En un día como hoy, en el que el mundo conmemora el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, en el que el lazo rosa estará más presente que nunca, como símbolo de la toma de conciencia frente a una enfermedad que afecta a miles de mujeres. Hemos querido poner el foco en la alimentación, tanto en su función preventiva frente al cáncer como por el papel que juega en los pacientes, una vez diagnosticados, que se encuentran en tratamiento para combatir la enfermedad. Y para poner un poco de luz sobre este tema, hemos hablado con Emilia Gómez Pardo, asesora científica de CRIS contra el cáncer para temas de prevención y de nutrición, quien no ha dudado en compartir útiles consejos.
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Una de las preguntas clave es si la dieta, si unos hábitos alimenticios saludables pueden ayudarnos a prevenir el cáncer de mama, ¿cuál es su opinión al respecto?
Desde CRIS contra el cáncer siempre recordamos que la prevención de cáncer siguiendo un estilo de vida sano no es opinable, es una realidad que hoy por hoy no admite réplica, así como la relación positiva entre alimentación y prevención de cáncer. Sin embargo, es muy importante matizar que no hay ninguna evidencia de que alimentos concretos o nutrientes específicos ejerzan efectos beneficiosos o adversos frente al cáncer, de la misma manera que no la hay de que los suplementos dietéticos brinden efectos beneficios e incluso algunos suplementos en dosis altas se sabe que pueden aumentar el riesgo de cáncer. Por el contrario, hay consenso internacional en la definición de un patrón alimenticio, que incluye una serie de alimentos y excluye otros, que protege del cáncer, y de la misma manera hay consenso en la definición del patrón alimenticio que incrementa el riesgo de padecer la enfermedad.
Con una dieta rica en verduras, frutas, legumbres, frutos secos, cereales integrales y pescado, se pueden evitar hasta un 30% de los canceres de mama. El papel protector de esta dieta en el cáncer de mama se debe a su riqueza en fibra (su consumo se relaciona con un menor riesgo de padecer cáncer de mama), carotenoides, compuestos antioxidantes, vitaminas, y grasas saludables. El consumo de grasas saludables procedentes de alimentos mayoritariamente vegetales, como aceite de oliva, frutos secos y aguacate, y también del pescado azul (los omegas 3), junto a una disminución de grasas procedentes de carnes rojas y procesadas ejerce un papel muy relevante en la disminución del riesgo.
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Según CRIS contra el cáncer, hay estudios que señalan que la dieta está directamente implicada en la iniciación y desarrollo de diversos tipos de tumores, como el cáncer de colon o de mama. Un dato que nos hace reflexionar, ¿no es así?
Sin duda el incremento anual de nuevos diagnósticos es un dato muy preocupante y que tiene mucho que ver con el estilo de vida occidental, en el que prima el sedentarismo, la mala alimentación y la principal consecuencia de estos dos malos hábitos de vida, el sobrepeso. Los cambios en la alimentación de los españoles que se han sido sucediendo a lo largo de los últimos años están siendo muy perjudiciales para la salud. Hemos disminuido el consumo de productos que protegen la salud y ayudan a enfrentarse a la enfermedad y hemos aumentado el consumo de productos nocivos que no hacen sino aumentar el riesgo frente a diferentes patologías. La ingesta mayoritaria de alimentos vegetales, legumbres, verduras, cereales y frutas, se ha sustituido en una proporción importante por productos animales y de alta densidad energética, más ricos en grasas y azúcares. Son muy numerosos los estudios que apuntan en esta dirección y que demuestran que este modo actual de alimentarnos, caracterizado por ser poco nutritivo y pobre en compuestos de carácter antioxidante y antiinflamatorio, contribuye de forma muy importante al aumento de enfermedades entre las que se incluye el cáncer.
¿Hay alimentos que deberíamos descartar de nuestra dieta si queremos tratar de prevenir el cáncer?
Para disminuir el riesgo de cáncer en general y de mama en particular hay, desde CRIS contra el cáncer recomendamos recuperar aquellos hábitos de alimentación que la evidencia científica defiende de forma alta y clara y eliminar los que, con la misma contundencia, reconoce como nocivos. Hay que, en primer lugar, minimizar el consumo de carne roja (la OMS es muy clara: 200 gramos a la semana), reducir el consumo al mínimo posible de carnes procesadas, alimentos ultraprocesados (pobres en nutrientes y ricos en calorías), bebidas alcohólicas y azucaradas. Y en segundo lugar aumentar el consumo de frutas, verduras, cereales integrales y frutos secos.
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Sin embargo, los diagnósticos de personas con cáncer de mama no cesan. ¿Qué recomendaciones dietéticas les daría a los pacientes que están pasando por un proceso de tratamiento de un cáncer de mama?
La pregunta que todo paciente se hace en algún momento cuando se le diagnostica un cáncer es ¿qué puedo y qué no puedo comer?, pregunta que no siempre es fácil de responder. Si bien las pautas a seguir para la prevención del cáncer están muy bien documentadas, queda todavía incertidumbre en relación con la nutrición durante su tratamiento. Aunque las personas diagnosticadas son receptivas a la promoción de la salud, en un estudio reciente se pone de manifiesto que siguen dietas más pobres que individuos sanos. Una posible explicación podría ser la dificultad en hacer cambios en los hábitos y adoptar una dieta más saludable en un momento complicado sin una evidencia clara y contundente de que mejorará su supervivencia.
