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vacuna covid chica© Adobe Stock

Expertos

¿Qué inmunidad ofrecen las vacunas frente a la COVID-19?

Te explicamos cómo nos protegen las vacunas frente a la infección por el nuevo coronavirus y si esta inmunidad es mejor que haber pasado la COVID-19


Actualizado 2 de septiembre de 2021 - 20:56 CEST

Cuando un virus, el SARS-CoV-2 o cualquier otro, entra en nuestro organismo, se activan nuestras defensas para evitar que este penetre en las células, se multiplique, nos produzca una infección y enfermemos. Este sistema de protección "puede generar una respuesta de linfocitos B y T, esto es, anticuerpos (inmunidad humoral) y células 'memoria' (inmunidad celular), nos explica el Dr. José Luis del Pozo, director del Servicio de Microbiología Clínica y del Área de Enfermedades Infecciosas de la Clínica Universidad de Navarra (CUN). Lo mismo ocurre cuando nos vacunamos.

"Hay diferentes tipos de vacunas, desde las clásicas, realizadas con virus muertos o atenuadas, a las más modernas basadas en la tecnología de ácidos nucleicos o proteínas recombinantes. El objetivo común de una vacuna es proteger de la infección, o en los casos en los que no sea posible, hacer que si se contrae sea más leve", añade el Dr José Miguel Rodríguez González-Moro, jefe de neumología de los hospitales Vithas en Madrid y neumólogo en el Hospital Vithas Arturo Soria.

En el caso de las vacunas frente al coronavirus, por ejemplo, las de ARN mensajero, generan anticuerpos específicos contra la proteína S del virus, que es la 'llave' que permite que este entre en las células. Al generar dichos anticuerpos que se unen a la célula, se impide que el coronavirus pueda penetrar en ella. "Al bloquear su entrada se evita una infección grave", añade el Dr. del Pozo.

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¿Por qué es tan importante la inmunidad celular?

Un aspecto del que se ha hablado mucho a la hora de protegernos del SARS-CoV 2 es de la inmunidad celular. ¿Qué es exactamente? Como nos aclara el Dr del Pozo, la inmunidad celular refleja si tenemos células memoria. Este tipo de defensa permite que, si volvemos a exponernos al coronavirus, desarrollemos de nuevo anticuerpos para defendernos de él. "Habitualmente, detectamos anticuerpos cuando realizamos una analítica. Se trata de una técnica sencilla que se realiza mediante un análisis de sangre. Estos anticuerpos, que en Medicina se conoce como inmunidad humoral, están producidos por un tipo de células, los linfocitos B, que con el paso del tiempo dejan de fabricar anticuerpos".

Pero perder anticuerpos no significa que hayamos perdido inmunidad. Ahí es donde entran en juego los linfocitos T o células memoria, es decir, la 'inmunidad celular'. "Es el principal y más eficiente mecanismo de defensa antiviral", añade el Dr. Rodríguez González-Moro.

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¿Genera la misma inmunidad una vacuna que la infección natural?

La pregunta que todos nos hacemos es si las vacunas generan la misma inmunidad celular. Sí, afirman ambos especialistas. Como decíamos, cuando nos exponemos al virus de manera natural, generamos inmunidad humoral y celular. "Pero las vacunas también activan esta respuesta, con la excepción de aquellos pacientes que no tienen un buen sistema inmune y que no son capaces de generar respuesta inmunológica", afirma el microbiólogo de la Clínica Universidad de Navarra. Ahora bien, la defensas que se generan de manera natural son más 'ricas'.

Cuando una persona se infecta por el virus SARS-CoV-2, produce una respuesta inmunológica contra todas las proteínas de superficie del virus. De manera que la respuesta inmune es más rica que la conseguida con la vacunación, aunque no más potente frente a la proteína S, que es la clave. Por ello, se recomienda que también las personas que han superado la infección se vacunen.

