Bajo estas siglas, DMAE, nos encontramos el acrónimo de Degeneración Macular Asociada a la Edad, una enfermedad de la vista que afecta a la población con edad superior de 50 años y que puede presentarse en dos formas distintas: seca o atrófica y húmeda o exudativa, tal y como nos confirma la doctora Marta Figueroa, directora de la Unidad de Retina de Clínica Baviera, que nos explica que la forma atrófica o seca es la más frecuente. Hemos hablado con la experta para que nos aclare todas las dudas que pueden surgir sobre este problema de salud ocular, que afecta a casi 600.000 personas en España.
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¿Cuáles son las causas de la DMAE seca?
La DMAE seca puede estar provocada por múltiples causas, de forma similar a lo que ocurre en otras enfermedades crónicas que afectan a los adultos. La edad es el principal factor de riesgo. Suele comenzar a los 50 años y su prevalencia aumenta a medida que se cumplen años, afectando aproximadamente al 20% de la población con edad superior a 70 años. También se relaciona esta enfermedad con factores ambientales tales como el consumo de tabaco, la exposición a la luz ultravioleta, la hipertensión arterial y los problemas circulatorios. Por último la DMAE cuenta con un componente hereditario. El riesgo de padecerla es entre 3 y 6 veces si se tiene un familiar de primer grado afectado.
¿Estamos ante una enfermedad difícil de diagnosticar?
Con frecuencia el diagnóstico es casual, es decir, el paciente no presenta síntomas y es cuando acude a la consulta del oftalmólogo y se le dilata la pupila, cuando se aprecian las lesiones típicas de esta enfermedad. Por eso, es tan importante hacer revisiones periódicas de los ojos a partir de los 50 años y estas exploraciones deben ser completas, dilatando la pupila y revisando toda la retina, pero sobre todo en su parte central, llamada mácula.
Hoy en día, además, se dispone de pruebas inocuas como la tomografía de coherencia óptica (OCT), que se realizan en menos de un minuto y que es de gran utilidad para el diagnóstico de esta enfermedad. Una vez diagnosticado, el paciente puede hacer un seguimiento domiciliario con la Rejilla de Amsler, por ejemplo, para ver si hay progresión de su enfermedad. Cuando la enfermedad progresa, sí se pueden producir síntomas visuales.
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¿Cuáles son sus principales síntomas?
Los síntomas más comunes de la DMAE son visión distorsionada (distorsión en el tamaño o forma de los objetos, percepción ondulada de líneas rectas), aparición de puntos ciegos o zonas oscuras en la visión central, que pueden producir dificultad visual al realizar actividades diarias, como leer, ver la televisión o conducir. Otro de los síntomas es la pérdida de visión.
Una vez que tenemos el diagnóstico, ¿cuáles son los pasos a seguir?
Hoy en día, no se dispone de tratamiento específico para la DMAE seca, aunque sí se recomienda una dieta rica en fruta y verdura, la toma de antioxidantes y la protección de la luz ultravioleta. Se han estudiado distintos tratamientos, pero ninguno de ellos ha conseguido detener la evolución natural de la enfermedad. En el caso de la DMAE húmeda, el tratamiento actual consiste en la inyección intravítrea (dentro del ojo) de fármacos, con una periodicidad variable según las distintas necesidades de los pacientes. En general, todas ellas se inician con tres inyecciones con un intervalo mensual seguido de tantas inyecciones como sean necesarias. Hay que contemplar que la DMAE es una enfermedad crónica y que el paciente va a necesitar inyecciones durante años.
¿Es una enfermedad que se puede prevenir?
La detección precoz es la mejor forma de prevención, por eso son recomendables los controles oftalmológicos anuales a partir de los 50 años, muy especialmente se tienen antecedentes familiares que hayan sufrido la enfermedad.
También es aconsejable evitar otros factores de riesgo, como fumar, así como seguir una dieta saludable, con ingesta de los nutrientes necesarios, como la vitamina C y evitar la obesidad, con el fin de controlar enfermedades sistémicas: hipertensión, diabetes o arterioesclerosis. También hacer ejercicio regularmente y usar gafas de sol.
La ceguera, con el paso de los años, es la principal complicación o la consecuencia más grave de dicha enfermedad ocular, ¿no es así?
Efectivamente, la ceguera es la principal complicación que puede desencadenar la DMAE, pero no todos los pacientes terminan sufriéndola. Además, hay otro tipo de síntomas también muy molestos, como la visión deformada de los objetos o la pérdida repentina de la visión central, que pueden provocar dificultad en realizar algunas tareas más precisas.
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¿Se está avanzando en los tratamientos para intentar evitar llegar a ese punto?
Actualmente desde Clínica Baviera estamos participando en dos ensayos clínicos pioneros contra la DMAE seca, HORIZON y EXPLORE (de la compañía británica Gyroscope Therapeutics Limited), basados en la inyección de una terapia génica bajo la retina con el objetivo de frenar la progresión de la enfermedad y evaluar la diferencia con un grupo de pacientes que no recibieron tratamiento. Aunque actualmente no existen tratamientos aprobados para este tipo de degeneración macular, los resultados de estos estudios abren una puerta a la esperanza para el tratamiento de pacientes que sufren esta enfermedad.
¿Cómo es la calidad de vida de un paciente con DMAE?
La calidad de vida de los pacientes con DMAE se deteriora si la pérdida visual progresa. La limitación visual que produce la DMAE tiene además consecuencias psicológicas, ya que aumenta la inseguridad de estos pacientes de edad, viendo disminuida en muchos casos su autonomía y aumentando su dependencia de familiares y amigos.
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