De repente, te encuentras con pequeños granitos que aparecen en tus piernas, brazos o glúteos. Estamos ante una afección de la piel que en ocasiones se confunde y se trata como si fuera un brote de acné, pero la realidad es que debe ser tratada de manera diferente, puesto que las causas de su aparición tienen otra naturaleza. “La queratosis pilaris se produce por un exceso de una proteína conocida como queratina, es decir, una acumulación de células muertas sobre los folículos pilosos, dando pie a la formación de pequeños granitos o protuberancias en la piel. En algunos casos, cuando la acumulación es elevada, estos granos se irritan excesivamente provocando que la piel adquiera un tono muy rojizo”, cuenta Elisabeth de San Gregorio, directora técnica de Medik8.
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Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que se trata de una condición genética de la piel muy frecuente, totalmente benigna, que da a las áreas afectadas un aspecto similar a la denominada piel de gallina. “La queratina, proteína de la piel, se acumula en los folículos pilosos formando tapones que son visibles como protuberancias en las zonas que los rodean”, nos explica por su parte la doctora Carmen Kannee, dermatóloga del Instituto de Dermatología Integral, con quien hemos hablado para intentar conocer un poco más este problema de la piel, que aunque no es grave, sí que puede incomodar a quien lo padece.
¿Cuáles son sus síntomas?
La doctora nos explica que se manifiesta como pequeñas protuberancias del color de la piel o bien rojizas, indoloras y no contagiosas, agrupadas en forma de placas rugosas y ásperas, en las superficies extensoras de cara y cuerpo (mejillas, partes externas de brazos y piernas, glúteos), en una extensión e intensidad variables en cada individuo afectado.
“Aunque no supone ningún problema de salud para las personas que la padecen, sí que supone un problema estético, especialmente, cuando se desarrolla en la zona del rostro”, explica la especialista, que nos cuenta que generalmente aparece desde la infancia, y empeora en épocas de la vida donde suceden cambios como la adolescencia y los embarazos, y tiende a mejorar en la vida adulta. “También puede empeorar por cambios ambientales, como en invierno, cuando el ambiente está más seco”, nos cuenta la dermatóloga de IDEI.
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¿Cuáles son los motivos que la causan?
Lo cierto es que la dermatóloga confirma que no se conoce la causa exacta, pero sí se sabe que existe una predisposición genética, siendo por ejemplo una de las manifestaciones de la ictiosis vulgar (un trastorno hereditario en el que las células de la piel se acumulan en escamas gruesas y secas en la superficie de la piel) y más común en atópicos. Sin embargo, nos cuenta que no se ha identificado un gen único y podría estar asociado a diferentes mutaciones, así como también a defectos genéticos o adquiridos de la unidad pilo sebácea. “También se ha observado asociación a enfermedades como diabetes mellitus tipo 2, obesidad, insuficiencia renal y al uso de algunos medicamentos”, apunta.
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Así debes tratarla
Una vez que llegamos al diagnóstico, hay que elegir cuál es el tratamiento más recomendable para abordar este problema. “Es importante destacar que, como apuntábamos antes, más que una enfermedad es una condición genética y benigna de la piel, por lo que el tratamiento está dirigido a mejorar el aspecto estético y la inflamación o picor en caso de que estén presentes, no en erradicarla por completo”, nos explica. Así, para el tratamiento es imprescindible mejorar la barrera cutánea que genéticamente está alterada; utilizando limpiadores dermatológicos tipo syndet o aceites lavantes para la ducha y crema hidratante siempre después de la misma. Las duchas deben ser cortas, con agua templada y evitar la exfoliación mecánica de la piel en forma excesiva que, en lugar de mejorar, irrita la piel y empeora la condición.
“Bajo supervisión médica se pueden utilizar productos que combinen una acción emoliente y exfoliante, cuyo objetivo es ablandar los depósitos de queratina que forman las protuberancias. Se pueden utilizar cremas con urea, que tiene acción emoliente y exfoliante, y asociarlas con otros ingredientes tópicos como ácido láctico, ácido salicílico, ácido glicólico y ácido retinoico. En los casos que se presentan con inflamación y picor se pueden utilizar corticoides tópicos”, añade.
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