Hoy, y con la ciencia en las manos, se alienta a los diagnosticados de cáncer, siempre que sea posible, a seguir los mismos consejos generales que se dan para la prevención del cáncer.
¿Cómo deben cuidar su alimentación para tratar de afrontar el tratamiento de la mejor forma posible?
Tradicionalmente, el asesoramiento dietético a los pacientes se ha centrado en mantener la ingesta de energía y de nutrientes con la intención de mitigar los efectos de las náuseas y la toxicidad causada por las distintas terapias. Además de unas recomendaciones generales, es probable que surjan desafíos nutricionales especiales durante el tratamiento debido a los efectos secundarios de las terapias. Es muy posible que se necesite hacer ajustes hacia un mayor aporte de calorías y de proteínas, ya que los requerimientos de ambos son muy elevados debido a demanda metabólica y a la situación inflamatoria secundaria al propio proceso.
¿Pero cómo obtener estas calorías, estas proteínas y estos nutrientes con alimentos de calidad? ¿Qué es lo mejor para comer? ¿Todo vale? Es importante que la persona diagnosticada sepa de la importancia de una buena alimentación y debe de recibir consejo profesional basado en la evidencia científica, que le permita entender e incorporar las pautas generales a la vez que le permita ir afrontando las situaciones particulares, y de forma individualizada, que van surgiendo durante el proceso.
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Durante el tratamiento, además, pueden surgir momentos en los que haya problemas de alimentación, ¿cómo podemos abordarlos?
El tratamiento del cáncer, a menudo, se acompaña de cambios importantes en los hábitos alimenticios y diferencias en la forma en que el cuerpo utiliza los nutrientes. Hay personas que pierden peso a causa de los efectos secundarios de la terapia que hacen que comer sea desagradable, náuseas, cambios en el sabor, pérdida de apetito. A veces, la terapia en sí misma afecta la absorción de nutrientes. Otras personas pueden aumentar de peso con los medicamentos, la reducción de la actividad física o la alimentación emocional y relacionada con el estrés que acompaña al diagnóstico.
A pesar de los posibles efectos secundarios descritos no todos ellos aparecerán a lo largo del tratamiento, ya que cada persona y respuesta al mismo es diferente. Por tanto, es importante el abordaje individual. El qué, cómo, cuánto y cuándo de cada uno de los grupos de alimentos integrados en el patrón saludable debe de establecerse por un profesional y en función de la persona, su estado nutricional, sus costumbres alimenticias y particularidades de su propio proceso.
¿Es normal la falta de apetito cuando se está en un proceso de tratamiento contra el cáncer de mama?
El cansancio, el malestar y la falta de apetito son algunos de los efectos secundarios de la enfermedad y su tratamiento que pueden dificultar el seguimiento de una alimentación suficiente y saludable. Esto puede causar desnutrición, lo que a su vez incrementa el cansancio, la debilidad e incapacidad de hacer frente al tratamiento. Los estudios científicos publicados muestran que un buen estado nutricional mejora la tolerancia al tratamiento oncológico por lo que comer se convierte en una acción imprescindible y, en numerosas ocasiones, puede llegar a ser un reto, para mantener la energía y sobrellevar los efectos secundarios del tratamiento.
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¿Ayuda la alimentación a disminuir los efectos secundarios de la quimioterapia o la radioterapia?
Una dieta sana reduce la toxicidad y mejora la eficacia de las terapias. Son ya muchas las evidencias científicas a favor de que el estado nutricional del paciente tiene una relación directa con el pronóstico de la enfermedad y con el nivel de intensidad de los efectos secundarios. Los pacientes oncológicos que siguen una nutrición adecuada se encuentran mejor y presentan menos complicaciones. Una dieta saludable ayuda a la curación e incrementa la supervivencia facilita una mejor tolerancia y eficacia de los tratamientos y juega un papel en el manejo de los síntomas mejorando el funcionamiento general del cuerpo.
Y una vez que el tratamiento acaba, que el paciente se cura, ¿cómo debe ser su alimentación? ¿Qué debe tener en cuenta una paciente que ha superado un cáncer de mama en relación a su dieta?
Las recomendaciones para los supervivientes no se diferencian en nada de las dirigidas a prevención. Como recomendación general, seguir con el mismo patrón de alimentación oncosaludable (que podréis conocer en el Oncosaludómetro de CRIS contra el cáncer) llevar una vida activa y procurar no ganar peso y mantenerse en un rango de peso saludable, lo que evitara, tal y como dice la ciencia, la aparición de nuevos episodios.
Una alimentación sana, vital
La experta nos resume, además, para finalizar, las 5 claves para una alimentación sana para prevenir y combatir el cáncer de mama
- Incrementar el consumo de frutas y verduras -mínimo de cinco raciones al día- incluyendo variedad de texturas, colores, aromas y sabores.
- Los alimentos procedentes de los cereales, pan, arroz, pasta, etc., que sean preferentemente integrales. Incrementar el consumo de legumbres y de frutos secos.
- Potenciar el consumo de pescado y asegúrese de incluir pescado azul, y carne blanca frente al de carne roja
- Cuantos menos productos ultraprocesados y carne procesada, mejor.
- Evitar el consumo de alcohol y las bebidas azucaradas.