en los que el empleo de los fármacos anteriores no ha dado resultados plenamente satisfactorios.
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¿Cuáles son los avances más significativos en el campo del lupus?
En los últimos años, diferentes factores han contribuido a mejorar la práctica clínica en relación tanto con el diagnóstico como con el tratamiento del LES. Una mejor formación de los Médicos de Atención primaria ha favorecido la derivación más temprana al Especialista de Reumatología. Un enfoque multidisciplinar entre los diferentes actores implicados ha mejorado claramente la atención de los pacientes con LES (por ejemplo, a través de la colaboración estrecha con los Especialistas en Obstetricia, favoreciendo un mejor desenlace de los embarazos de las pacientes). La aparición de nuevos fármacos y la optimización del uso de otros también han contribuido a mejorar la atención de los pacientes con LES. Estos, junto con una gran implicación de las Asociaciones de pacientes, son algunos de los factores que han favorecido una mejora de la práctica clínica el manejo de la enfermedad en los últimos años.
Hace 10 años, belimumab (Benlysta©) se convirtió en el primer fármaco aprobado en 50 años para su empleo en el tratamiento del lupus. Los últimos 2 años has traído magníficas noticias para la comunidad científica y, sobre todo, para los pacientes con lupus. Podemos decir que nos encontramos en un “momento dulce” en la investigación de nuevas terapias en el lupus. La indicación de belimumab para tratar el lupus infantil/juvenil y la nefritis lúpica o la aprobación por la FDA (Food and Drug Administration) americana del empleo de la voclosporina y el anifrolumab para ciertas formas de lupus han sido magníficas noticias para los pacientes y para los profesionales que les atendemos.
Pero no sólo esto, hay un número creciente de ensayos clínicos en marcha, en fase 2 y fase 3, para lupus “extrarrenal” y para “nefritis lúpica” que hacen ver con optimismo el futuro de nuestras pacientes con esta enfermedad.
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¿En qué mejoran el tratamiento del lupus?
En general, estos nuevos fármacos que han sido aprobados para el empleo en el lupus, lo que hacen es reducir la actividad y la aparición de nuevos brotes de la enfermedad. También evitan la aparición de manifestaciones clínicas o complicaciones irreversibles (daño) como pueden ser artritis deformantes, osteoporosis, cicatrices en la piel o en los riñones, etc. Varios de estos medicamentos también permiten usas dosis más bajas de glucocorticoides, evitando de esta manera los efectos secundarios que estos puedan tener sobre las pacientes.
¿Y la calidad de vida del paciente?
Los distintos medicamentos que hemos mencionado, al controlar la actividad del lupus, reducen el dolor y otros síntomas y signos de la enfermedad, mejorando también la calidad de vida de los pacientes. Por ejemplo, uno de los síntomas que los pacientes con lupus refieren como más limitantes, la fatiga, mejora con ciertos tratamientos, como también lo hacen otras variables de calidad de vida relacionada con la salud de las pacientes con lupus.