El nuevo curso suele significar para muchas personas el comienzo de una etapa. Volvemos más motivados, con energías renovadas en muchos casos y se nos ocurren mil objetivos para este mes de septiembre en el que parece que todo vuelve a comenzar. Eso sí, no son pocas las personas que se lo toman con mucho entusiasmo, con buenas intenciones para cumplir esos propósitos, pero cuando pasan las semanas, y llegamos a noviembre, si miramos la lista, muchos se han quedado en nada. El día a día y la vida se anteponen y no llegamos a todo.
Por eso, Ixi Ávila, coach de Inteligencia Emocional, ha querido resumir en cinco sus recomendaciones para que nos objetivos que nos marquemos no se queden en papel mojado esta vez. Toma nota.
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En conexión con tu porqué y tu para qué
“Se suele decir que quien tiene un porqué, encuentra un cómo. Cuando encontramos el significado que hay detrás de nuestras acciones es mucho más fácil persistir cuando las cosas se complican o cuando hay algún bache en el camino. Si te conectas con la razón y el propósito por el que empezaste serás capaz de recuperar la motivación y seguir hacia delante”, apunta la experta.
La importancia de crear un plan de acción
Como decíamos al principio, en septiembre todo son buenas intenciones, pero lo cierto es que cuando no tienes el hábito de hacer algo no te va a salir de forma natural y automática. Por esto precisamente necesitas crear un plan que te ayude a darle forma a tus propósitos para que no se queden en simples ideas o intenciones.
“Puedes crear el plan de acción por tu cuenta o ayudarte con un proceso de coaching. Es importante tener en cuenta qué obstáculos se pueden presentar en el camino para anticiparte y hacer una lluvia de ideas para conocer las opciones que tienes para poder superar los retos que se presenten”, recomienda.
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Mejor centrarte en si progresas que en el resultado
La experta tiene claro que el objetivo debe ser buscar el progreso, no la perfección. “Si tu objetivo es hacer ejercicio todos los días del año y el tercer día no llegas a tu clase de yoga y te vas a la cama sin haber hecho ejercicio, puede que tengas la tentación de tirar la toalla porque ya no vas a conseguir el resultado final tal y como te lo habías planteado. A menudo cuando nos focalizamos en un resultado final nos olvidamos de disfrutar el proceso y de valorar el progreso que estamos haciendo día a día, y eso desmotiva a cualquiera”, nos detalla.
Por este motivo, recomienda, buscar incorporar hábitos en vez de poner todo tu foco en un resultado final. Y es que, en su opinión, cuando pones todo tu foco en el resultado, no harás sino vivir esperando al día que lo consigas, mientras que cuando lo que buscas es crear hábitos es más posible que disfrutes cada paso dado y, además, que tus propósitos duren más en el tiempo.
Y pone un ejemplo práctico: ‘Hacer una dieta después del verano para perder x kilos’ es un propósito con resultado final. El día que pierdas esos kilos volverás a tus hábitos de siempre, mientras que: ‘Aprender a comer de forma saludable’ busca incorporar un hábito y es para toda la vida.
No subestimes las pequeñas acciones
“Tendemos a infravalorar el poder de las pequeñas acciones: ‘Para 10 minutos leyendo mejor miro el móvil’ cuando en realidad la suma de todas las pequeñas acciones proporciona un interés compuesto. Si lees 10 minutos al día 365 días al año, al final del año habrás leído bastante”, detalla Ixi Ávila. Y añade: “Vamos a elegir una pequeña acción común como lavarse los dientes: Tardas dos minutos, no requiere esfuerzo y los resultados son difíciles de apreciar. Ahora imagínate, ¿Cómo te sentirías si no te hubieras lavado los dientes en 2 días? ¿Y en los dos últimos meses? ¿Y en 2 años? La constancia gana a la cantidad. No se trata de meterse un atracón de buenas acciones al principio del año y luego dejarlas abandonadas en el baúl de los recuerdos hasta el próximo enero. Es mejor empezar con algo fácil e ir aumentando la dificultad o la cantidad progresivamente”.
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Una agenda, buena aliada
Hoy en día, con los móviles, hemos dejado de lado accesorios tan útiles como las agendas de papel. Eran y siguen siendo una buena alternativa: si algo no está agendado, es mucho más sencillo que no ocurra. “Yo personalmente utilizo mi agenda-diario que me ayuda a expresarme y organizarme a partes iguales. Tiene espacios para escribir y herramientas de gestión de tiempo. El objetivo es hacernos dueños de nuestro tiempo para que las distracciones y los pensamientos negativos no nos impidan llenar nuestros días de presencia y llegar al estado de flow, y para que podamos conseguir nuestros propósitos este nuevo curso”, concluye.