Según señala el Dr. José Luis del Pozo "se ha visto en estudios científicos contrastados que si se vacunan generan una respuesta inmune muy superior. Es decir, recibir una pauta vacunal, que en esos momentos se basa en una sola dosis si hay una PCR positiva previa, es beneficioso".

Por otro lado, continúa el experto, aquellas personas que han pasado la infección de forma leve, generan menos anticuerpos y, por lo tanto, la tendencia es que este número vaya descendiendo más. Si desaparecen, es indispensable que se realicen un test de inmunidad celular. Se realiza también mediante un análisis de sangre, aunque los resultados suelen tardar una semana. Suelen tener un coste más elevado, pero es la mejor prueba para detectar la inmunidad real frente a la COVID-19.

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¿Qué son los anticuerpos neutralizantes?

Otro concepto del que se está hablando cuando nos referimos a la respuesta inmunológica frente a la COVID-19 es la posibilidad de que los anticuerpos sean capaces de neutralizar al virus. Cuando hablamos de anticuerpos neutralizantes nos referimos a aquellos que se unen al virus e interfieren en su capacidad para infectar la célula. Sin embargo, no todos tienen esta característica. Están los anticuerpos de unión, que sí pueden unirse al virus, pero que no interfieren. Hablar de “neutralizantes” hace referencia a un anticuerpo que se une a un virus e interfiere con su capacidad de infectar una célula.

"Averiguar si los anticuerpos son neutralizantes o no requiere de análisis y técnicas muy complejas que no se pueden llevar a cabo en la práctica diaria. Por lo que, en la actualidad, cuando analizamos la inmunidad de un paciente, podemos cuantificar los anticuerpos y realizamos una extrapolación. Esto es, si una persona tiene una cantidad determinada en sangre, esto se corresponde a una actividad neutralizante. En cualquier caso, es muy importante recordar que no el que tiene más cantidad de anticuerpos está más protegido. De hecho, hay varios estudios científicos que muestran que la cantidad de anticuerpos de un paciente no se correlaciona con el grado de protección", advierte el especialista de la CUN.

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¿Por qué hay personas que no generan respuesta inmune?

Aquellas que poseen un sistema inmunológico deprimido, diabéticos, pacientes trasplantados o con tratamiento con corticoides así como oncológicos pueden generar una respuesta inmunológica subóptima y que esta no sea suficiente para protegerles, "algo que puede ocurrir tanto si han pasado la infección natural como si han recibido la pauta completa", comenta el Dr. del Pozo.

Por otro lado, a inmunosenescencia, deterioro de la inmunidad con la edad, hace que en la población “mayor” la respuesta inmune sea “menor”, añade el Dr. Rodríguez González-Moro. De ahí que se esté hablando de una tercera dosis en algunos grupos de población como los ancianos.

El debate de la tercera dosis

Por último, el microbiólogo de la CUN insiste en la necesidad de que los países en vías de desarollo se vacunen, puesto que "si no se vacuna a la mayor parte de la población, "surgirán nuevas variantes, como ha pasado con la delta, que pondrán en jaque a otras poblaciones, aunque hayan recibido tres dosis". El objetivo deseado es que que la mayor parte de la población mundial reciba una pauta completa (dos dosis).

Una vez se haya alcanzado este hito, ya se puede plantear una tercera dosis que por lógica científica genera una mayor respuesta inmune, y así lo han demostrado los estudios realizados en Israel. Asimismo, no todos necesitemos una tercera. "Una persona joven con un buen sistema inmunológico, que haya recibido la pauta completa y haya generado respuesta humoral y celular, probablemente, no tiene por qué necesitarla. En cambio, las personas de riesgo, inmunodeprimidos y ancianos deberían realizarse un test de inmunidad celular y/o humoral y, según los resultados, plantear una tercera dosis", concluye el Dr. José Luis del Pozo, de la Clínica Universidad de Navarra.

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